PREESCUELA (Alcalá de Henares)
Es
costumbre, cuando empezamos un nuevo ciclo, hacerlo con un retiro o convivencia de inicio de
escuela, para centrar nuestra mirada en lo que nos ocupa, la misión a la que el
Señor nos ha llamado.
Este
año lo hemos hecho con una preescuela, los días 10 al 12 de noviembre en la
casa diocesana de Torrelaguna (municipio perteneciente a nuestra diócesis
alcalaína).
Si
tenemos que poner un titular a lo que hemos vivido estos días, sería: “Ilusión, comunión y entrega”.
Nuestro
carisma está impregnado de esas tres cosas.
Empezamos
la primera noche con una meditación, dirigida por nuestro consiliario D. Javier
Ortega, en la que se nos invitaba a recordar la primera llamada, el primer
amor. Qué precioso recordar la frescura de ese primer encuentro enamorado que
nos impulsa a seguirle con entusiasmo. Podríamos imaginar la sonrisa de Dios
ante ese impulso enamorado mezclado de precipitación e imperfecciones, con las
que Él cuenta. Y en ese clima de oración, pedíamos al Señor que nos renovara
esa primera llamada, ese primer amor.Afianzar nuestra ilusión.
Dios
es el motor que nos ilusiona, nos une y nos lleva a la entrega.
La
ilusión no es un sentimiento, nace
de la convicción de que Dios nos ha llamado, nos ha elegido. Esa convicción nos
llena de alegría y renueva en nosotros el deseo y necesidad de dar testimonio
de lo que Él hace en nosotros, testimonio de vida.
A
partir de aquí, nos adentramos en recordar y conocer más nuestro movimiento, y
su carisma, donde nos sentimos llamados a trabajar para el Señor como opción
prioritaria.
Estuvieron
con nosotros un equipo formado por hermanos del Secretariado Nacional: Goyi
Cerro, Paco Sanz, Rosa Cabanillas, Mario Guimerans, Jaime López y Paco Jiménez,
que nos motivaban e invitaban con sus rollos testimoniales a seguir caminando
aquí, donde Dios nos ha colocado.
Haciendo
un repaso por la historia de nuestro movimiento, descubríamos la dificultad de
los comienzos y a la vez la intensidad de la llamada de esos iniciadores y
colaboradores de entonces, movidos por el mismo carisma, para acercar a Dios a
las personas de aquella época, poniendo las bases y trabajando para desarrollar
lo que somos. Un buen comienzo para sentirnos agradecidos al Señor por
regalarnos formar parte de algo tan grande, a la vez que nos invadía un
espíritu de comunión con ellos. Ahora, como entonces, somos necesarios, Dios
quiere que demos fruto con nuestro carisma (recordábamos las palabras del Papa
Francisco en la ultreya europea en Roma en 2015).
Nos
adentrábamos en hacer un repaso y conocer mejor lo que nos conforma (nuestro
carisma, mentalidad, finalidad), así como la estrategia y método para llevarlo
a cabo con sus tres tiempos: el precursillo, cursillo y poscurillo. Si algo
caracteriza a nuestro movimiento es la amistad desde la unión con Cristo, y esa
es nuestra estrategia. Al estilo de Jesús, persona a persona.
La
amistad que nos lleva a la comunión,
entre nosotros y con los demás. El amor es lo que mueve y motiva. Algo que hemos
podido experimentar y gustar estos días de convivencia.
Todo
ello nos impulsa a la entrega, para
dar lo que hemos recibido.
Tuvimos
tiempo para reflexionar sobre lo que es ser dirigente: un alma que se siente
responsable de una misión. Esta misión me identifica, forma parte de mi ser, y
va donde yo voy, el dirigente lo es sobre todo para el cuarto día, fermentando
nuestros ambientes.
Descubríamos
que la Escuela, motor del movimiento, es una escuela de santidad, formación y
comunión.
Un
maravilloso engranaje, inspirado por el Espíritu Santo, que es Vida, y nos
mueve a comprometer la nuestra por Cristo aquí en Cursillos.
Estos
dos días, nos han ayudado a renovar nuestro compromiso y a dar las gracias a
Dios por lo mucho que nos quiere, dándonos esta comunidad donde Él se hace
presente entre nosotros y nos une en comunión.
Citando
a Sebastián Gayá: el movimiento de Cursillos de Cristiandad es un misterio de
amistad.
Gracias,
hermanos
¡¡De
Colores!!
Emma
Muñoz
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