martes, 25 de marzo de 2014

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR


¿Qué bueno es Dios! Nos da otro “descansito” en la penitencia cuaresmal con la Solemnidad de hoy.
Al comienzo de la primavera, estación que nos anuncia vida, alegría, luz, la Iglesia celebra LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR. La primavera anuncia a la vida, el misterio de la Encarnación también, y nuestro caminar por esta cuaresma también en busca de la Pascua.
La solemnidad que celebramos, es para nosotros, un verdadero encuentro mariológico sin duda alguna, pero quizás es mayormente un encuentro cristológico. Ya que la Anunciación del Señor, representa el acontecimiento más asombroso que ha ocurrido en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad. Hoy empezó todo. Hoy apareció Dios hecho hombre; entre los hombres, en las entrañas purísimas de la Madre.
El «sí» de María es el reflejo perfecto del «sí» de Cristo, cuando entró en el mundo, como escribe la Carta a los Hebreos: «¡He aquí que vengo - pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (10, 7). La obediencia del Hijo se refleja en la obediencia de la Madre y de este modo, gracias al encuentro de estos dos «síes», Dios ha podido asumir un rostro de hombre. Por este motivo la Anunciación es también una fiesta cristológica, pues celebra un misterio central de Cristo: su Encarnación. “Gracias al «sí» de Cristo y de María, Dios pudo asumir un rostro de hombre”. (decía Benedicto XVI, el 25-III- 2007)
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». La respuesta de María al ángel continúa en la Iglesia, llamada a hacer presente a Cristo en la historia, ofreciendo su propia disponibilidad para que Dios siga visitando a la humanidad con su misericordia.
La Encarnación de Dios en Jesús es el acontecimiento de la humanización de Dios en un hombre. Lo cual quiere decir que sólo la experiencia humana del judío Jesús es la que nos revela lo que es Dios, quién es Dios y cómo es Dios. La Encarnación, por lo tanto, no es sólo la divinización del hombre, sino ante todo la humanización de Dios. A Dios no lo encontramos " divinizándonos ". Y menos aún " endiosándonos ". Sólo " humanizándonos " encontramos al Dios-Padre del que nos habla Jesús.
Hoy es día de agradecimiento a Dios por su amor y a María por su generosidad y entrega.
En este período Cuaresmal, contemplamos más frecuentemente a la Virgen que en el Calvario sella el «sí» pronunciado en Nazaret. Unida a Jesús, testigo del amor del Padre, María vivió el martirio del alma. Invoquemos con confianza su intercesión para que la Iglesia, fiel a su misión, dé al mundo entero testimonio valiente del amor de Dios
Que Ella nos ayude a prepararnos fiel y eficazmente para la Pascua.

Comentarios realizados por: José Antonio Marzoa Rodríguez (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
cursillosdecristiandad.es

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