martes, 29 de noviembre de 2016

ADVIENTO 2016


“En este tiempo de Adviento estamos llamados a alargar el horizonte de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades.
Se necesita aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene en la hora en la que no imaginamos. 
El Señor nos hace una invitación a la sobriedad, a no ser dominado por las cosas de este mundo, por las realidades materiales, sino más bien a gobernarlas.
Si, por el contrario, nos dejamos condicionar y dominar por ellas, no podemos percibir que hay algo mucho más importante: nuestro encuentro final con el Señor que viene por nosotros.
Se trata de una invitación a la vigilancia, porque no sabiendo cuando vendrá Él, se necesita estar siempre preparado para partir.
La página del Evangelio nos introduce en uno de los temas más sugerentes del tiempo de Adviento: la visita del Señor a la humanidad.
La primera visita ocurrió con la Encarnación, el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén; la segunda en el presente: el Señor nos visita continuamente, cada día, camina a nuestro lado y es una experiencia de consuelo; y al final será la última, que profesamos todos cada vez que recitamos el Credo: ‘Dios vendrá de nuevo en la gloria para juzgar a los vivos y a los muertos’.
La “venida de improviso del Señor”: Siempre nos sorprende pensar en las horas que proceden una gran calamidad: todos hacen las cosas sin darse cuenta de que su vida está a punto de ponerse del revés.
“El Evangelio no nos quiere dar miedo, sino abrir nuestro horizonte a otra dimensión, más grande, que por una parte relativiza las cosas de cada día pero al mismo tiempo las hace más preciosas, decisivas.
El Adviento viene para introducirnos en una dimensión más bella y más grande".
Papa Francisco, Ángelus 27 de noviembre 2016 

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