domingo, 28 de julio de 2013

JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR: PADRE NUESTRO



La oración es imprescindible en la vida del creyente. Para que todos aprendan a orar, Lucas nos transmite la oración que Jesús enseñó a sus discípulos. No se trata de una fórmula que haya que repetir de memoria. De hecho el texto paralelo de Mt 6 9-13 muestra que los primeros cristianos se expresaban diversamente. Las dos recensiones diferentes del Padrenuestro deben explicarse por tradiciones litúrgicas distintas. La de Mateo, más próxima al medio judeocristiano; la de Lucas, más breve y con menos embellecimientos litúrgicos, más cercana probablemente a la oración original. Ninguna de estas dos versiones pretende, sin embargo, reproducir literalmente las palabras de Jesús, sino que son el recuerdo vivo y creativo de estas palabras en una comunidad cristiana determinada.
     
  El Padrenuestro resume las convicciones y deseos que deben aparecer en la oración cristiana: la invocación de Dios como Padre y una existencia invadida por el deseo de un mundo diferente. Quizá la clave está en el tema de la paternidad de Dios (Os 11 1-9). La fórmula breve de Lucas, Padre, parece más primitiva que la expresión mateana de Padre que estás en el cielo. En otros contextos de oración, Jesús utiliza la misma fórmula breve para dirigirse a Dios (Lc 10 21-22; 23, 34). Esta palabra traduce el original arameo Abba que utilizaba Jesús para dirigirse a Dios como signo de especial humildad (muchos piensan que habría que traducirla literalmente por "Papaíto"). Es un término que la Iglesia primitiva ha recogido para dirigirse a Dios (Rom 8, 15; Gal 4, 6). Según el sentido de estos textos paulinos, Dios Padre es experimentado por los cristianos, no como un poder que coarta la vida, sino como el autor de nuestra libertad.
   
    La oración debe ser, además, incansable, en espera de recibir de Dios su gran don: el Espíritu (Lc 10 13), que invadirá la Iglesia y el mundo a partir de pentecostés. Dos parábolas expresan los temas de la insistencia en la oración y de su eficacia. Si un amigo, nos dice la primera, da lo que se le pide ante la insistencia del otro, con más motivo Dios actuará así con los que se dirigen a él. Igualmente, insiste la segunda parábola, la oración siempre alcanza su objetivo, el que pide recibe. Es interesante ver el cambio que introduce Lucas con respecto al texto de Mateo. Lo que se recibe no es automáticamente lo que se pide sino el don del Espíritu, que nos permitirá afrontar las situaciones de la vida con las fuerzas de lo alto (véase Mt 7 11que nos dice que la oración obtiene buenas cosas). Lucas elimina así una posible comprensión mágica de la oración de petición.
El Mensaje del Nuevo Testamento
Luis F. García-Viana
Casa de la Biblia

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