Nuestra Señora del Adviento,
Madre de todas nuestras expectativas,
Tú que sentiste tomar carne en tu seno
la Esperanza de tu pueblo,
la Salvación de Dios,
sostiene nuestras maternidades
y paternidades, carnales y espirituales.
Madre de todas nuestras esperanzas,
Tú que acogiste el poder del Espíritu
para dar carne a las promesas de Dios,
concédenos encarnar al Amor,
signo del Reino de Dios,
en todas las acciones de nuestra vida.
Nuestra Señora del Adviento,
Madre de nuestra vigilancia,
Tú que diste un rostro a nuestro futuro,
fortifica a los que dan a luz con dolor
un mundo nuevo de justicia y de paz.
Tú, que contemplaste al Niño de Belén,
haznos atentos a los signos imprevisibles
de la ternura de Dios.
Nuestra Señora del Adviento,
Madre del Crucificado,
tiende tu mano a los que mueren
y acompaña su nuevo nacimiento
en los brazos del Padre.
Nuestra Señora del Adviento, icono pascual,
concédenos esta gozosa vigilancia que discierne,
en el tejido de la vida cotidiana,
en el paso y en la venida de Cristo el Señor.
Michel Hubaut.
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