viernes, 1 de mayo de 2015

INTENCIONES DEL PAPA PARA EL MES DE MAYO

 


Las intenciones de oración del Papa Francisco para el mes de mayo, dedicadas a los medios de comunicación y a María.
  • La intención universal del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de mayo es: ''Para que los medios de comunicación sean instrumentos al servicio de la verdad y de la paz''.
  • Su intención evangelizadora es: “Para que María, Estrella de la Evangelización, guíe la misión de la Iglesia de anunciar a Cristo a todos los pueblos”.

CURSILLOS DE ALCALÁ EN LA ULTREYA EUROPEA

LA III ULTREYA EUROPEA (30 ABRIL-1 DE MAYO) DIÓ COMIENZO CON EL ENCUENTRO CON EL PAPA.

Un nutrido grupo de Cursillos de Alcalá participamos en este evento tan interesante e importante.

Aquí van algunas fotos y vídeos
¡De Colores!
 











DISCURSO DEL PAPA AL MOVIMIENTO DE CURSILLOS EN LA ULTREYA EUROPEA


Discurso del Papa Francisco al Movimiento de Cursillos de Cristiandad,
en el inicio de la Ultreya Europea
(30 de abril de 2015):
Traducción del italiano del texto leído por el Papa sin los agregados.

Queridos hermanos y hermanas,
 
 
 
Saludo a todos ustedes, miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Europa, junto con los obispos y sacerdotes que los acompañan. Ustedes han venido a Roma para su Ultreya, nombre que retoma el antiguo saludo de los peregrinos de Santiago de Compostela, que se animaban los unos a los otros a ir “más allá”, “siempre más allá”. Este es para ustedes un verdadero encuentro entre amigos, un encuentro fraterno de oración, de fiesta y del compartir de su experiencia de vida cristiana. Doy las gracias a sus representantes que han manifestado los propósitos, las problemáticas y las perspectivas de su Movimiento. Por mi parte, quisiera ofrecerles algunas sugerencias útiles para su crecimiento espiritual y su misión en la Iglesia y en el mundo.
 

Ustedes están llamados a hacer que dé fruto el carisma que el Señor les ha confiado y que está en el origen de los Cursillos de Cristiandad, en cuyo grupo de iniciadores se destacan Eduardo Bonnin Aguiló y el entonces obispo de Mallorca, Juan Hervás y Benet, quien supo acompañar el crecimiento del Movimiento con paternal cuidado. En los años cuarenta del siglo pasado ellos, junto con otros jóvenes laicos, se dieron cuenta de la necesidad de llegar a sus coetáneos vislumbrando el deseo de verdad y amor presente en sus corazones. Estos pioneros de su Movimiento fueron auténticos misioneros: no dudaron en tomar la iniciativa y con valentía se acercaron a las personas, involucrándolos con simpatía y acompañándolos en el camino de la fe con respeto y amor. Siguiendo su ejemplo, hoy también ustedes quieren anunciar la Buena Nueva del amor de Dios, acercándose a los amigos,  a los conocidos, a los compañeros de estudio y trabajo para que ellos también puedan vivir una experiencia personal del amor infinito de Cristo que libera y transforma la vida. ¡Qué necesario es salir, sin cansarse, para encontrar a los lejanos!
 

Para ayudar a otros a crecer en la fe, cumpliendo un recorrido de acercamiento al Señor, se debe experimentar en primera persona la bondad y la ternura de Dios. De hecho, nosotros somos movidos por el deseo de ofrecer misericordia cuando experimentamos el amor misericordioso del Padre por nosotros mismos (cf. ib. Evangelii Gaudium, 24). El Señor quiere encontrarnos, habitar con nosotros,  ser nuestro amigo y hermano, nuestro maestro que nos revela el camino a seguir para llegar a la felicidad. Él no pide nada a cambio, pide sólo recibirlo, porque el amor de Dios es gratuidad, puro don. El encuentro con Cristo y con la misericordia del Padre que Él nos dona, es posible sobre todo en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía y en la Reconciliación. En la Santa Misa celebramos el memorial de su sacrificio: todavía hoy Él realmente dona su cuerpo por nosotros y derrama su sangre para redimir a la humanidad. En la Penitencia, Jesús nos recibe con todas nuestras limitaciones y pecados, para donarnos un corazón nuevo capaz de amar como Él, que amó hasta el extremo (cf. Jn 13,1). Otra vía es la meditación de la Palabra de Dios, especialmente la lectio divina, a través de la cual podemos escuchar al Señor, que nos muestra el camino a seguir y nos anima ante las incertidumbres y las dificultades que la vida presenta. Por último, encontramos el amor de Cristo en la Iglesia, que testimonia en las diversas actividades, la caridad de Dios. Todo en la comunidad eclesial tiene como finalidad hacer tocar con la mano a las personas la infinita misericordia divina.
 

El método de evangelización de los Cursillos nació precisamente de este ardiente deseo de amistad con Dios, del cual brota la amistad con los hermanos. Desde el principio se entendió que sólo al interno de relaciones de amistad genuinas era posible preparar y acompañar a las personas en su camino, un camino que parte de la conversión, pasa a través del descubrimiento de la belleza de una vida vivida en la gracia de Dios, y llega hasta la alegría de convertirse en apóstoles en la vida cotidiana. Y así, desde entonces, miles de personas en todo el mundo han sido ayudadas a crecer en la vida de fe. En el contexto actual de anonimato y aislamiento típico de nuestras ciudades, cuán importante es la dimensión acogedora, familiar, a escala humana, que ustedes ofrecen en los encuentros de grupo. Que siempre puedan mantener el clima de amistad y de fraternidad en el cual rezar y compartir cada semana las experiencias, éxitos y fracasos apostólicos.
 

A estas reuniones de pequeño grupo es importante acompañarlas con momentos que favorezcan la apertura a una dimensión social y eclesial más grande, involucrando también a los que entran en contacto con su carisma, pero que no suelen participar habitualmente en un grupo. La Iglesia, de hecho, es una «madre de corazón abierto» que nos invita a veces a «detener el paso», a «dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar»,  a «renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino» (Exhort. Ap. Evangelii Gaudium, 46). Es bello ayudar a todos, también a aquellos a quienes les cuesta más vivir su propia fe, a permanecer en contacto con esta madre, siempre cercanos a esta gran familia acogedora que es la Iglesia.
 

¡Los animo a ir “siempre más allá”, fieles a su carisma! A mantener vivo el celo, el fuego del Espíritu que siempre impulsa a los discípulos de Cristo a alcanzar a los lejanos, a «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (ibíd., 20). ¡Qué bello es anunciar a todos el amor de Dios que salva y da sentido a nuestra vida! ¡Ayudar a los hombres y mujeres de hoy a descubrir la belleza de la fe y de la vida de gracia que se puede vivir en la Iglesia, nuestra madre! Y lo harán si son dóciles, en actitud de humildad y confianza a la guía de esta santa madre, que siempre busca el bien de todos sus hijos; si están en sintonía con sus Pastores y unidos a ellos en la misión de llevar a todos la alegría del Evangelio.
 

Que los ayude en su camino y en su apostolado la Virgen María, Madre de la divina Gracia. De corazón les doy mi bendición, y les pido que por favor recen por mí. (Traducción del italiano: Griselda Mutual, RADIO VATICANA).



Crónica del discurso:



Hoy también ustedes quieren anunciar la Buena Nueva del amor de Dios, acercándose a los amigos,  a los conocidos, a los compañeros de estudio y trabajo para que ellos también puedan vivir una experiencia personal del amor infinito de Cristo que libera y transforma la vida. ¡Qué necesario es salir, sin cansarse, para encontrar a los lejanos!”, dijo el Obispo de Roma en el Aula Pablo VI colmada por los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

“Este es para ustedes un verdadero encuentro entre amigos, un encuentro fraterno de oración, de fiesta y del compartir de su experiencia de vida cristiana”, expresó, después de escuchar a los que manifestaron los propósitos, las problemáticas y las perspectivas del Movimiento y antes de ofrecerles algunas sugerencias útiles para el crecimiento espiritual y su misión en la Iglesia y en el mundo.
 

“Ustedes están llamados a hacer que dé fruto el carisma que el Señor les ha confiado y que está en el origen de los Cursillos de Cristiandad…”. Para ayudar a otros a crecer en la fe “se debe experimentar en primera persona la bondad y la ternura de Dios. De hecho, nosotros somos movidos por el deseo de ofrecer misericordia cuando experimentamos el amor misericordioso del Padre por nosotros mismos” citando Evangelii Gaudium, 24. Dijo también que “el Señor quiere encontrarnos, habitar con nosotros,  ser nuestro amigo y hermano, nuestro maestro que nos revela el camino a seguir para llegar a la felicidad. Él no pide nada a cambio, pide sólo recibirlo, porque el amor de Dios es gratuidad, puro don. El encuentro con Cristo y con la misericordia del Padre que Él nos dona, es posible sobre todo en los Sacramentos…”,  “Otra camino es la meditación de la Palabra de Dios… Por último, encontramos el amor de Cristo en la Iglesia… Todo en la comunidad eclesial tiene como finalidad hacer tocar con la mano a las personas la infinita misericordia divina”.
 

El Vicario de Cristo concluyó su exhortación animando a que “las reuniones de pequeño grupo es importante acompañarlas  con momentos que favorezcan la apertura a una dimensión social y eclesial más grande, involucrando también a los que entran en contacto con su carisma, pero que no suelen participar habitualmente en un grupo. La Iglesia, de hecho, es una «madre de corazón abierto» que nos invita a veces a «detener el paso», a «dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar»,  a «renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino» (Exhort. Ap. Evangelii Gaudium, 46). Es bello ayudar a todos, también a aquellos a quienes les cuesta más vivir su propia fe, a permanecer en contacto con esta madre, siempre cercanos a esta gran familia acogedora que es la Iglesia”. Servicio de Jesuita Guillermo Ortiz de RADIO VATICANA.

VIDEO DEL ENCUENTRO DEL PAPA CON CURSILLOS EN LA ULTREYA EUROPEA



No te pierdas el vídeo del Encuentro con el Papa de ayer, inicio de la Ultreya Europea.

Se dirige al Santo Padre en primer lugar Álvaro, nuestro Presidente Nacional al ser el Presidente del Grupo Europeo de Trabajo.



S. JOSÉ OBRERO. LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

1 de mayo. San José, obrero


«Los derechos de los trabajadores» en el Magisterio de la Iglesia

«La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al “comunismo” o “socialismo”. Por otra parte, ha rechazado en la práctica del “capitalismo” el individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano (cf CA 10. 13. 44). La regulación de la economía por la sola planificación centralizada pervierte en su base los vínculos sociales; su regulación únicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque “existen numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado” (CA 34). Es preciso promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas económicas, según una justa jerarquía de valores y con vistas al bien común» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2425).

«Los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente. El Magisterio social de la Iglesia ha considerado oportuno enunciar algunos de ellos, indicando la conveniencia de su reconocimiento en los ordenamientos jurídicos: el derecho a una justa remuneración; el derecho al descanso; el derecho «a ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física de los trabajadores y no dañen su integridad moral»; el derecho a que sea salvaguardada la propia personalidad en el lugar de trabajo, sin que sean «conculcados de ningún modo en la propia conciencia o en la propia dignidad»; el derecho a subsidios adecuados e indispensables para la subsistencia de los trabajadores desocupados y de sus familias; el derecho a la pensión, así como a la seguridad social para la vejez, la enfermedad y en caso de accidentes relacionados con la prestación laboral; el derecho a previsiones sociales vinculadas a la maternidad; el derecho a reunirse y a asociarse. Estos derechos son frecuentemente desatendidos, como confirman los tristes fenómenos del trabajo infraremunerado, sin garantías ni representación adecuadas. Con frecuencia sucede que las condiciones de trabajo para hombres, mujeres y niños, especialmente en los países en vías de desarrollo, son tan inhumanas que ofenden su dignidad y dañan su salud». (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 301).

 
«A los defensores de «la ortodoxia», se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y de los regímenes políticos que las mantienen. La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos, y especialmente a los pastores y a los responsables. La preocupación por la pureza de la fe ha de ir unida a la preocupación por aportar, con una vida teologal integral, la respuesta de un testimonio eficaz de servicio al prójimo, y particularmente al pobre y al oprimido. Con el testimonio de su fuerza de amar, dinámica y constructiva, los cristianos pondrán así las bases de aquella «civilización del amor» de la cual ha hablado, después de Pablo VI, la Conferencia de Puebla. Por otra parte, son muchos, sacerdotes, religiosos y laicos, los que se consagran de manera verdaderamente evangélica a la creación de una sociedad justa» (1). De hecho, «la rectitudo fidei, esto es, la ortodoxia, es patrimonio irrenunciable y condición primaria para la rectitudo morum u ortopraxis» (2); más aún: «la adecuada profesión de fe debe ser confirmada con una vida santa. La ortodoxia exige la ortopraxis» (3).
Desde estos presupuestos proponemos a nuestros lectores algunos textos del Magisterio sobre los derechos de los trabajadores, teniendo en cuenta que «por encima de los intereses o visiones parciales ha de colocarse el bien integral del hombre, creado a imagen de Dios y llamado a un destino eterno. En Cristo se nos ha revelado plenamente el amor de Dios y la sublime dignidad del hombre» (4). De hecho, también así lo enseña el Papa Francisco, cuando explica que este momento de crisis, «no consiste en una crisis sólo económica; no es una crisis cultural. Es una crisis del hombre: ¡lo que está en crisis es el hombre! ¡Y lo que puede resultar destruido es el hombre!» (18-05-2013).

Con esta perspectiva, que busca el bien integral de la persona, y exige, por tanto, con la gracia de Dios, una vida teologal integral, la tradición catequética nos pone en alerta a todos – personal y socialmente –, y nos recuerda, con caridad y verdad, que «existen “pecados que claman al cielo”. Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4, 10); el pecado de los sodomitas (cf Gn 18, 20; 19, 13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3, 7-10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (cf Ex 22, 20-22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24, 14-15; Jc 5, 4)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1867). Como se ve, todo de plena actualidad.



Para saber más:
 

SAN JOSÉ OBRERO, PATRONO DE LOS TRABAJADORES



San José: Damos gracias por tener un trabajo digno, nos encomendamos a ti para realizarlo bien y te rogamos nos ayudes a encontrarlo a todos aquellos que no disponemos de él.
San José bendito, ruega por nosotros.

FELIZ DÍA DE SAN JOSÉ OBRERO

Foto de Carmen Parejo Pernía.

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que quiso ser tenido como el hijo del carpintero. Aleluya.

HIMNO.
Porque fue varón justo, ...
le amó el Señor,
y dio el ciento por uno
su labor.


El alba mensajera
del sol de alegre brillo
conoce ese martillo
que suena en la madera.

La mano carpintera
madruga a su quehacer,
y hay gracia antes que sol en el taller.

Cabeza de tu casa
del que el Señor se fía,
por la carpintería
la gloria entera pasa.

Tu mano se acompasa
con Dios en la labor,
y alargas tú la mano del Señor.

Y, pues que el mundo entero
te mira y se pregunta,
di tú cómo se junta
ser santo y carpintero,
la gloria y el madero,
la gracia y el afán,
tener propicio a Dios y escaso el pan.

Elevemos nuestras súplicas al Señor, que hace justos a los hombres:
Danos vida con tu justicia, Señor.

 Tú que llamaste a nuestros padres en la fe para que caminaran en tu presencia con un corazón sincero,
- haz que, siguiendo sus huellas, seamos perfectos como tú nos mandas.
Tú que elegiste al justo José para que alimentara a tu Hijo en su infancia y juventud,
- haz que sirvamos en nuestros hermanos al cuerpo místico de Cristo.
Tú que entregaste la tierra a los hombres para que la llenaran y la sometieran,
- enséñanos a trabajar con denuedo en este mundo, buscando siempre tu gloria.
Acuérdate, padre universal, de la obra de tus manos;
- da a todos trabajo, pan y una condición de vida digna.
Padre nuestro…
Y mediante la oración de la Iglesia, supliquemos a San José, Dios todopoderoso, creador del universo, que has impuesto la ley del trabajo a todos los hombres, concédenos que, siguiendo el ejemplo de san José, y bajo su protección, realicemos las obras que nos encomiendas y consigamos los premios que nos prometes. Por nuestro Señor Jesucristo.