viernes, 12 de agosto de 2016

¿LAS OBRAS DE MISERICORDIA ESTÁN PASADAS DE MODA?

¿Las famosas «obras de misericordia» de la tradición cristiana son aún válidas en este tercer milenio, o bien hace falta revisarlas?

Son actuales, son válidas. Quizás en algunos casos se pueden «traducir» mejor, pero siguen siendo la base para nuestro examen de conciencia. Nos ayudan a abrirnos a la misericordia de Dios, a pedir la gracia de entender que sin misericordia la persona no puede hacer nada, que no puedes hacer nada y que «el mundo no existiría», como decía la viejecita que conocí­ en 1992.

Miremos en primer lugar las siete obras de misericordia corporal: dar de comer al hambriento; dar de beber al sediento; vestir al desnudo; dar alojamiento a los peregrinos; visitar a los enfermos; visitar a los presos y enterrar a los muertos. Me parece que no hay mucho que explicar. Y si miramos nuestra situación, nuestras sociedades, me parece que no faltan circunstancias y ocasiones a nuestro alrededor. Frente al sin techo que se instala delante de nuestra casa, al pobre que no tiene que comer, a la familia de nuestros vecinos que no llega a fin de mes a causa de la crisis, porque el marido ha perdido el trabajo, ¿qué debemos hacer? Frente a los inmigrantes que sobreviven a la travesía y desembarcan en nuestras costas, ¿cómo debemos comportarnos? Frente a los ancianos solos, abandonados, que no tienen a nadie, ¿qué debemos hacer?

Gratuitamente hemos recibido y gratuitamente damos. Estamos llamados a servir a Jesús crucificado en cada persona marginada. A tocar la carne de Cristo en quien ha sido excluido, tiene hambre, sed, está desnudo, encarcelado, enfermo, desocupado, perseguido o prófugo. Allí­ encontramos a nuestro Dios, allí­ tocamos al Señor. Nos lo ha dicho el propio Jesús, explicando cuál sería el protocolo según el cual todos seremos juzgados: cada vez que le hayamos hecho esto al más pequeño de nuestros hermanos, se lo habremos hecho a Él (Evangelio de san Mateo 25, 31-46).

A las obras de misericordia corporal siguen las de misericordia espiritual: aconsejar a los que dudan, enseñar a los ignorantes, advertir a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, soportar pacientemente a las personas molestas, rezar a Dios por los vivos y por los muertos. Pensemos en las primeras cuatro obras de misericordia espiritual: ¿no tienen algo que ver, en el fondo, con lo que hemos llamado «el apostolado de la oreja»? Acercarse, saber escuchar, aconsejar y enseñar sobre todo con nuestro testimonio. Al acoger al marginado que tiene el cuerpo herido, y al acoger al pecador con el alma herida, se juega nuestra credibilidad como cristianos. Recordemos siempre las palabras de san Juan de la Cruz: «En la noche de la vida, seremos juzgados en función del amor».



Extracto de “El nombre de Dios es Misericordia”.

jueves, 11 de agosto de 2016

11 AGOSTO, SANTA CLARA





SANTA CLARA DE ASÍS

Nació en Asís, Italia, en 1193. Su padre Favarone Offeduccio era un caballero de los más ricos y poderosos de esa época. Su madre Ortolana, descendiente de familia noble y feudal, era una mujer muy cristiana, de ardiente piedad y de gran celo por el Señor.
Desde sus primeros años Clara se vio dotada de innumerables virtudes y aunque su ambiente familiar pedía otra cosa de ella, siempre desde pequeña fue asidua a la oración y mortificación. Siempre mostró gran desagrado por las cosas del mundo y gran amor y deseo por crecer cada día en su vida espiritual.

Su conversión hacia la vida de plena santidad se efectuó al oír un sermón de San Francisco de Asís. Cuando ella tenía 18 años San Francisco predicó en Asís los sermones de cuaresma y allí insistió en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de las riquezas y bienes materiales.

Llamada y  encuentro con San Francisco. Cofundadora de la orden.
Cuando su corazón comprendió la amargura, el odio, la enemistad y la codicia que movía a los hombres a la guerra comprendió que esta forma de vida eran como la espada afilada que un día traspasó el corazón de Jesús. No quiso tener nada que ver con eso, no quiso otro señor mas que el que dio la vida por todos, aquel que se entrega pobremente en la Eucaristía para alimentarnos diariamente. El que en la oscuridad es la Luz y que todo lo cambia y todo lo puede, aquel que es puro Amor.

Renace en ella un ardiente amor y un deseo de entregarse a Dios de una manera total y radical. Ya en ese entonces se oía de los Hermanos Menores, como se les llamaba a los seguidores de San Francisco. Clara sentía gran compasión y gran amor por ellos, aunque tenía prohibido verles y hablarles. Ella cuidaba de ellos y les proveía enviando a una de las criadas. Le llamaba mucho la atención como los frailes gastaban su tiempo y sus energías cuidando a los leprosos. Todo lo que ellos eran y hacían le llamaba mucho la atención y se sentía unida de corazón a ellos y a su visión.

En 1210 cuando Francisco predicaba en la Catedral, al oír las palabras que él decía "este es el tiempo favorable... es el momento... ha llegado el tiempo de dirigirme hacia El que me habla al corazón desde hace tiempo... es el tiempo de optar, de escoger... sintió una gran confirmación de todo lo que venía experimentando en su interior.

Durante todo el día y la noche, meditó en aquellas palabras que habían calado lo más profundo de su corazón. Tomó esa misma noche la decisión de comunicárselo a Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la detuviera en responder al llamado del Señor, depositando en El toda su fuerza y entereza.

Clara sabía que el hecho de tomar esta determinación de seguir a Cristo y sobre todo de entregar su vida a la visión revelada a Francisco, iba a ser causa de gran oposición familiar, pues el solo hecho de la presencia de los Hermanos Menores en Asís estaba ya cuestionando la tradicional forma de vida y las costumbres que mantenían intocables los estratos sociales y sus privilegios. A los pobres les daba una esperanza de encontrar su dignidad, mientras que los ricos comprendían que el Evangelio bien vivido exponía por contraste sus egoísmos a la luz del día. Para Clara el reto era muy grande. Siendo la primera mujer en seguirle, su vinculación con Francisco podía ser mal entendida. 

Santa Clara se fuga de su casa el 18 de Marzo de 1212, un Domingo de Ramos, empezando así la gran aventura de su vocación. Se sobrepuso a los obstáculos y al miedo para darle una respuesta concreta al llamado que el Señor había puesto en su corazón. Llega a la humilde Capilla de la Porciúncula donde la esperaban Francisco y los demás Hermanos Menores y se consagra al Señor por manos de Francisco.

Días más tardes fue trasladada temporalmente, por seguridad, a las monjas Benedictinas, ya que su padre, al darse cuenta de su fuga, sale furioso en su búsqueda con la determinación de llevársela de vuelta al palacio. Pero la firme convicción de Clara, a pesar de sus cortos años de edad, obligan finalmente al Caballero Offeduccio a dejarla. Días más tardes, San Francisco, preocupado por su seguridad dispone trasladarla a otro monasterio de Benedictinas situado en San Angelo. Allí la sigue su hermana Inés, quien fue una de las mayores colaboradoras en la expansión de la Orden y la hija (si se puede decir así) predilecta de Santa Clara. Le sigue también su prima Pacífica.

San Francisco les reconstruye la capilla de San Damián, lugar donde el Señor había hablado a su corazón diciéndole,"Reconstruye mi Iglesia". Esas palabras del Señor habían llegado a lo más profundo de su ser y lo llevó al más grande anonadamiento y abandono en el Señor. Gracias a esa respuesta de amor, de su gran "Si" al Señor, había dado vida a una gran obra, que hoy vemos y conocemos como la Comunidad Franciscana, de la cual Santa Clara se inspiraría y formaría parte crucial, siendo cofundadora con San Francisco en la Orden de las Clarisas.

Cuando se trasladan las primeras Clarisas a San Damián, San Francisco pone al frente de la comunidad, como guía de Las Damas Pobres a Santa Clara. Al principio le costó aceptarlo pues por su gran humildad deseaba ser la última y ser la servidora, esclava de las esclavas del Señor. Pero acepta y con verdadero temor asume la carga que se le impone, entiende que es el medio de renunciar a su libertad y ser verdaderamente esclava. Así se convierte en la madre amorosa de sus hijas espirituales, siendo fiel custodia y prodigiosa sanadora de las enfermas.

Desde que fue nombrada Madre de la Orden, ella quiso ser ejemplo vivo de la visión que trasmitía, pidiendo siempre a sus hijas que todo lo que el Señor había revelado para la Orden se viviera en plenitud.
Siempre atenta a la necesidades de cada una de sus hijas y revelando su ternura y su atención de Madre, son recuerdos que aún después de tanto tiempo prevalecen y son el tesoro mas rico de las que hoy son sus hijas, Las Clarisas Pobres.

Sta. Clara acostumbraba tomar los trabajos más difíciles, y servir hasta en lo mínimo a cada una. Pendiente de los detalles más pequeños y siendo testimonio de ese corazón de madre y de esa verdadera respuesta al llamado y responsabilidad que el Señor había puesto en sus manos.

Por el testimonio de las misma hermanas que convivieron con ella se sabe que muchas veces, cuando hacía mucho frío, se levantaba a abrigar a sus hijas y a las que eran mas delicadas les cedía su manta. A pesar de ello, Clara lloraba por sentir que no mortificaba suficiente su cuerpo.

Cuando hacía falta pan para sus hijas, ayunaba sonriente y si el sayal de alguna de las hermanas lucía más viejo ella lo cambiaba dándole el de ella. Su vida entera fue una completa dádiva de amor al servicio y a la mortificación. Su gran amor al Señor es un ejemplo que debe calar nuestros corazones, su gran firmeza y decisión por cumplir verdaderamente la voluntad de Dios para ella.

Tenía gran entusiasmo al ejercer toda clase de sacrificios y penitencias. Su gozo al sufrir por Cristo era algo muy evidente y es, precisamente esto, lo que la llevó a ser Santa Clara. Este fue el mayor ejemplo que dio a sus hijas.

Hay un detalle importante en el llamado de San Francisco y Santa Clara. Cuando el Señor ve que el mundo está tomando rumbos equivocados o completamente opuestos al Evangelio, levanta mujeres y hombres para que contrarresten y aplaquen los grandes males con grandes bienes. Es decir que podemos ver claramente en la Orden Franciscana, en su carisma, que cuando el mundo estaba siendo arrastrado por la opulencia, por la riqueza, las injusticias sociales etc., suscita en dos jóvenes de las mejores familias el amor valiente para abrazar el espíritu de pobreza, como para demostrar de una manera radical el verdadero camino a seguir que al mismo tiempo deja al descubierto la obra de Satanás, aplastándole la cabeza.  Ellos se convirtieron en signo de contradicción para el mundo y a la vez, fuente donde el Señor derrama su gracia para que otros reciban de ella.


El Señor en su gran sabiduría y siendo el buen Pastor que siempre cuida de su pueblo y de su salvación, nunca nos abandona y manda profetas que con sus palabras y sus vidas nos recuerdan la verdad y nos muestran el camino de regreso a El. Los santos nos revelan nuestros caminos torcidos y nos enseñan como rectificarlos.


Empiezan las renuncias.
De rodillas ante San Francisco, hizo Clara la promesa de renunciar a las riquezas y comodidades del mundo y de dedicarse a una vida de oración, pobreza y penitencia. El santo, como primer paso, tomó unas tijeras y le cortó su larga y hermosa cabellera, y le colocó en la cabeza un sencillo manto, y la envió a donde unas religiosas que vivían por allí cerca, a que se fuera preparando para ser una santa religiosa.

Para Santa Clara la humildad es pobreza de espíritu y esta pobreza se convierte en obediencia, en servicio y en deseos de darse sin límites a los demás.

La humildad brilló grandemente en Santa Clara y una de las mas grandes pruebas de su humildad fue su forma de vida en el convento, siempre sirviendo con sus enseñanzas, sus cuidados, su protección y su corrección. La responsabilidad que el Señor había puesto en sus manos no la utilizó para imponer o para simplemente mandar en el nombre del Señor. Lo que ella mandaba a sus hijas lo cumplía primero ella misma con toda perfección. Se exigía mas de lo que pedía a sus hermanas.

Hacía los trabajos mas costosos y daba amor y protección a cada una de sus hijas. Buscaba como lavarle los pies a las que llegaban cansadas de mendigar el sustento diario. Lavaba a las enfermas y no había trabajo que ella despreciara pues todo lo hacía con sumo amor y con suprema humildad.

"En una ocasión, después de haberle lavado los pies a una de las hermanas, quiso besarlos. La hermana, resistiendo aquel acto de su fundadora, retiró el pie y accidentalmente golpeó el rostro a Clara. Pese al moretón y la sangre que había salido de su nariz, volvió a tomar con ternura el pie de la hermana y lo besó."

Con su gran pobreza manifestaba su anhelo de no poseer nada mas que al Señor. Y esto lo exigía a todas sus hijas. Para ella la Santa Pobreza era la reina de la casa. Rechazó toda posesión y renta, y su mayor anhelo era alcanzar de los Papas el privilegio de la pobreza, que por fin fue otorgado por el Papa Inocencio III.

Para Santa Clara la pobreza era el camino en donde uno podía alcanzar mas perfectamente esa unión con Cristo. Este amor por la pobreza nacía de la visión de Cristo pobre, de Cristo Redentor y Rey del mundo, nacido en el pesebre. Aquel que es el Rey y, sin embargo, no tuvo nada ni exigió nada terrenal para si y cuya única posesión era vivir la voluntad del Padre. La pobreza alcanzada en el pesebre y llevada a su culmen en la Cruz. Cristo pobre cuyo único deseo fue obedecer y amar.

Por eso la vida de Sta. Clara fue una constante lucha por despegarse de todo aquello que la apartaba del Amor y todo lo que le limitara su corazón de tener como único y gran amor al Señor y el deseo por la salvación de las almas.

La pobreza la conducía a un verdadero abandono en la Providencia de Dios. Ella, al igual que San Francisco, veía en la pobreza ese deseo de imitación total a Jesucristo. No como una gran exigencia opresiva sino como la manera y forma de vida que el Señor les pedía y la manera de mejor proyectar al mundo la verdadera imagen de Cristo y Su Evangelio.

Siguiendo las enseñanzas y ejemplos de su maestro San Francisco, quiso Santa Clara que sus conventos no tuvieran riquezas ni rentas de ninguna clase. Y, aunque muchas veces le ofrecieran regalos de bienes para asegurar el futuro de sus religiosas, no los quiso aceptar. Al Sumo Pontífice que le ofrecía unas rentas para su convento le escribió: "Santo padre: le suplico que me absuelva y me libere de todos mis pecados, pero no me absuelva ni me libre de la obligación que tengo de ser pobre como lo fue Jesucristo". A quienes le decían que había que pensar en el futuro, les respondía con aquellas palabras de Jesús: "Mi Padre celestial que alimenta a las avecillas del campo, nos sabrá alimentar también a nosotros".

Mortificación de su cuerpo.
Si hay algo que sobresale en la vida de Santa Clara es su gran mortificación. Utilizaba debajo de su túnica, como prenda íntima, un áspero trozo de cuero de cerdo o de caballo. Su lecho era una cama compuesta de sarmientos cubiertos con paja, la que se vio obligada a cambiar por obediencia a Francisco, debido a su enfermedad.

Los ayunos. Siempre vivió una vida austera y comía tan poco que sorprendía hasta a sus propias hermanas. No se explicaban como podía sostener su cuerpo. Durante el tiempo de cuaresma, pasaba días sin probar bocado y los demás días los pasaba a pan y agua. Era exigente con ella misma y todo lo hacía llena de amor, regocijo y de una entrega total al amor que la consumía interiormente y su gran anhelo de vivir, servir y desear solamente a su amado Jesús.

Por su gran severidad en los ayunos, sus hermanas, preocupadas por su salud, informaron a San Francisco quien intervino con el Obispo ordenándole a comer, cuando menos diariamente, un pedazo de pan que no fuese menos de una onza y media.

Oración
Para Santa Clara la oración era la alegría, la vida; la fuente y manantial de todas las gracias, tanto para ella como para el mundo entero. La oración es el fin en la vida Religiosa y su profesión.

Ella acostumbraba pasar varias horas de la noche en oración para abrir su corazón al Señor y recoger en su silencio las palabras de amor del Señor. Muchas veces, en su tiempo de oración, se le podía encontrar cubierta de lágrimas al sentir el gran gozo de la adoración y de la presencia del Señor en la Eucaristía, o quizás movida por un gran dolor por los pecados, olvidos y por las ingratitudes propias y de los hombres.

Se postraba rostro en tierra ante el Señor y, al meditar la pasión las lágrimas brotaban de lo mas íntimo de su corazón. Muchas veces el silencio y soledad de su oración se vieron invadidos de grandes perturbaciones del demonio. Pero sus hermanas dan testimonio de que, cuando Clara salía del oratorio, su semblante irradiaba felicidad y sus palabras eran tan ardientes que movían y despertaban en ellas ese ardiente celo y encendido amor por el Señor.

Hizo fuertes sacrificios los cuarenta y dos años de su vida consagrada. Cuando le preguntaban si no se excedía, ella contestaba: Estos excesos son necesarios para la redención, "Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús en la Cruz no habría Salvación". Ella añadía: "Hay unos que no rezan ni se sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo hacen. Si no se estableciera ese equilibrio espiritual la tierra sería destrozada por el maligno". Santa Clara aportó de una manera generosa a este equilibrio.

Milagros de Santa Clara:

-La Eucaristía ante los sarracenos
En 1241 los sarracenos atacaron la ciudad de Asís. Cuando se acercaban a atacar el convento que está en la falda de la loma, en el exterior de las murallas de Asís, las monjas se fueron a rezar muy asustadas y Santa Clara que era extraordinariamente devota al Santísimo Sacramento, tomó en sus manos la custodia con la hostia consagrada y se les enfrentó a los atacantes. Ellos experimentaron en ese momento tan terrible oleada de terror que huyeron despavoridos.

En otra ocasión los enemigos atacaban a la ciudad de Asís y querían destruirla. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron sin saber por qué.

-El milagro de la multiplicación de los panes.
Cuando solo tenían un pan para que comieran cincuenta hermanas, Santa Clara lo bendijo y, rezando todas un Padre Nuestro, partió el pan y envió la mitad a los hermanos menores y la otra mitad se la repartió a las hermanas. Aquel pan se multiplicó, dando a basto para que todas comieran. Santa Clara dijo: "Aquel que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe, ¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?"

En una de las visitas del Papa al Convento, dándose las doce del día, Santa Clara invita a comer al Santo Padre pero el Papa no accedió. Entonces ella le pide que por favor bendiga los panes para que queden de recuerdo, pero el Papa respondió: "quiero que seas tu la que bendigas estos panes". Santa Clara le dice que sería como un irespeto muy grande de su parte hacer eso delante del Vicario de Cristo. El Papa, entonces, le ordena bajo el voto de obediencia que haga la señal de la Cruz. Ella bendijo los panes haciéndole la señal de la Cruz y al instante quedó la Cruz impresa sobre todos los panes.

Larga agonía.
Santa Clara estuvo enferma 27 años en el convento de San Damiano, soportando todos los sufrimientos de su enfermedad con paciencia heroica. En su lecho bordaba, hacía costuras y oraba sin cesar. El Sumo Pontífice la visitó dos veces y exclamó "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita".

Cardenales y obispos iban a visitarla y a pedirle sus consejos.

San Francisco ya había muerto pero tres de los discípulos preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Angel y Fray León, le leyeron a Clara la Pasión de Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía: "Desde que me dediqué a pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los dolores y sufrimientos no me desaniman sino que me consuelan".

El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser religiosa, y dos días después de que su regla sea aprobada por el Papa, se fue al cielo a recibir su premio. En sus manos, estaba la regla bendita, por la que ella dio su vida.

En la Basílica de Sta. Clara encontramos su cuerpo incorrupto y muchas de sus reliquias.

En el convento de San Damiano, se recorren los pasillos que ella recorrió. Se entra al cuarto donde ella pasó muchos años de su vida acostada, se observa la ventana por donde veía a sus hijas. También se conservan el oratorio, la capilla, y la ventana por donde expulsó a los sarracenos con el poder de la Eucaristía.


Las religiosas Clarisas son en la actualidad aproximadamente 18.000 en 1.248 conventos en todo el mundo.

Clara significa: "vida transparente"


"El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre", Santa Clara.

Santa Clara, ruega por nosotros






miércoles, 10 de agosto de 2016

SAN LORENZO, MARTIR

San Lorenzo, MártirIcono de San Lorenzo

Año 258

Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante para soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad total en favor de los necesitados. Haz que esas dos cualidades las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia: generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres, y constancia heroica para soportar los males y dolores que tú permites que nos lleguen.
San Lorenzo, ruega por nosotros.

La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que al Sumo Pontífice lo iban a matar le dijo: "Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?" y San Sixto le respondió: "Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás". Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de la gloria de Dios.

Entonces Lorenzo viendo que el peligro llegaba, recogió todo el dinero y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los pobres. Y vendió los cálices de oro, copones y candelabros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes más necesitadas.

El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir dinero, llamó a Lorenzo y le dijo: "Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candelabros muy valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar".

Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en filas, y mandó llamar al alcalde diciéndole: "Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador".

Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente, pero Lorenzo le dijo: "¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de la iglesia de Cristo!".


El alcalde lleno de rabia le dijo: "Pues ahora lo mando matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente".

encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura".

Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísismo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso".

Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: "Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo". El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: "La carne ya está lista, pueden comer". Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.

El poeta Pruedencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este gran hombre convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatía empezó a disminuir en la ciudad.

San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de los que se encomendaban a San Lorenzo.

El santo padre mandó construirle una hermosa Basílica en Roma, siendo la Basílica de San Lorenzo la quinta en importancia en la Ciudad Eterna.



10 AGOSTO: SAN LORENZO



Evangelio comentado.

Juan 12,24-26:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»
Reflexión:
Hoy es la fiesta de san Lorenzo. La fe cristiana confesada sin vergüenza, con humilde y firme convicción molesta en ciertos lugares y a ciertas personas. Mártir es el testigo, el que vive su fe frente a un mundo adverso. Es mártir antes de que terminen con su vida. No lo hacen mártir al asesinarlo, sino que lo asesinan porque es mártir.
Ser mártir, ser testigos, es hacer de la vida una ofrenda. Entender vivir como desvivirse por alguien. Entender que se vive cuando se es generoso, se da, se ofrece la propia vida. Se vive más plenamente cuanto más se da: cuando no se es tacaño en la siembra. La vida produce fruto cuando se pone al servicio de otras vidas. Como hizo Cristo, que no vino a ser servido, sino a servir. El servicio se identifica con seguirle, imitarle. Imitarle en saber que el amor auténtico implica salirse de sí y amar fuera de sí. Amarse a sí mismo sin trascender el propio yo, es odiarse. Propiamente el grano de trigo enterrado no muere, desaparece él para transformarse en espiga, vive en la espiga. He ahí el proyecto de vida cristiana o sea, al estilo de Cristo.
San Lorenzo, entendió bien, como todos los mártires, la gran lección de Jesús, sirvió a Cristo ofreciendo su vida en el discurrir diario: era diácono con la misión de atender a los demás; y la ofreció cuando se la exigieron de un modo total. Fue capaz de seguir dando testimonio de Jesús, y renunciar a la propia vida para ganar la vida. Porque para él vivir sin Cristo era no vivir. Tras la muerte del Papa Sixto II, quien le había ordenado de diácono, el prefecto de Roma mandó a Lorenzo que entregara las riquezas de la Iglesia. Lorenzo pidió tres días para poder reunirlas, pero repartió todo lo posible a los pobres. Al tercer día, compareció ante el prefecto, y le presentó a los pobres, diciéndole  que ésos eran los verdaderos tesoros de la Iglesia. Lorenzo fue quemado vivo en una parrilla, en Roma, el 10 de agosto de 258.

Fuente: http://www.cursillosdecristiandad.es

lunes, 8 de agosto de 2016

EL DEPORTE EN LA CULTURA DEL ENCUENTRO Y LA PAZ



El deporte como vehículo de la cultura del encuentro para un mundo en paz.

Nota sobre la «Ley de protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid»

Nota de los Obispos de Getafe y Alcalá de Henares sobre la «Ley de protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid»



TIEMPO DE SANACIÓN, NO DE LAMENTACIONES

Nota sobre la
«Ley de protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación
por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid»


El pasado día 14 de julio, la Asamblea de la Comunidad Autónoma de Madrid aprobó la «Ley de protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid». La Ley ha sido publicada, el pasado 21 de julio, en el Boletín Oficial de la Asamblea de Madrid. Ante este hecho, queremos, con todo el respeto hacia los que han promovido esta ley y sus posibles destinatarios, manifestar públicamente las siguientes consideraciones dirigidas a los fieles católicos de nuestras diócesis, sin menoscabo de otras profundizaciones posteriores.

1. Inspirada por una antropología no adecuada que niega la diferencia sexual varón-mujer y la unidad de la persona cuerpo-espíritu, esta ley se halla en contradicción con la moral natural, acorde con la recta razón, y pretende anular la enseñanza pública de la Biblia (Cf. Carta a los Romanos 1, 24-27; Primera carta a los Corintios 6, 9-10; Primera carta a Timoteo 1, 10, etc.), del Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2357-2359) y del resto del Magisterio de la Iglesia referido al designio de Dios sobre el varón y la mujer. Más aún, pretende prohibir, incluso, rezar públicamente por las personas que suplican la oración para un cambio de orientación en su vida (Ej: Art. 4-b, Art. 3-o, Art. 70-4-c, Art.72-3).

2.   La mencionada Ley, desde sus presupuestos y normativa, nos parece, sin afrontar exhaustivamente todos sus aspectos:
a.   Un ataque a la libertad religiosa y de conciencia (Ej: Art. 3-o, Art. 70-4-c, Art. 72-3).

b.    Un ataque y censura al derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones. Del mismo modo es un atropello a los idearios que inspiran la libertad de enseñanza (Cf. Capítulo XI, Medidas en el ámbito educativo. Ej: Art. 29-2, Art. 31-9, Art. 32, Art. 34).

c.    Un atentado a la libertad de expresión, a la libertad de cátedra, a la libertad de los científicos y profesionales en la búsqueda de la verdad, y a la libertad de las personas para orientar su vida o para pedir ayuda, incluso religiosa, en aquello que crean necesitar (Cf. Capítulo XI, Medidas en el ámbito educativo; y Capítulo XII, Medidas en el ámbito de la salud. Ej: Art. 3-o, Art. 31, Art. 36, Art. 70-4-c, Art. 72-3). Consideramos, por ello, que se trata, en su esencia, de una ley arbitraria que no contempla ni siquiera la objeción de conciencia.

3. Los partidos políticos del arco parlamentario, también los grandes sindicatos, la mayoría de los medios de comunicación y muchas de las grandes empresas quieren imponer “ideológicamente” un “pensamiento único” que anule la libertad y el coraje de buscar la verdad de la persona humana, en su unidad cuerpo-espíritu y en su diferencia sexual varón-mujer. Cuando no se busca la Verdad, cuando no se respetan ni siquiera los argumentos de la biología inherente a la genealogía de la persona, se impone por ley la ideología - en este caso la “ideología de género” - y se coacciona la libertad con sanciones y persecución: nada nuevo bajo el sol.

4.  Al recibir el premio Carlomagno, el papa Francisco ha invitado a construir un nuevo humanismo para Europa basado en la capacidad de integrar, de dialogar y de construir, recordando que en esta tarea la Iglesia puede y debe ayudar, cumpliendo su misión: «el anuncio del Evangelio, que hoy más que nunca se traduce principalmente en salir al encuentro de las heridas del hombre, llevando la presencia fuerte y sencilla de Jesús, su misericordia que consuela y anima» (Discurso, 6.5.2016).  Entre las víctimas reales de nuestra cultura del relativismo no lo son menos quienes sufren la confusión sobre su propia identidad; una confusión que, con leyes como esta, se verá aún más agravada. El mismo Papa Francisco nos ha pedido no caer «en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada» (Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris laetitia, 56).

5.  «No es tiempo de lamentaciones, sino de sanación», como ha recordado nuestro hermano el obispo de Lincoln (EEUU), citando a Boecio, ante medidas legislativas similares de la administración Obama (cf. Carta 17.5.2016). Para salir al encuentro de las heridas del corazón, como nos pide el papa Francisco, es necesario y urgente promover una acción conjunta de las familias y de las asociaciones católicas en orden a defender, con todos los medios legítimos y en todas las instancias que corresponda, la libertad religiosa y de conciencia, la libertad de los padres a educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones, la libertad de enseñanza y los demás derechos fundamentales que, creemos, se conculcan gravemente en esta Ley. Si nosotros callamos gritarán las piedras (Cf. Lc 19, 40). La sanación de las heridas provocadas por estas medidas legislativas no se logra con la confrontación, que deriva en descalificaciones y amenazas de demandas judiciales. Porque queremos integrar, dialogar y construir, pedimos la colaboración de todas las personas de buena voluntad con verdaderos criterios de comunión, y especialmente a nuestros fieles les pedimos su oración y su participación activa que nazca de auténticos criterios eclesiales. 

6. Ahora, más que nunca, es necesario llevar la misericordia sanadora de Jesucristo a este mundo. Llamamos a los católicos de nuestras diócesis comprometidos en el servicio de la política, de la sanidad y de la educación, así como a los esposos y padres de familia, a las personas consagradas y sacerdotes, a colaborar, cada cual según su propia vocación, en la edificación de una cultura que venza las mentiras de las ideologías y se abra a la verdad de la creación y de la persona humana, garantía ineludible de la libertad. Bien sabemos que en esta tarea, verdaderamente misionera, necesitamos orar con las palabras del mismo Cristo, pidiendo al Padre: líbranos del mal. Luchamos contra el mal ganando para Jesucristo cada corazón, acudiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María e invocando a San Miguel Arcángel. Luchamos contra el mal llevando el bálsamo de la misericordia a los que sufren la herida de la confusión y del error: su médico es Cristo y el hospital de campaña donde llevarlos y sanarlos es la posada de la Iglesia. Luchamos contra el mal, llevando a nuestras vidas lo realizado el pasado tres de junio al consagrar nuestras diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, fuente de la verdadera misericordia y de la verdadera paz.

Que la Sagrada Familia de Nazaret y Santiago Apóstol, protejan e intercedan por el futuro de nuestras familias y la paz de nuestro pueblo.

Con nuestra bendición,

+ Joaquín Mª López de Andújar y Cánovas del Castillo, Obispo de Getafe
+ José Rico Pavés, Obispo Titular de Mentesa y Auxiliar de Getafe
+ Juan Antonio Reig Pla, Obispo Complutense

 7 de agosto de 2016
XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Año Jubilar de la Misericordia

http://www.obispadoalcala.org/noticiasDEF.php?subaction=showfull&id=1470643200&archive=


Los obispos D.Juan Antonio Reig Pla, D. Joaquín López de Andújar y D. José Rico Pavés«Ataque, censura, atropello»: así califican los obispos Reig, Andújar y Rico la ley madrileña LGTBI




BRUJO Y ADIVINO, TRANSFORMADO GRACIAS A CURSILLO DE CRISTIANDAD

Henry Tovar Mendoza es hoy diácono permanente en Venezuela

Brujo y adivino de éxito, no conseguía tener hijos: en Cursillos de Cristiandad quedó transformado.

Brujo y adivino de éxito, no conseguía tener hijos: en Cursillos de Cristiandad quedó transformado
En el micrófono, el diácono Henry Tovar; una función del diácono es proclamar la Palabra

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7 agosto 2016
Henry Tovar Mendoza, nacido en Caracas en 1954, es, desde hace 26 años, diácono permanente de la diócesis de Guarenas (Venezuela) y tiene una historia peculiar: antes de su conversión, practicó la brujería y la adivinación y su casa fue un centro ocultista. Hasta que lo invitaron a Cursillos de Cristiandad y Dios actuó dándole lo que durante años la brujería no le aportó: un hijo.

Magia para engendrar hijos
Henry Tovar se casó en 1967 con Bárbara y desde el principio desearon tener hijos con fuerza. Sin embargo, no lograban engendrar descendencia.

Entonces fue cuando empezaron a frecuentar ambientes de brujería y espiritismo. “Bárbara y yo nos refugiamos en la brujería”, recuerda. Visitaban lugares como el santuario espiritista de Montaña de Sorte, en Yaracuy (Venezuela).

Adivinación y contacto con espíritus
Practicaban la adivinación y el contacto con espíritus. Lo que en otros países ser llama ser un "médium" en la tradición espiritista de Venezuela se llama ser "materia". Cada "médium" suele centrarse en una corte (grupo de espíritus, siempre los mismos) ligada a una temática.

“Escalé posiciones y llegué a ser materia del indio Guaicaipuro; y mi esposa Barbará de la India Rosa”, detalla Henry al contar su testimonio al portal Aleteia,ubicando las cortes que trabajaba.

Su casa en Guarenas se convirtió en un centro de ocultismo, espiritismo y adivinación, con sesiones que duraban toda la noche del viernes y asistentes que llegaban de todo el país.

“En mi casa leía tabaco y echaba las cartas”. Cuatro veces al año acudían a los encuentros espiritistas en el Monumento Natural María Lionza en la Montaña de Sorte. A menudo invitaba a sus familiares. Cada vez tenía más renombre en el mundo del espiritismo venezolano.

Pero todas esas prácticas mágicas y adivinatorias no conseguían darles un hijo. Trataban a los sobrinos de su esposa Bárbara como si fueran sus propios hijos, e incluso los presentaban como tales, pero no era bastante para llenar su deseo.

Durante 9 años de magia, el recurso al espiritismo se mostró inútil para engendrar y llenar su vida de vida.

De mal humor, a Cursillos de Cristiandad
Un día un hombre llamado Ezequiel Escalona lo invitó a realizar un Cursillo de Cristiandad. Henry recuerda siempre el día: el 11 de marzo de 1982.

Fui en contra de mi voluntad ya que tenía programado un viaje a Sorte”.

A la semana asistió Bárbara “a regañadientes”, porque “a Henry me lo cambiaron en ese cursillo”.

El Cursillo de Cristiandad tuvo un efecto rotundo: la pareja cesó su relación con la adivinación y la brujería y se puso a disposición del sacerdote Pío Zabala en la parroquia de Nuestra Señora de Coromoto. Más adelante trabajarían con el padre Jesús Zataraín, en la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, en Guarenas, donde perseveran hoy.

Acogidos a Dios, llegaron los embarazos
Además, recibieron una gran noticia: “Al mes de haber salido del cursillo de cristiandad, el Señor Dios nos premió con la bendición del embarazo de nuestro primer hijo, José de Jesús”.  Después vendrían otros dos hijos más.



Al poco de convertirse, Henry ya ayudaba a los sacerdotes de sus parroquias. El padre Fernando Moretta lo animó a estudiar y así fue ordenado diácono en 1990.

Ha casado hijos y bautizado nietos
Como diácono afirma que "me ha llenado de mucho entusiasmo haber casado a mis hijos, sacramentos que igualmente he conferido a mis sobrinos; además de bautizar y darles la primera comunión a mis nietos”.

Momentos emocionantes y duros llegaron también, como oficiar los funerales de su hermano José, de la esposa de él, Clara y a su sobrino Bobney, quienes fallecieron como consecuencia de un accidente en agosto de 2004.



Hoy, como diácono, acompaña con la Palabra de Dios, el servicio en la liturgia y la caridad el caminar en la vida, en lo bueno y en lo malo, de los hombres, siempre confiando en la voluntad del Señor.

Damos gracias a Dios que sigue transformando vidas a través de este instrumento suyo:
Cursillos de Cristiandad.
¡De Colores!