Querida Madre Inmaculada. Te damos infinitas gracias por tu cuidado maternal y tu patronazgo sobre nuestro Cursillo 73. Te pedimos nos ayudes a vivir nuestro Cuarto Día siendo fieles al sí que le hemos dado a Jesús, y siempre nos lleves de tu mano hacia Él, que es nuestro Maestro, Camino, Verdad y Vida.
Madre de Misericordia y Madre de la Divina Gracia, ruega siempre por nosotros tus hijos e hijas de Cursillos, oh Virgen gloriosa, bendita y Purísima.
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"Virgen Santa e Inmaculada, a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo y nuestro amparo maternal,
nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María. En Ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje el esplendor del Evangelio.
Eres toda belleza, María. En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Eres toda belleza, María. En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de la verdadera alegría.
Eres toda belleza, María. Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra ciudad y al mundo entero.
Amén". (P.P. Francisco)
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