lunes, 15 de abril de 2013

SEÑOR, TU SABES QUE TE QUIERO

PASCUA ES INVITACIÓN AL AMOR.
« “Simón de Juan, ¿me amas más que estos?” Le dice él: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero.”» (Juan 21,1-19)

En este tercer domingo de Pascua, Jesús nos invita a reflexionar un momento sobre el significado del amor en nuestra vida de cristianos. La historia humana es una impresionante búsqueda de amor, acompañada de maravillosos éxitos y grandes fracasos. La aspiración más profunda del corazón del hombre, es el deseo de amar y de ser amado. Él ha sido creado por amor y para el amor, y sólo en el amor puede desarrollarse y hacerse fecundo.

Es, seguramente, también una experiencia nuestra: el amor es lo esencial y principal de nuestra vida humana. Y conocemos también la otra cara de la moneda: sólo es estéril quien vive sin amor; solo el egoísta fracasa en su vida. En la vida del cristiano, el amor tiene que manifestarse en dos dimensiones: hacia Dios y hacia los hermanos. Y es en la persona de Jesucristo en que se unen, se cruzan estas dos dimensiones del amor. Él es el Hombre-Dios. En Él reconocemos y encontramos, a la vez, a Dios y al hombre. Por eso, cuando amamos a Jesús se confunden en una sola cosa, el amor a Dios y el amor a los hombres. Así, la vinculación fundamental, el amor original del cristiano debe dirigirse a Jesucristo. Es por eso que Jesús, en el Evangelio de hoy, le pregunta a Pedro tres veces por su amor a Él. Un amor vital, profundo y personal a su Maestro es lo más importante y decisivo en ese momento, en que Jesús llama a Pedro a ser jefe de los apóstoles y de la Iglesia.

Pero me parece que esta pregunta de Jesús se dirige no sólo a San Pedro, sino también a todos nosotros. Cada uno de nosotros, en lo profundo del corazón, debe responderle. Cada uno de nosotros debe examinarse a sí mismo, debe examinar su actitud, su fidelidad, su amor frente a Jesucristo.

No sé si todos nosotros podemos responder con la misma sinceridad que Pedro: “Señor, tú sabes que te quiero”. Porque me parece que el mundo de hoy sufre una grave enfermedad: está disminuyendo e incluso muriendo el amor; el corazón de muchos se enfría y ya no es capaz de amar ni de sentirse amado.

¿Quién de nosotros no sufre bajo esta enfermedad del tiempo actual?

¿Quién de nosotros no sufre bajo esta falta de amor desinteresado y generoso hacia Jesús, hacia Dios, hacia los demás?

¿Quién de nosotros no se siente cautivo de su propio egoísmo, el cual es el enemigo mortal de cada amor autentico? Y entonces nos queda la pregunta: ¿Qué podemos hacer para que crezca y se profundice nuestro amor a Cristo? Respondo bajos aspectos: primero, debemos luchar contra el egoísmo, que está muy dentro de nosotros mismos. Segundo, para poder amar a Jesús tenemos que conocerlo, mirando su vida, escuchando sus enseñanzas. Si no lo conocemos, si no sabemos nada de su generosidad, ni de su entrega desinteresada, ni de su amor abundante hacia nosotros entonces nunca vamos a responderle a su amor. Por eso tenemos que dedicarle tiempo a Él, para leer su Evangelio, para hablar con Él, para conocer y meditar su vida, para quedamos en su compañía.

Padre Elcías Trujillo Núñez.

¡¡ D E   C O L O R E S  !!

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