Resumen de las ideas principales de La Exhortación
Introducción a este resumen:
La exhortación es en esencia, una invitación a la Iglesia a embarcarse en una nueva etapa evangelizadora. Hay una serie de ideas que son transversales al documento y que aparecen, con diversas formulaciones, repetidas veces:
1. El encuentro con Jesús genera un gozo y alegría que da plenitud y que es misionera, pide ser llevada a otros.
2. De este encuentro nace la vocación misionera de todo cristiano y la iglesia como pueblo de Dios. Por eso un plan de evangelización ha de contemplar a toda la iglesia como sujeto evangelizador.
3. Es Dios quien dará fecundidad de la tarea de evangelizar, porque es Dios quien la suscita y quien la hará fructificar.
4. Hay un anuncio esencial y “primero”: Jesucristo te ama y te salva. Toda obligación “moral o religiosa” es secundaria respecto a este anuncio central.
5. Se deben cuidar los tiempos del anuncio, respetando los procesos personales y acompañando a la persona en su camino de búsqueda-encuentro.
6. La mística de la projimidad: El anuncio del evangelio pide ser hecho en proximidad, con rostro, desde la cercanía al otro.
7. Evangelizar es hacer presente el Reino de Dios: Nos salvamos en comunidad, porque la redención obrada por Cristo incluye las relaciones sociales y porque el Misterio de la Trinidad es un misterio de comunidad.
8. Es Dios mismo quien grita a cada cristiano en los pobres y nos pregunta ¿dónde está tu hermano?
En ocasiones he agrupado párrafos de distintos epígrafes o he creado epígrafes nuevos. Por claridad he mantenido los números de los párrafos.
Preámbulo:
Recoge sintéticamente el núcleo de la exhortación. Dejarse encontrar por Jesús, que fue anunciado como portador de gozo y alegría en AT. Es un encuentro facilitado y deseado por Dios del que brota una alegría misionera. La novedad brota del propio evangelio: el amor de Dios manifestado en Cristo muerto y resucitado, de ahí surgirán modos y caminos nuevos para anunciarlo. La fecundidad de la tarea consiste en que es Dios quien anuncia y convoca, suya es la iniciativa.
Capítulo primero: Transformación de la Iglesia misionera:
Una Iglesia "en Salida"
La iglesia es concebida como pueblo de Dios. Así se concibe a todo el pueblo a cargo de la misión de evangelizar. La evangelización nace del mandato del resucitado que envía y de la alegría que produce acoger este anuncio que coloca a la Iglesia en posición de "salida", la configura como misionera, la invita a “primerear”. A imitación del Señor que amó a su iglesia primero, esta ha de saber tomar la iniciativa y salir a buscar, arriesgar, amar primero (24-32). Consiste en tener la disposición de acompañar, con aguante apostólico, sin maltratar límites y sin caer en la queja alarmista por ver la cizaña en medio del trigo. El papa invita a anunciar el evangelio "allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado" (32).
La nueva evangelización exige la renovación para volver a conectar con el misterio que le es propio. Esto requiere capacidad de arriesgar y es mejor una iglesia accidentada, manchada o herida que una iglesia "enferma por el encierro y la comodidad" (49). El obispo ha de velar por la esperanza del pueblo, en medio alentando, atrás cuidando a los rezagados o dejándose guiar por el pueblo que tiene "olfato para encontrar nuevos caminos".
Desde el Evangelio (34-39) - con corazón de madre (40-49):
La Iglesia encuentra en el padre del Hijo Pródigo un modelo de misión y evangelización que le llama a ser abierta y facilitadora de la gracia, no su controladora (47).Se debe discernir la jerarquía de verdades de la doctrina de la Iglesia y transmitir el mensaje central del evangelio: "el amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo" (36), no se debe ceder el centro ni a la ley moral ni a la ascesis y evitar poner las formas litúrgicas por encima de las necesidades del pueblo y del Evangelio (94-5).
Capítulo segundo: En la crisis del compromiso comunitario:
Algunos desafíos del mundo actual (52-75)
Mirada sobre los signos del Reino y sobre tentaciones que atentan contra él en la sociedad y sobre los dinamismos que pueden entorpecer el espíritu misionero de la Iglesia. El análisis de la sociedad contemporánea refleja un escenario de desigualdad, donde una mayoría que lucha para vivir con un mínimo de dignidad en los países en desarrollo. Se rechaza la lógica del mercado que no pone a la persona en el centro como “economía que mata". Esta crisis económica esconde una crisis antropológica, el dinero como nuevo becerro de oro reduce al ser humano a consumidor. Se propugna recuperar la ética en el ordenamiento de la política económica para que incorpore la dignidad de la persona y el bien común como criterios y que mejore la distribución y equidad de los ingresos.
En algunos países hay falta de libertad religiosa, pero mayoritariamente se trata de una difusa indiferencia relacionada con la crisis de las ideologías y el desencanto o con la cultura de la imagen y el bienestar inmediato. Paradójicamente, este secularismo racional ha generado un vacío que empieza a ser llenado por nuevas formas de religión (a menudo sin dios). Este vacío refleja una sed que constituye una oportunidad y una llamada a la renovación eclesial.
Desafíos de la inculturación de la fe y culturas urbanas (68-118)
La Iglesia reconoce las semillas del Verbo en las culturas con tradición cristiana. Hay que nuevas formas y nuevos espacios que posibiliten el diálogo sobre los valores fundamentales. La diversidad cultural no es una amenaza para la Iglesia "No haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde" (117-8).
La piedad cristiana no es asimilable a formas puramente exteriores de devociones particulares exentas de la promoción social y la formación de los fieles (75). La piedad popular es la “expresión de la acción misionera espontánea del pueblo de Dios", una adaptación que enriquece la fe con formas de expresión nuevas (122), que refleja la sed de Dios del pueblo sencillo (123) y da testimonio de la vida teologal del pueblo (126).
II Tentaciones de los agentes pastorales (76-109)
En esta sección elaboro mis propios epígrafes porque me ha parecido más clarificador.
Triada perniciosa: Individualismo, crisis de identidad, y caída de fervor:
Triada perniciosa para el agente de pastoral: Individualismo, crisis de identidad, y caída de fervor, que degeneran en: un relativismo práctico, una vivencia gris del seguimiento y en una psicología de tumba. Todo ello reduce a los agentes de pastoral a profetas calamitosos y pesimistas quejosos (80-4). Para evitarlo; cultivar la espiritualidad en la acción pastoral, de modo que el evangelizador llegue a ser una persona de fe que cuide de las esperanzas de los demás (86).
Fraternidad mística - Acompañamiento personal – Anuncio kerigmático.
Consiste en cultivar las distancias cortas, a ejercer la ternura, a correr el riesgo "del encuentro con el rostro del otro", con su dolor (88). Su ausencia lleva a un elitismo que se fortifica tras seguridades doctrinales, alejándose del Evangelio y de las necesidades reales de la gente (94-7). El papa propugna una evangelización que incluye el crecimiento de la persona, incluye la pregunta por el proyecto de Dios para cada una (164-5). El papa invita a la búsqueda de la belleza inherente a todas las personas porque creer en Cristo no es sólo "algo verdadero y justo, sino también bello" (167-8). De aquí nace el verdadero acompañamiento espiritual, que está centrado en Dios (170), tiene como marco el servicio de la misión evangelizadora (173) y supone cercanía. Esta "projimidad" respetuosa, sanadora, cercana, permite encontrar los caminos de un genuino crecimiento. La evangelización no se puede desvincular de la "vida concreta, personal y social del hombre" (181).
Capítulo Tercero: El anuncio del Evangelio
Todo el pueblo de Dios anuncia el evangelio.
Se invita favorecer la formación y participación del laicado y promover la evangelización de de profesionales e intelectuales cristianos para que sus opciones cristianas penetren la sociedad. Se reconoce el importante papel de la mujer y se invita a que tenga más responsabilidad (104). Así mismo se urge a dar protagonismo a los jóvenes (108). La iglesia pueblo de Dios es convocada por El, por pura gracia. La misión es de todo cristiano y para evangelizar a todo el mundo. Nuestra imperfección no es una excusa (120-1).
El papa dedica un espacio amplio a la homilía 135-159: Pide que sea un dialogo desde el corazón de Dios con su pueblo.
I Repercusiones sociales y comunitarias del Kerigma:
Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios por lo que en el anuncio hay una ineludible dimensión comunitaria, y social. Nos salvamos en comunidad porque la redención obrada por Cristo incluye las relaciones sociales (178). Amar a Dios que reina en el mundo implica vivir nuestras relaciones sociales en justicia y paz.
II Inclusión Social de los Pobres
Clamor-Fidelidad Evangélica-Economía-Fragilidad
Dios grita preguntándonos "a todos", "¿Dónde está tu hermano esclavo?" (209-13), la falta de solidaridad con los pobres mina nuestra relación con Dios (187). La iglesia debe velar por el acceso a bienes elementales y a un salario justo que permita acceder a condiciones de vida dignas y prósperas (191-2). Su misión incluye colaborar en la transformación de las causas estructurales y las actitudes de fondo que las generan (188-202). Francisco pide "una iglesia pobre para los pobres" que se preocupe por su atención espiritual y sacramental, que los acompañe, que busque los modos de descubrir a Cristo en ellos, que les preste su voz pero que además sea su amiga, cercana y preocupada por la integridad de sus personas (199).
El tiempo superior al espacio-La unidad a la pare -La realidad a la idea -El todo a la parte.
El papa pide la renovación de la vocación política como búsqueda del bien común (205-215). Sostiene que la verdadera paz es la que favorece el desarrollo integral de todos y pide que no se repriman las reivindicaciones sociales que la exigen (218). Ofrece cuatro principios para guiar la construcción de un pueblo en "paz, justicia y fraternidad";
- El tiempo como la capacidad de trabajar con un horizonte largo sabiendo cuidar y respetar los procesos y de favorecer dinámicas que construyen pueblo sobre las que buscan obtener rédito inmediato (223-5).
- Hacer prevalecer la unidad sobre el conflicto (228-30).
- Partir de la realidad para iluminarla con la razón y no reducir "la política o la fe a la retórica" (231-3).
- Compaginar lo universal con lo local, y evitar los dos extremos; vivir en un universalismo abstracto o encerrados en un localismo que impida acoger la novedad (234-7).
Para servir al "pleno desarrollo del ser humano" y para "procurar el bien común", la iglesia ha de dialogar con las instituciones del estado, con creyentes de otras tradiciones, con la cultura y con la ciencia (238). La fe puede enriquecerse e iluminar otros saberes, el papel de la evangelización es asegurar que los avances científicos respeten la centralidad y el valor supremo de las personas (242-3). Pide trabajar por una cultura "que privilegie el dialogo y considera que el principal agente de este proceso ha de ser "la gente", apoyada por un estado que ejerza el principio de subsidiariedad y vele por el bien común (239-241).
El dialogo ecuménico e interreligioso:
Es una condición necesaria para la paz. Debe ser un dialogo sobre la vida, desde la firmeza en las propias convicciones pero con apertura para comprender la postura del otro.
El dialogo ecuménico es una exigencia posible si se apela a las convicciones esenciales que unen a los cristianos más que a las diferencias (245-6). Las relaciones con el Judaísmo deberían ser de afecto que busca el enriquecimiento mutuo. Respecto al Islam, se resaltan los puntos en común con el cristianismo, se hace un llamamiento a la libertad religiosa en países musulmanes y se afirma que la violencia es contraria a una adecuada interpretación del Islam (252-3).
En general, respecto a los no cristianos, se invita a aprovechar la riqueza de sus “signos, ritos, expresiones sagradas” que pueden ser cauces que “el mismo Espíritu suscite” (254). Creyentes y no creyentes encuentran causas comunes en la defensa de la dignidad humana, la construcción de una convivencia pacífica, y la custodia de lo creado (254-6).
I Motivaciones para un renovado impulso misionero
Encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva. Es el E.S. quien constituye a los Apóstoles en evangelizadores, haciéndoles salir de sí mismos e infundiéndoles su fuerza (259-262). El papa pide vivir la síntesis de oración-acción (262-6) y cuidar la experiencia de Dios, de renovarla. Recuerda que el anuncio misionero se basa en la experiencia de que toda persona y cultura tiene una búsqueda honda a la que el Evangelio puede responder con plenitud (265-6). Resalta que la razón última para evangelizar es imitar a Jesús (267).
El Gusto Espiritual de Ser Pueblo-La acción misteriosa del resucitado.
El modo de evangelizar propio del seguidor de Jesús es "ser misión" y "ser pueblo" frente a la constante tentación de encerrarse en uno mismo (268-274,277,279). Jesús envía entre la gente a "ser pueblo". Esta entrega no estará exenta de dificultades como no lo estuvo para Jesús, cuya entrega culmina en la cruz. El mismo Jesús nos invita a salir de los espacios de comodidad para entrar en contacto con "la carne sufriente de los demás” para dar razón de su esperanza, pero con sencillez (270-1). Esta "mística de acercarnos a los demás" que nos capacita “para descubrir algo nuevo de Dios" (272) y nos muestra el camino del ser pueblo y ser misión. Es el camino de la gratuidad y la confianza que permite atisbar al Resucitado en medio de aparentes fracasos y seguir entregándose desde la certeza de que una vida entregada "dará frutos" (279). Por el contrario, si uno "separa la tarea por una parte y la propia privacidad por otra" y entonces se vuelve gris y "deja de ser pueblo" (273), llegan entonces las frustraciones y cansancios porque el corazón "se busca a sí mismo" y vive sediento de reconocimientos y aplausos (277).
II María la madre de la evangelización
La exhortación termina con María como "Madre de la Iglesia evangelizadora" que hizo posible la explosión misionera de Pentecostés (284). Se dice de María que ha recibido de Jesús la "especial misión salvífica" de ser madre de todos y así "derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios" (285-6). En María encuentra la Iglesia un modelo evangelizador que ejemplifica "lo revolucionario de la ternura y el cariño" y que nos enseña con su prontitud, una dinámica de "justicia y ternura", de "contemplar y caminar hacia los demás" que es modelo de evangelización para la iglesia.
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