sábado, 16 de agosto de 2014

EL PAPA PIDE AL SECRETRARIO GENERAL DE LA ONU LA INTERVECIÓN EN IRAK

Con dolor, pero firme en la esperanza

El papa Francisco pide al Secretario General de la ONU la inmediata intervención en Irak y ayuda a los refugiados

«Con el corazón cargado y angustiado por los dramáticos eventos de estos últimos días en el norte de Irak»… Así inicia la carta que Papa Francisco ha enviado este 13 de agosto al secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki Moon, minutos antes de iniciar su viaje para la Visita Apostólica a Corea.
14/08/14 7:34 AM | Imprimir | Enviar
(Portaluz/InfoCatólica) Remarca en la misiva el Pontífice, que la comunidad internacional no puede permanecer indiferente a «las lágrimas, los sufrimientos y los gritos desesperados de los Cristianos y de las otras minorías religiosas de la amada tierra de Irak»; y exhorta a que «la comunidad internacional» intervenga –fuerzas de paz- para poner fin a la tragedia, como también a que la ONU dé inmediata asistencia a los refugiados (50 niños están muriendo por día debido a la escasez de agua y alimentos informó este mismo día la agencia AP).

Texto completo de la Carta del Papa a Ban Ki-moon

A Su Excelencia Sr. Ban Ki-moon Secretario General Organización de las Naciones Unidas
Es con el corazón cargado y angustiado que he seguido los dramáticos eventos de estos últimos días en el norte de Irak, donde los cristianos y las otras minorías religiosas han sido obligados a huir de sus casas y asistir a la destrucción de sus lugares de culto y del patrimonio religioso. Conmovido por su situación, he pedido a Su Eminencia el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos -que sirvió como Representante de mis predecesores, el Papa San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI, ante el pueblo de Irak-, que manifieste mi cercanía espiritual y que exprese mi preocupación, y la de toda la Iglesia católica, por el intolerable sufrimiento de aquellos que solo desean vivir en paz, armonía y libertad en la tierra de sus antepasados.
Con el mismo espíritu, le escribo, Señor Secretario General, y pongo ante usted las lágrimas, los sufrimientos y los gritos desesperados de los Cristianos y de las otras minorías religiosas de la amada tierra de Irak. Mientras renuevo mi llamado urgente a la comunidad internacional a intervenir para poner fin a la tragedia humanitaria en curso, animo a todos los organismos competentes de las Naciones Unidas, en particular a los responsables de la seguridad, la paz, el derecho humanitario y la asistencia a los refugiados a continuar sus esfuerzos en conformidad con el Preámbulo y a los Artículos pertinentes a la Carta de las Naciones Unidas.
Los ataques violentos que están extendiéndose a lo largo del norte de Irak no pueden sino despertar las conciencias de todos los hombres y mujeres de buena voluntad para cumplir acciones concretas de solidaridad, para proteger a cuantos son golpeados y amenazados por la violencia y para asegurar la asistencia necesaria y urgente a tantas personas refugiadas, así como también el regreso a sus ciudades y a sus hogares. Las trágicas experiencias del siglo XX y la más elemental comprensión de la dignidad humana, obliga a la comunidad internacional, en particular, a través de las normas y de los mecanismos del derecho internacional, a hacer todo lo posible para detener y prevenir ulteriores violencias sistemáticas contra las minorías étnicas y religiosas.
Confiado en que mi llamado -que uno al de los Patriarcas Orientales y de los demás líderes religiosos-, encontrará una respuesta positiva, aprovecho la oportunidad para renovar a Vuestra Excelencia mi más alta consideración.
Desde el Vaticano, 9 de agosto de 2014

infocatolica.com 

viernes, 15 de agosto de 2014

jueves, 14 de agosto de 2014

ORACIÓN DE S. JUAN PABLO II A NUESTRA SRA. DE LA ASUNCIÓN

Oración del papa Juan Pablo II


Madre en el cielo, tú eres esplendor que no
ensombrece la luz de Cristo, porque vives en él y para él.
Tú eres la inmaculada,
eres transparencia y plenitud de la gracia.
Aquí estamos, pues, tus hijos, para buscar
amparo bajo tu materna protección e implorar
confiados tu intercesión ante los desafíos ocultos del futuro.
Te encomendamos a todos los hombres,
comenzando por los más débiles: A los niños que aún no han visto la luz
y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento;
a los adolescentes rebeldes;
a los jóvenes en busca de sentido,
a las personas adultas que no tienen empleo
y a las que padecen hambre, olvido, violencia y enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas,
a los ancianos, venerables y patriarcas que carecen de asistencia
y a cuantos están solos y sin esperanza.
Abre nuestros corazones a la justicia y al amor,
y guíanos hacia una comprensión
recíproca y hacia un firme deseo de paz. Amén.

ORACIÓN A NUESTRA MADRE, VIRGEN DE LA ASUNCIÓN.

Oraciones para la Virgen de la Asunción
Oración del fray Luis de León

Oda a la Asunción
Al cielo vais, señora,
y allá os reciben con alegre canto.
¡Oh, quién pudiera ahora
asirse a vuestro manto
para subir contigo al monte santo!
De ángeles sois llevada
de quien servida sois desde la cuna,
de estrellas coronada.
¡Tal Reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna!
Volved los blancos ojos,
ave preciosa, sola humilde y nueva,
a este valle de abrojos,
que tales flores lleva,
donde suspirando están los hijos de Eva.
Que, si con clara vista,
miráis las tristes almas desde el suelo,
con propiedad no vista,
las subiréis de un vuelo,
como piedra de imán al cielo, al cielo.


SAN MAXIMILANO, ENSÉÑANOS...

San Maximiliano Mª Kolbe, ruega por todos nosotros.
Enséñanos a amar la Inmaculada Virgen María, nuestra Madre, a ser fieles a Jesucristo  y a vivir cada día como un regalo que hemos de saber aprovechar.






HOY, S. MAXIMILANO Mª KOLBE

MÁRTIR Y APÓSTOL DE LA INMACULADA.
San Maximiliano, ruega por nosotros, especialmente por todos los que son perseguidos por su fe en Cristo, quienes sufren la guerra y están privados de libertad.

14 de Agosto
San Maximiliano KolbeMártir
Año 1941
San Maximiliano KolbeMaximiliano significa: "El más importante de la familia".
Es este uno de los mártires modernos.
Murió en la Segunda Guerra Mundial. Había sido llevado por los nazis al terrorífico campo de concentración de Auschwitz.
Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4...9...10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: "Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?".
En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: "Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre".
El oficial le responde: ¿Y por qué?
- Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita.
El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.
Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.
Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios.
Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.
Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.
Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.
El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado "El Caballero de la Inmaculada", y otro "El Pequeño diario". Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó al Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la guerra mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.
San Maximiliano KolbeLos nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. El ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista "El caballero de la Inmaculada", con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.
Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos.
En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: "Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos".
Quiera Dios que también nosotros seamos capaces de sacrificarnos como Cristo y Maximiliano, por el bien de los demás.











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PERDONAR PARA OBTENER PERDÓN Y SER DISCÍPULOS

¿Cuántas veces lo tengo que perdonar? A Pedro le parecen mucho siete veces, sin embargo Jesús va más lejos: setenta veces siete, es decir, siempre y a todos.
En la  parábola Jesús destaca la falta de generosidad y de amor que en ocasiones tenemos nosotros, que hemos recibido de Dios su misericordia y comprensión, cuando la negamos a nuestros hermanos. Dios nos perdona grandes deudas, y nosotros muchas veces somos incapaces de perdonar incluso las ofensas más pequeñas.
“¿No debías haber tenido compasión de tu compañero, como la tuve yo de ti?” Jesús pide a sus discípulos, a los que queremos ser cristianos, que debemos perdonar como Él, que murió perdonando a sus verdugos.
Perdonar a nuestro prójimo es siempre condición indispensable para obtener el perdón de los pecados y ser discípulos. El aviso de Jesús es claro: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre del Cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”. No se trata sólo de cantidad, siempre y a todos, sino de calidad, esto es, de corazón. Perdona para que puedas ser perdonado. Recuerda que con la medida que midas serás medido
Hoy celebramos a San Maximiliano Kolbe, que murió perdonando a los que le quitaban la vida, es más entregó su vida para que otro no perezca, se puso como Cristo en el lugar de otro para pagar su rescate. Pidamos al Señor que nos conceda un corazón como el suyo capaz de perdonar siempre y a todos.

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Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?

Hoy, preguntar «¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?» (Mt 18,21), puede significar: —Éstos a quienes tanto amo, los veo también con manías y caprichos que me molestan, me importunan cada dos por tres, no me hablan... Y esto un día y otro día. Señor, ¿hasta cuándo los he de aguantar?

Jesús contesta con la lección de la paciencia. En realidad, los dos colegas coinciden cuando dicen: «Ten paciencia conmigo» (Mt 18,26.29). Mientras la intemperancia del malvado, que ahogaba al otro por poca cosa, le ocasiona la ruina moral y económica, la paciencia del rey, a la vez que salva al deudor, a la familia y sus bienes, engrandece la personalidad del monarca y le genera la confianza de la corte. La reacción del rey, en labios de Jesús, nos recuerda aquello del libro de los Salmos: «Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido» (Sal 130,4).

Está claro que nos hemos de oponer a la injusticia, y, si es necesario, enérgicamente (soportar el mal sería un indicio de apatía o de cobardía). Pero la indignación es sana cuando en ella no hay egoísmo, ni ira, ni necedad, sino deseo recto de defender la verdad. La auténtica paciencia es la que nos lleva a soportar misericordiosamente la contradicción, la debilidad, las molestias, las faltas de oportunidad de las personas, de los acontecimientos o de las cosas. Ser paciente equivale a dominarse a uno mismo. Los seres susceptibles o violentos no pueden ser pacientes porque ni reflexionan ni son amos de sí mismos.

La paciencia es una virtud cristiana porque forma parte del mensaje del Reino de los cielos, y se forja en la experiencia de que todo el mundo tenemos defectos. Si Pablo nos exhorta a soportarnos los unos a los otros (cf. Col 3,12-13), Pedro nos recuerda que la paciencia del Señor nos da la oportunidad de salvarnos (cf. 2Pe 3,15).

Ciertamente, ¡cuántas veces la paciencia del buen Dios nos ha perdonado en el confesionario! ¿Siete veces? ¿Setenta veces siete? ¡Quizá más!

miércoles, 13 de agosto de 2014

¿QUIÉN DA COLOR A MI VIDA?

¿Te lo has planteado alguna vez? Sí: ¿Quién da color a mi vida?
Yo sí tengo la respuesta. A la mía es... Dios es quien le da color y la hace única y bella y hace que resplandezca.
Deja tu vida gris y sombría y permite que Dios la inunde de luz y color. ¡Qué diferencia!
¡No lo dudes porque  De Colores se vive mejor!

¡¡ Te Amo Jesús De Todos Colores !!.....

 Por siempre…..¡¡ DE COLORESSSS !!!!

CORREGIR Y RECIBIR LA CORRECCIÓN FRATERNA

Según el evangelio, es obligación del cristiano el velar por el bien espiritual, físico y moral de los hermanos. No podemos ser conscientes de que un hermano peca y nosotros quedarnos tan tranquilos, es caridad cristiana hacerle ver su error, y un pecado no hacerlo. Recordemos la que la forma de corregir al hermano es siempre con gran amor y con mucho cuidado.
Debemos buscar el momento y las palabras adecuadas con el fin de no lastimarlo. Sin embargo, debemos ser sinceros y auténticos. El esfuerzo, debe ir hasta hacernos ayudar de toda la comunidad, si fuera necesario. Recordemos que somos un cuerpo y si un miembro se enferma, se enferma todo el cuerpo. Tampoco se trata de estar buscando todos los pequeños errores de los demás, se trata de las faltas que pueden llevar a la perdición de su vida.
Por otro lado, recordemos que hemos de estar vigilantes para recibir la corrección de nuestros hermanos. Dios nos ama como somos, es verdad, pero rechaza la idea de dejarnos en estas condiciones. El quiere que seamos como Jesús.


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Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él (...) donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos


Hoy, en este breve fragmento evangélico, el Señor nos enseña tres importantes formas de proceder, que frecuentemente se ignoran.

Comprensión y advertencia al amigo o al colega. Hacerle ver, en discreta intimidad («a solas tú con él»), con claridad («repréndele»), su equivocado proceder para que enderece el camino de su vida. Acudir a la colaboración de un amigo, si la primera gestión no ha dado resultado. Si ni aun con este obrar se logra su conversión y si su pecar escandaliza, no hay que dudar en ejercer la denuncia profética y pública, que hoy puede ser una carta al director de una publicación, una manifestación, una pancarta. Esta manera de obrar deviene exigencia para el mismo que la practica, y frecuentemente es ingrata e incómoda. Por todo ello es más fácil escoger lo que llamamos equivocadamente “caridad cristiana”, que acostumbra a ser puro escapismo, comodidad, cobardía, falsa tolerancia. De hecho, «está reservada la misma pena para los que hacen el mal y para los que lo consienten» (San Bernardo).

Todo cristiano tiene el derecho a solicitar de nosotros los presbíteros el perdón de Dios y de su Iglesia. El psicólogo, en un momento determinado, puede apaciguar su estado de ánimo; el psiquiatra en acto médico puede conseguir vencer un trastorno endógeno. Ambas cosas son muy útiles, pero no suficientes en determinadas ocasiones. Sólo Dios es capaz de perdonar, borrar, olvidar, pulverizar destruyendo, el pecado personal. Y su Iglesia atar o desatar comportamientos, trascendiendo la sentencia en el Cielo. Y con ello gozar de la paz interior y empezar a ser feliz.

En las manos y palabras del presbítero está el privilegio de tomar el pan y que Jesús-Eucaristía realmente sea presencia y alimento. Cualquier discípulo del Reino puede unirse a otro, o mejor a muchos, y con fervor, Fe, coraje y Esperanza, sumergirse en el mundo y convertirlo en el verdadero cuerpo del Jesús-Místico. Y en su compañía acudir a Dios Padre que escuchará las súplicas, pues su Hijo se comprometió a ello, «porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20).

martes, 12 de agosto de 2014

LA GRANDEZA DEL HOMBRE NO ESTÁ EN SER EL MÁS IMPORTANTE


Para Jesús la grandeza del hombre, contrariamente a lo que el mundo nos diría, no está en ser el más importante (de la familia, de la oficina, de la escuela, de la ciudad, de la Iglesia, del mundo….), sino en el vivir con sencillez la vida, como lo hace un niño, que no se afana por estas ideas de los adultos. Su mundo infantil está lleno de pequeñas cosas, de sencillez, de mansedumbre y de inocencia.
El Señor nos pide también velar y cuidar a los pequeños, cuanto mal les hacemos en su formación. Por lo que crecen y se hacen adulos con criterios contrarios al evangelio y, “El Padre no quiere que ninguno de estos niños se pierda”. La pregunta que surge es: Y tú, ¿qué vas a hacer?
La parábola de la oveja perdida, nos muestra la experiencia que Jesús tiene de su Padre. Dios es Padre, porque sale al encuentro del perdido, por hacer una oferta de amor al que está en la peor circunstancia.
Dejar las noventa y nueve  para buscar la perdida hasta encontrarla, cargarla sobre sus hombros, alegrarse por su encuentro y participar a otros su alegría, ¿no es esta era  la mejor forma de mostrar a Dios como Padre? Amar a la persona perdida no es no amar a las otras, sino garantizarnos el mismo amor si algún día nos perdemos.
Hoy más que nunca o igual que siempre necesitamos valorar la vida extraviada para no dejarla morir. La vida extraviada necesita que la valoremos y que  no la deje morir. Dios no da a nadie por perdido y siempre busca, siempre espera. ¿Qué hacemos nosotros, los que le tenemos que hacer presente?

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No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños


Hoy, el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta atención, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los hijos pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se convierte en obligación para nosotros: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).

Por tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser pequeño", sino "hacerse pequeño". «Quien se haga pequeño (...), ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4). Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos. No se trata tanto de haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús mismo presenta con cara y ojos.

Para terminar, el Evangelio todavía nos amplía la lección de hoy. Hay, ¡y muy cerca de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios. Como dice san Asterio de Amasea: «La parábola de la oveja perdida y el pastor nos enseña que no hemos de desconfiar precipitadamente de los hombres, ni desfallecer al ayudar a los que se encuentran con riesgo».

ALIMENTARSE DE LA PALABRA DE DIOS


Primera lectura
Ezequiel 2, 8-3, 4

Esto dice el Señor: "Hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte y no seas rebelde como la casa rebelde. Abre la boca y come lo que voy a darte".

Vi entonces una mano tendida hacia mí, con un libro enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito por dentro y por fuera; tenía escritas lamentaciones y amenazas. Y me dijo: "Hijo de hombre, come lo que tienes aquí; cómete este libro y vete a hablar a los hijos de Israel".

Abrí la boca y me dio a comer el libro, diciéndome:
"Hijo de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este libro que te doy". Me lo comí y me supo dulce como la miel. Y me dijo: "Hijo de hombre, anda; dirígete a los hijos de Israel y diles mis palabras".


Meditatio
El texto que leemos el día de hoy nos presenta al profeta comiendo un rollo con palabras en él. Los expertos consideran que lo que le pedía el Señor que hiciera, es que se alimentara con la Palabra de Dios, particularmente con la Ley, para que su labor como profeta estuviera radicada no en pensamientos humanos, sino en la Palabra del Señor.

El pueblo de Israel, la casa rebelde, había recibido también esa palabra pero, como hoy lo dice el Señor, no había querido alimentarse con la Sabiduría divina prefiriendo dirigir su vida por los ídolos. Hoy nos ocurre cosa semejante, pues es triste ver que la mayoría de los cristianos católicos no leen la Sagrada Escritura, no la conocen. La mayoría se conforma con lo que escucha en la misa y la gran mayoría que ni a misa va, pues esos ni siquiera la han hojeado. El Señor te invita a ti, a mí, a todos los que nos acercamos a él, a que nos alimentemos de su Palabra como el profeta Ezequiel, para convertirnos en sus profetas, en predicadores de las Buenas Noticias de salvación.

Este alimento, no sólo nos servirá para fortalecernos, sino incluso para encontrar felicidad y paz en nuestras vidas. No dejes de tomar un buen alimento espiritual todos los días y ponte a las órdenes del Señor, para que, a donde te envíe, puedas ser su profeta y ayudar a este mundo a regresar a Jesús.


Oratio
Tu Palabra Señor, siempre es como un bálsamo suave que cubre mi vida de bendiciones, es el faro que me guía a puerto seguro y mi asidera en tiempos de tribulación. Háblame, Señor, por medio de ella y que tu Espíritu Santo me inspire constantemente y me haga sentir la grave necesidad que tengo de ella, para no apartarme de ti y meditarla despierto y aún mientras duermo.

Operatio
Hoy meditaré e intentaré memorizar una parte del Salmo 19.

evangelizacionactiva

lunes, 11 de agosto de 2014

PON CADA DÍA... (Santa Clara)



“Pon cada día tu alma ante ese espejo (Cristo)
y escruta continuamente tu rostro en él,
para poder adornarte de todas las virtudes” (Santa Clara)

HOY, SANTA CLARA


"Os bendigo en mi vida y después de mi muerte, en cuanto puedo y más aún de lo que puedo, con todas las bendiciones ” (Santa Clara de Asís)

Yendo un día juntos por Galilea


Imagen

Hoy, la liturgia nos ofrece diferentes posibilidades para nuestra consideración. Entre éstas podríamos detenernos en algo que está presente a lo largo de todo el texto: el trato familiar de Jesús con los suyos.

Dice san Mateo que Jesús y los discípulos iban «yendo un día juntos por Galilea» (Mt 17,22). Pudiera parecer algo evidente, pero el hecho de mencionar que iban juntos nos muestra cómo el evangelista quiere remarcar la cercanía de Cristo. Luego les abre su Corazón para confiarles el camino de su Pasión, Muerte y Resurrección, es decir, algo que Él lleva muy adentro y que no quiere que, aquellos a quienes tanto ama, ignoren. Posteriormente, el texto recoge el episodio del pago de los impuestos, y también aquí el evangelista nos deja entrever el trato de Jesús, poniéndose al mismo nivel que Pedro, contraponiendo a los hijos (Jesús y Pedro) exentos del pago y los extraños obligados al mismo. Cristo, finalmente, le muestra cómo conseguir el dinero necesario para pagar no sólo por Él, sino por los dos y no ser, así, motivo de escándalo.

En todos estos rasgos descubrimos una visión fundamental de la vida cristiana: es el afán de Jesús por estar con nosotros. Dice el Señor en el libro de los Proverbios: «Mi delicia es estar con los hijos de los hombres» (Prov 8,31). ¡Cómo cambia, esta realidad, nuestro enfoque de la vida espiritual en la que a veces ponemos sólo la atención y el acento en lo que nosotros hacemos, como si eso fuera lo más importante! La vida interior ha de centrase en Cristo, en su amor por nosotros, en su entrega hasta la muerte por mí, en su constante búsqueda de nuestro corazón. Muy bien lo expresaba Juan Pablo II en uno de sus encuentros con los jóvenes: el Papa exclamó con voz fuerte «¡Miradle a Él!».

viernes, 8 de agosto de 2014

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame


Hoy, el Evangelio nos sitúa claramente frente al mundo. Es radical en su planteamiento, no admite medias tintas: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16,24). En numerosas ocasiones, frente al sufrimiento generado por nosotros mismos o por otros, oímos: «Debemos soportar la cruz que Dios nos manda... Dios lo quiere así...», y vamos acumulando sacrificios como cupones pegados en una cartilla, que presentaremos en la auditoria celestial el día que nos toque rendir cuentas.

El sufrimiento no tiene valor en sí mismo. Cristo no era un estoico: tenía sed, hambre, cansancio, no le gustaba que le abandonaran, se dejaba ayudar... Donde pudo alivió el dolor, físico y moral. ¿Qué pasa entonces?

Antes de cargar con nuestra “cruz”, lo primero, es seguir a Cristo. No se sufre y luego se sigue a Cristo... A Cristo se le sigue desde el Amor, y es desde ahí desde donde se comprende el sacrificio, la negación personal: «Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 16,25). Es el amor y la misericordia lo que conduce al sacrificio. Todo amor verdadero engendra sacrificio de una u otra forma, pero no todo sacrificio engendra amor. Dios no es sacrificio; Dios es Amor, y sólo desde esta perspectiva cobra sentido el dolor, el cansancio y las cruces de nuestra existencia tras el modelo de hombre que el Padre nos revela en Cristo. San Agustín sentenció: «En aquello que se ama, o no se sufre, o el mismo sufrimiento es amado».

En el devenir de nuestra vida, no busquemos un origen divino para los sacrificios y las penurias: «¿Por qué Dios me manda esto?», sino que tratemos de encontrar un “uso divino” para ello: «¿Cómo podré hacer de esto un acto de fe y de amor?». Es desde esta posición como seguimos a Cristo y como —a buen seguro— nos hacemos merecedores de la mirada misericordiosa del Padre. La misma mirada con la que contemplaba a su Hijo en la Cruz.

jueves, 7 de agosto de 2014

HE DECIDIDO SEGUIR A CRISTO







EL SEGUIMIENTO DE JESÚS PASA POR LA CRUZ


En el evangelio de hoy  es muy rico, pero yo quiero compartir con vosotros un aspecto que muchas veces pasamos por alto. Y es que la misión de Jesús pasa por la Cruz, y sin ella no se cumple.  Después de la profesión de fe de Pedro “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús anuncia a los suyos que Él tendría que sufrir mucho y ser ejecutado
También hoy nos lo recuerda a nosotros, intentando quitar de nuestra cabeza la idea triunfalista, que en ocasiones rebrota sobre el Mesías, la iglesia o el MCC. El Mesías no se nos presenta como quien gobierna sentado sobre un trono de oro, sino que reina desde una Cruz, entregando la vida por el mundo, y nosotros, sus discípulos, si queremos  pertenecer al reino, deberíamos tener esto claro.
La reacción de Pedro sobre el misterio de la cruz nos muestra, por una parte el amor de Pedro por Jesús, y la actitud errónea de los cristianos, de buscar un paraíso sin cruz, un Mesías sin pasión.
Para ello, Jesús nos invita a reflexionar y a no pensar como los demás, como el mundo, sino a entrar en la voluntad del Padre que: “envió su Hijo al mundo para que no perezca ninguno de lo que creen en Él” y aceptar el misterio de la Cruz.  Por ello es necesario que nosotros, en medio de este mundo que nos invita al confort y a evitar a toda costa el sufrimiento, aceptemos que el seguimiento de Jesús, forzosamente pasa por la Cruz.
Cada día podemos comprobar cómo los paraísos propuestos por el mundo terminan siempre en desilusión, en muerte; el camino de la resurrección pasa siempre por el dolor, por el dolor redentor, por entregar la vida. No tengas miedo de caminar detrás de Jesús, su amor te sostendrá cada día y tras tu entrega, tras tu muerte de cada día, el Padre responderá con la resurrección que se convertirá en gloria para ti y vida para los demás.

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Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres

Hoy Jesús proclama afortunado a Pedro por su atinada declaración de fe: «Simón Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’. Replicando Jesús le dijo: ‘Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos’» (Mt 16,16-17). En esta felicitación Jesús promete a Pedro el primado en su Iglesia; pero poco después ha de hacerle una reconvención por haber manifestado una idea demasiado humana y equivocada del Mesías: «Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: ‘¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!’. Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ‘¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!’» (Mt 16,22-23).

Hay que agradecer a los evangelistas que nos hayan presentado a los primeros discípulos de Jesús tal como eran: no como unos personajes idealizados, sino gente de carne y hueso, como nosotros, con sus virtudes y defectos; esta circunstancia los aproxima a nosotros y nos ayuda a ver que el perfeccionamiento en la vida cristiana es un camino que todos debemos hacer, pues nadie nace enseñado.

Dado que ya sabemos cómo fue la historia, aceptamos que Jesucristo haya sido el Mesías sufriente profetizado por Isaías y haya entregado su vida en la cruz. Lo que más nos cuesta aceptar es que nosotros tengamos que continuar haciendo presente su obra a través del mismo camino de entrega, renuncia y sacrificio. Imbuidos como estamos en una sociedad que propugna el éxito rápido, aprender sin esfuerzo y de modo divertido, y conseguir el máximo provecho con el mínimo de labor, es fácil que acabemos viendo las cosas más como los hombres que como Dios. Una vez recibido el Espíritu Santo, Pedro aprendió por dónde pasaba el camino que debía seguir y vivió en la esperanza. «Las tribulaciones del mundo están llenas de pena y vacías de premio; pero las que se padecen por Dios se suavizan con la esperanza de un premio eterno» (San Efrén).

miércoles, 6 de agosto de 2014

HOY, FIESTA DE LOS SANTOS NIÑOS

Hoy, 6 de agosto, es la festividad de los Santos Niños Justo y Pastor, patronos de la ciudad y de la diócesis de Alcalá de Henares. Nos felicitamos todos los alcalainos y diocesanos de tener a estos magníficos protectores en honor a los cuales se erigió la insigne catedral Magistral, custodiando sus reliquias.

Que los Santos Niños, san Justo y san Pastor, intercedan por nosotros y nos alcancen la gracia de ser fieles testigos del Evangelio en todos nuestros ambientes.¡De colores!

Catedral de los Santos Niños Justo y Pastor de Alcalá de Henares

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Catedral Magistral de los Santos Justo y Pastor de Alcalá de Henares
Patrimonio de la Humanidad y Bien de interés cultural RI-51-0000085 desde el 28 de diciembre de 1904[1]
Catedral de Alcalá.JPG
TipoCatedral
AdvocaciónSan Justo y San Pastor
UbicaciónBandera de España Alcalá de Henares, España
Coordenadas40°28′50″N 3°22′09″O / 40.480525, -3.369258


Coordenadas: 40°28′50″N 3°22′09″O / 40.480525, -3.369258 (mapa)
Uso
CultoCatólico
DiócesisAlcalá de Henares
Arquitectura
Construcción14361517
Estilo arquitectónicoGótico tardío, Renacimiento
La Santa e Insigne Catedral-Magistral de los Santos Justo y Pastor es la sede episcopal de la diócesis de Alcalá de Henares, y se encuendra en la ciudad del mismo nombre, en la Comunidad de Madrid, (España). Data de 1514 y presenta un marcado estilo gótico isabelino.
Es, junto con la iglesia de San Pedro de Lovaina (Bélgica), el único templo en el mundo que posee el título de Iglesia Magistral, lo que suponía que todos sus canónigos debían ser doctores en teología.[2]


Historia[editar]

Torre de la Catedral desde el huerto de los Leones (act. Jardín de las palabras)
La historia del templo se remonta a la Hispania romana, a la llamada Gran persecución de los cristianos durante el gobierno de Diocleciano (284305). En ese contexto se produce el martirio de los Santos Justo y Pastor que, con siete y nueve años de edad, son ejecutados en 304 en las afueras de Complutum por su oposición a rehusar del cristianismo.
En el lugar donde fueron ejecutados, y con el cristianismo aceptado en el imperio, se levanta una capilla para albergar sus restos en 414. Durante el periodo visigodo se convirtió en catedral, y sus obispos aparecen en los distintos concilios de Toledo desde el siglo VI. En el año 1053 Alcalá (o más bien el castillo de Alcalá la Vieja) fue conquistada por Fernando I de Castilla. Al año siguiente los musulmanes la reconquistan, destruyendo como represalia la catedral, obligando a los mozárabes a trasladarse a Guadalajara y siendo enviados los restos a la actual provincia de Huesca, hasta que en 1118 se reconquista la ciudad y el templo se reconstruye en 1122. Sin embargo, el arzobispo de Toledo Raimundo de Sauvetat consigue, gracias a su amistad con el papa Urbano II que no se restituya la diócesis de Alcalá, y obtiene en 1129 la donación de Alcalá y sus tierras al arzobispado de Toledo de parte de Alfonso VII.
El arzobispo Carrillo (14461482) reconstruye la iglesia y la eleva a la categoría de colegiata. En la época del Cardenal Cisneros (14951517) se la otorga el título de "Magistral" y se proyecta el actual edificio, construyéndose entre 1497 y 1514 en un estilo gótico típico de esa etapa. La portada presenta rasgos flamígeros; la torre se construye entre 1528 y 1582, recibiendo su aspecto actual en 1618, mientras que el claustro procesional y la capilla de San Pedro se incorporan en el conjunto en el siglo XVII.
En 1904 la Magistral es declarada Monumento nacional. Durante la Guerra Civil Española (19361939) la iglesia es incendiada perdiendo prácticamente todos sus tesoros, salvándose algunas rejas y unas sillas del antiguo coro. En 1991 se restaura la diócesis de Alcalá y es elevada a la categoría de catedral-magistral, recuperando aquella diócesis complutense que hubo desde el siglo V hasta el año 1099.[3]

Exterior[editar]

Portada occidental de la catedral de los Santos Justo y Pastor de Alcalá de Henares.
El exterior del templo es sencillo y austero. Las paredes están cubiertas por esgrafiados de tipo segoviano. Destacan la portada de la fachada occidental, de estilo gótico florido, en cuyo medallón central se representa a san Ildefonso; y la alta torre, obra de Rodrigo Gil de Hontañón y Rodrigo Argüello, de estilo renacentista, con una altura de 62,05 metros. Remata esta torre un hermoso chapitel con pizarra de indudable estilo herreriano.
La catedral cuenta con un severo claustro del siglo XVII con arquerías entre pilastras. Los suelos aparecen cubiertos por alfombras renacentistas procedentes de conventos alcalaínos. En uno de los muros se conserva la sepultura del cardenal Cisneros. Desde el claustro se accede a la Sala Capitular y la antigua biblioteca, decorada por Angelo Nardi, ahora Museo Catedralicio.

El interior del edificio está dividido en tres naves, cubiertas por bóvedas de crucería apoyadas sobre pilares fasciculados. La forma general del edificio se asemeja a la tradicional planta de cruz latina con marcado transepto. El edificio entero sufrió mucho en el mencionado incendio, y se perdieron innumerables obras de arte y objetos de gran valor histórico, devocional y sentimental. Actualmente el templo alberga, aparte de sus funciones religiosas, un Centro de interpretación y el Museo catedralicio.

Nave central[editar]

Alzada sobre las naves laterales, sorprende la falta del retablo mayor, que fue una obra gótica con tablas pintadas alusivas a la Pasión de Cristo. En el presbiterio, se conserva una mesa regalada por el papa Sixto V a Felipe II. El espacio está presidido por la imagen de la llamada Virgen de Cisneros, y cerrado por una excelente reja, una de las que sobrevivieron al incendio de 1936.
Urna de plata de los Santos Niños, en la cripta.
El coro ha sido reconstruido a partir de algunos restos conservados del antiguo. El ábside posee recios contrafuertes al exterior y una girola en la que se alternan tramos triangulares y rectangulares apoyados en pilastras góticas con cardinas. En la misma girola está la cripta de los santos Justo y Pastor.
Allí se conserva una urna, con relieves en plata y oro, obra de los hermanos Zureno (1702), en el que reposan los restos de los santos y la piedra en la que fueron martirizados. Estas reliquias fueron trasladados a Huesca y posteriormente a Francia durante la invasión musulmana.

Nave del Evangelio[editar]

Prácticamente no se conserva nada del templo antiguo en esta nave. El espacio se ha destinado a Centro de interpretación de la catedral.

Nave de la Epístola[editar]

Interior de la catedral.
En esta nave se sitúan las capillas más importantes y la parroquia de San Pedro. Esta última fue construida en 1622; presenta una portada de granito en estilo herreriano y un interior barroco, con cúpula de media naranja.
La capilla de la Virgen del Val alberga la imagen de la patrona de Alcalá. La del Ecce Homo presenta una singular estructura en la techumbre que contrasta con la sencilla entrada en arco de medio punto. En la capilla que lleva su nombre se venera el cuerpo incorrupto de san Diego de Alcalá, que se expone a los fieles cada 13 de noviembre, día de su festividad.
De las once capillas que poseía la catedral originariamente, solo se conservan cinco, y los lados correspondientes a las otras seis están pintados en la pared sugiriendo el espacio faltante.
Tras la elevación del templo a catedral, el interior fue restaurado y renovado. Se efectuaron excavaciones que pusieron de manifiesto enterramientos de los siglos XVI, XVII y XVIII.

Museo Diocesano[editar]

Inaugurado en diciembre de 1997. Destaca la sección monográfica dedicada a los Santos Niños Justo y Pastor, y el sepulcro del Arzobispo Carrillo; además muestra el Tesoro, compuesto por objetos de orfebrería religiosa, pinturas, arte suntuario y vestiduras litúrgicas.[4] [5]

Personajes enterrados[editar]

EQUILIBRIO ENTRE LA ORACIÓN Y LA ACTIVIDAD


Transfiguración de Jesús

Casi sin darnos cuenta ya hemos pasado el ecuador del 2014, y hoy en la liturgia se nos presenta esta fiesta de la transfiguración del Señor.
Este pasaje, nos muestra que si bien es cierto que toda nuestra vida está fundada en el encuentro personal con Jesús, producto de nuestra oración, sin la cual nuestra vida cristiana ni da fruto ni subsiste, no debemos olvidar que nos espera un mundo en el que hay que asentar el Reino de Dios, un mundo al que hay que evangelizar.
Los apóstoles, ante la visión gloriosa de Jesús, desearían pasar toda la vida con él. Ya se les había olvidado incluso sus amigos y compañeros a los que habían dejado al pie del monte. ¿No nos pasa a nosotros igual en algunos momentos que vivimos en plenitud, junto al Señor y a la comunidad?.  Pero la vida debe mantener el equilibrio entre la oración y la actividad. De la oración sacaremos la fuerza y la sabiduría para poder acercarnos al mundo y construirlo según el designio de Dios; del trabajo en el mundo regresaremos a la oración con los ojos pesados de sueño, pero con el corazón ardiendo en espera del encuentro con el Señor.
Cuando estemos gozando de la intimidad de Dios, sea en nuestra oración cotidiana, en la Eucaristía o en un Cursillo de Cristiandad, tengamos siempre presente que este regalo nos lo ha concedido Jesús, como lo hizo con sus apóstoles, para fortalecer nuestra fe y para enviarnos a compartir lo que en la oración hemos vivido y experimentado.

cursillosdecristiandad.es

Este es mi Hijo amado


vidapub

Hoy, el Evangelio nos habla de la Transfiguración de Jesucristo en el monte Tabor. Jesús, después de la confesión de Pedro, empezó a mostrar la necesidad de que el Hijo del hombre fuera condenado a muerte, y anunció también su resurrección al tercer día. En este contexto debemos situar el episodio de la Transfiguración de Jesús. Atanasio el Sinaíta escribe que «Él se había revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el vestido divino, y la luz le ha envuelto como un manto». El mensaje que Jesús transfigurado nos trae son las palabras del Padre: «Éste es mi Hijo amado; escuchadle» (Mc 9,7). Escuchar significa hacer su voluntad, contemplar su persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y seguirlo.

Con el fin de evitar equívocos y malas interpretaciones, Jesús «les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos» (Mc 9,9). Los tres apóstoles contemplan a Jesús transfigurado, signo de su divinidad, pero el Salvador no quiere que lo difundan hasta después de su resurrección, entonces se podrá comprender el alcance de este episodio. Cristo nos habla en el Evangelio y en nuestra oración; podemos repetir entonces las palabras de Pedro: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí!» (Mc 9,5), sobre todo después de ir a comulgar.

El prefacio de la misa de hoy nos ofrece un bello resumen de la Transfiguración de Jesús. Dice así: «Porque Cristo, Señor, habiendo anunciado su muerte a los discípulos, reveló su gloria en la montaña sagrada y, teniendo también la Ley y los profetas como testigos, les hizo comprender que la pasión es necesaria para llegar a la gloria de la resurrección». Una lección que los cristianos no debemos olvidar nunca.

martes, 5 de agosto de 2014

INTERESANTE VIDEO SOBRE LOS SANTOS NIÑOS JUSTO Y PASTOR

Interesante vídeo sobre los Santos Niños.
¡No te lo pierdas!
Que los Santos Niños interceda por nosotros y nos alcancen la gracia de ser siempre fieles al Señor Jesús. ¡Gracias por vuestro ejemplo de fe!

 

6 AGOSTO, FIESTA DE LOS SANTOS NIÑOS

6 de agosto; festividad de ls Santos Niños, Justo y Pastor, patronos de Alcalá.
¡Santos Niños, rogar ahora y siempre por nosotros!

Santos Justo y Pastor

Conocidos popularmente como "los santos niños", estos dos hermanos hispano-romanos sufrieron martirio a comienzos del s. IV en Alcalá de Henares bajo la persecución de Diocleciano. Son los patronos de la Catedral Magistral y de la diócesis complutense.
 
Toda ciudad tiene sus fundadores y sus santos protectores. En el caso de Alcalá de Henares este honor corresponde a dos hermanos hispano-romanos, de los que apenas sabemos algo más que el nombre -Iustus et Pastor-, la edad aproximada -todavía niños o casi adolescentes-, y las circunstancias de su muerte -pena de muerte por decapitación al declararse cristianos y negarse a ofrecer el sacrificio a los dioses protectores del Estado.

Nuestra Catedral está dedicada a la memoria de los santos mártires Justo y Pastor, quienes hace diecisiete siglos dieron testimonio -martyrium- de Aquél que había salido a su encuentro prometiéndoles «la vida eterna en el más allá y el ciento por uno, con persecuciones, aquí en la tierra». Su ofrenda conmovió tanto a los habitantes de Complutum, que custodiaron celosamente el lugar de su martirio así como sus restos. Sólo la presencia y el significado de estas reliquias explica suficientemente el progresivo despoblamiento de la antigua ciudad hispano-romana y el nacimiento de la ciudad cristiana en los alrededores de su primitivo lugar de culto. La historia del templo en que nos encontramos y la de la diócesis complutense son inseparables de estos hechos.

El cristianismo es impensable sin una cierta dimensión de «escándalo». Hoy escandaliza su pretensión de verdad, su afirmación de Dios y su misma concepción antropológica. Antiguamente escandalizó a judíos y greco-romanos por su fe en la Encarnación de Dios y por el anuncio de su Muerte y Resurrección. Habrá quien se escandalice también por el culto tributado a los mártires cristianos, al considerarlos simples fundamentalistas religiosos. Pero aquéllos, a diferencia de éstos, no murieron matando, sino bendiciendo; no vivieron odiando, sino amando, lo cuál debería llevar a preguntarnos: ¿hay algo que vale más que la vida?

Justo y Pastor responden afirmativamente: «Tu gracia vale más que la vida». Ellos, con su testimonio, señalan a Cristo, el Dios encarnado, muerto y resucitado por amor a los hombres. Quizá pueda parecer demasiado hermoso para ser cierto, pero... ¿y si fuera verdad?

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