lunes, 27 de agosto de 2012

HOY HE DE REFLEXIONAR SOBRE LO HIPÓCRITA QUE HAY EN MI, EN NOSOTROS, EN NUESTRA FAMILIA, EN NUESTRA IGLESIA, EN NUESTRA SOCIEDAD


 

Al reflexionar sobre los ¡ay! tengo que pensar en los doctores y en los fariseos del tiempo de Jesús, pero también y sobre todo en el hipócrita que hay en mí, en nosotros, en nuestra familia, en nuestra Iglesia, en la sociedad de hoy.
El primer ‘ay’ contra los que cierran la puerta del Reino.¿Cómo cierran el Reino? Presentando a Dios como un juez severo, dejando poco espacio a la misericordia. Imponiendo en nombre de Dios leyes y normas que no tienen nada que ver con los mandamientos de Dios, falsificando la imagen del Reino y matando en los otros el deseo de servir a Dio y el Reino. Una comunidad que se organiza alrededor de este falso dios “no entra en el Reino”, ni es expresión del Reino, e impide que sus miembros entren en el Reino.
El segundo ‘ay’ contra los que usan la religión para enriquecerse. Jesús permite que los discípulos vivan del evangelio, pues dice que el obrero merece su salario, pero usar la oración y la religión como medio para enriquecerse, esto es hipocresía y no revela la Buena Nueva de Dios. Transforma la religión en un mercado. Cuando el mago Simeón quiso comprar el don del Espíritu Santo, Pedro lo maldijo (Hec 8,18-24). Simón recibió la “condena más severa” de la que Jesús habla en el evangelio de hoy.
El tercero ‘ay’ contra los que hacen proselitismo. Hay personas que se hacen misioneros y misioneras y anuncian el evangelio no para irradiar la Buena Nueva del amor de Dios, sino para atraer a otros a su grupo o a su iglesia. El objetivo de la misión no es para que los pueblos se vuelvan católicos, ni para hacer proselitismo, sino para que los pueblos tengan vida, y vida en abundancia.
El cuarto ‘ay’ contra los que viven haciendo juramento. Jesús hace un largo razonamiento para mostrar la incoherencia de tantos juramentos que la gente hacía o que la religión oficial mandaba hacer: juramento por el oro del templo o por la ofrenda que está sobre el altar.
 
Son cuatro ‘Ay’, cuatro motivos para recibir la crítica severa de parte de Jesús. ¿Cuál de las cuatro críticas cabe en mí?
Nuestra Iglesia, ¿se merece hoy estos ‘ay’ de parte de Jesús?
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
http://www.cursillosdecristiandad.es/

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