lunes, 20 de agosto de 2012

SER CURSILLISTA EN VERANO

¿CÓMO SER CURSILLISTA EN VERANO?

 
 
El verano es un tiempo muy importante también para vida del cursillista, no porque sea un tiempo de mucha actividad dentro del Movimiento, sino, porque es, ante todo, un tiempo favorable para descansar, reponer fuerzas, revisar nuestra vida, evaluar nuestro trabajo profesional, valorar nuestra entrega vocacional dentro del Movimiento, orar, leer pausadamente, estudiar algunos temas de candente actualidad, disfrutar del silencio, gozar del encanto de las cosas pequeñas, contemplar la naturaleza, conocer nuevos pueblos y personas, tener experiencias entrañables de vida familiar y de amistad.
Quiero ofrecer a todos diez puntos de reflexión que sean motivo de estudio y meditación a lo largo de este verano, sin ánimo de impedir otros sanos proyectos que, posiblemente, has preparado con ilusión y estás deseando realizar. Creo que más que impedir los planes propios, te pueden ayudar a realizarlos con el espíritu propio que nos identifica a los cursillistas dentro de la Iglesia y del mundo, que no es otro que dejarnos conducir y seducir por la Palabra de Dios, Jesucristo nuestro Señor.

1. COMENZA LAS VACACIONES CON JESÚS
Jesús nos invita descansar: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco» (Mc 6,31). Porque el trabajo del curso ha sido duro e intenso, porque cuesta mucho ser fiel a los compromisos adquiridos dentro del Movimiento, porque cada día es más difícil hablar de Dios en la sociedad que nos ha tocado vivir, porque, en definitiva, tengo mi edad y mis obligaciones, y no sé si tendré fuerzas para seguir entregándome un año más… Pero, llegado el final de curso, Jesús se dirige a ti para decirte: ¡Ven a descansar un poco conmigo. Yo soy tu vida. Yo soy tu fortaleza. Yo soy tu esperanza. Yo soy tu recompensa! No temas ir con Él. El Señor sabe más que tú de cansancios y sinsabores, por eso te comprende y te invita a hacer un alto en el camino: «Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta» (Jn 4,6). Jesús tuvo sed en muchos momentos de su vida apostólica y sabe cómo se calma. Él te ofrece el agua verdadera que sacia la sed, para que no te contentes con los pequeños sorbos que ofrece la vida y siempre te dejan insatisfecho: «El que bebe de esta agua, vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4,13-14). Sólo el descanso con Jesús puede reparar tus fuerzas desgastadas y saciar tu sed, porque sólo Él es el Agua Viva que buscar y necesitas para ser feliz.
2. BUSCA UN LUGAR TRANQUILO PARA ORAR
Jesús nos lleva aparte porque quiere alentar nuestra esperanza. Cuando se acerca “la Hora” de Jesús, la hora de la entrega hasta la muerte de Cruz, quiere aleccionar a los suyos y anunciarles su victoria definitiva para que no desfallezcan en las tribulaciones: «Mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará» (Mt 20,17-19). Jesús quiere llevarnos aparte para que no nos escandalicemos de su Pasión y nos apartemos de Él; para que no temamos las burlas y las persecuciones que tenemos que sufrir como cursillistas, sino que, unamos nuestros padecimientos por el Reino de Dios a los suyos y, así, podamos unirnos también a su triunfo sobre el pecado y la muerte.
3. RETÍRATE DEL BULLICIO PARA RECUPERARTE
Jesús nos aleja un poco de la gente porque quiere sanarnos de verdad y recuperarnos del todo. Él conoce nuestra indiferencia para no oír, lo que no queremos oír; para no escuchar, a quien no queremos escuchar. Conoce, también, nuestro silencio para no arriesgarnos a decir lo que tenemos que decir a otros o no decirlo cuándo tenemos y debemos decirlo. El verano es un tiempo de gracia para que Cristo, llevándonos aparte, cure nuestra sordera voluntaria y nuestro cómodo mutismo: «Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y le con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: ­Effetá (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente» (Mc 7,33-35). Es tiempo de dejar que el Médico de nuestras almas abra nuestros oídos a su Palabra, al soplo de su Espíritu y a la escucha de las necesidades de nuestros hermanos más necesitados que claman por encontrarse con Él en el Cursillo, aún sin saberlo conscientemente. Es tiempo de que Jesús suelte las trabas de nuestra lengua para que alabemos a su Padre por todas sus obras y anunciemos su Reino con valentía a aquellos que nos rodean, proponiéndoles un encuentro con Cristo. Jesús nos aparta durante un poco tiempo de la gente que tratamos ordinariamente, para devolvernos después a ella, sanos y salvos, sin trabas en la lengua. El verano es para muchas personas un tiempo de “ir” y “venir” constantemente de “acá” para “allá”, sin saber “a dónde va”, ni “por qué lo hace”. Procuremos los cursillistas: “Ir” a Jesús, para “venir” renovados al curso que viene. Dejemos que Cristo obre en nosotros para que volvamos a la Escuela, al grupo, a la Ultreya…, con un oído que escuche, un corazón que ame y una lengua dispuesta a proclamar la grandeza del Señor sin temor a nadie y a nada.

4. GOZA DE LA BELLEZA DE LA NATURALEZA
Jesús nos invita a ir con él a la montaña: « Seis días más tarde, Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, sube aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos» (Mc 9,2). Jesús quiere que estemos con él para darnos a conocer, como hizo con tres de sus Apóstoles, su Ser más íntimo. Jesús espera que lo contemplemos y nos desahoguemos con él en la oración, porque puede hacernos fuertes ante las cruces que nos esperan en la Nueva Evangelización. El aire sano de la montaña te irá bien. Allí se une el cielo con la tierra. Allí lo humano se eleva hasta Dios y lo divino se acerca hasta nosotros para que en el rostro transfigurado del Hijo amado de Dios se ilumine toda nuestra vida y encontremos el sentido de todas las cosas. Sube al Tabor con Jesús y, si puedes, planta una tienda en la montaña y quédate unos días con Él en oración. Volverás a casa renovado, no lo dudes. Haber contemplado durante un tiempo su rostro transfigurado no lo olvidarás jamás. La belleza de la naturaleza te acerca a Dios, porque: «El mundo ha sido creado para gloria de Dios, el cual ha querido manifestar y comunicar su bondad, verdad y belleza. El fin último de la Creación es que Dios, en Cristo, pueda ser «todo en todos» (1Co 15,28), para gloria suya y nuestra felicidad» (Compendio, 53).

5. ACOGE AL “PEREGRINO” QUE SIEMPRE TE ACOMPAÑA
Jesús nos acompaña con su Palabra en el camino de nuestra vida y en las caminatas del verano: «Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos» (Lc 24,15). Él no está lejos de nuestros problemas y preguntas. Vayamos donde vayamos este verano y estemos como estemos espiritualmente, el Señor Resucitado, siempre se hará el encontradizo para responder a nuestras preguntas y solucionar nuestras dudas. Cualquier ruta que elijamos en tiempo de vacaciones es útil para dejarse instruir por el Maestro. Todos los caminos y senderos son una oportunidad para que por la presencia misteriosa del “Peregrino”, arda nuestro corazón y se nos aclaren las ideas. Sólo necesitamos abrirle nuestro corazón y escuchar su Palabra. No temas hablarle de todo lo que te preocupa y, también, de los problemas de los tuyos. Preséntale, a la vez, las cuestiones más candentes de nuestro Movimiento de Cursillos y de toda la humanidad. Confía en su Palabra y dile con mucho amor: «Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero» (Sal 119 (118), 105).

6. PARTICIPA EN LA EUCARISTÍA SIEMPRE QUE PUEDAS
Jesús se sienta con nosotros a la mesa y nos alimenta con su Cuerpo: «Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero  él desapareció de su vista» (Lc 24,30-31). Busquemos con mucha determinación participar cada día en la Eucaristía. No temamos abrirle las puertas de nuestro corazón a Cristo que pasa junto a nosotros. Si le decimos como los discípulos de Emaús: «“Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída” Y entró para quedarse con ellos» (Lc 24,29) Seguro que, también, se hospedará en nuestra casa llenándola de luz. Su presencia sacramental reparará cada día nuestras fuerzas cansadas. En todos los caminos que recorramos estas vacaciones encontraremos una Mesa puesta por el mismo Jesús, dentro de su Iglesia. Él nos alimenta con su Cuerpo y nos envía a la misión de hacer discípulos suyos a todas las gentes. A la vuelta del verano podremos contar a nuestros hermanos cursillistas, lo que nos ha ocurrido por el camino de este verano y cómo lo pudimos reconocer al partir el pan (cf Lc 24,35).

7. ESCUCHA LA VOZ DE CRISTO QUE TE SIGUE LLAMANDO
Jesús se acerca, hoy también, a la orilla del lago y nos vuelve a llamar: «Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron» (Mc 1,16-18). Si te acercas este verano a la orilla del mar o pasas unos días junto a él, recuerda que, en un lugar parecido a ese, fueron llamados los Apóstoles de Jesús a seguirle. La playa puede traer a tu memoria tu encuentro con Jesús en el Cursillo. Vuelve a escuchar al Maestro que te dice: «Ven y sígueme» (Mt 19,21). Recuerda cómo te miró aquellos días y dale gracias por haberte elegido para que estuvieras con Él y enviarte a predicar (cf Mc 3,14-15). El Reino de Dios necesita hombres y mujeres, entregados y desprendidos, que escuchen la voz del Maestro y lo dejen todo por seguirlo. La mies es mucha y los obreros son pocos. La Nueva Evangelización necesita que los “llamados”, respondan con prontitud y generosidad. En los días de vacaciones, deja de nuevo tus redes y tu barca en la orilla, deja aquello que te ata y te impide seguir al Maestro con plena libertad. Renueva tu vocación de cursillista, renueva la ofrenda de tu vida en la Escuela, en el grupo, en el pre-cursillo y en el pos-cursillo. También el Cursillo muestra a algunos el camino del Ministerio sacerdotal y de la Vida Consagrada. No temas dejarlo todo por el Reino de Dios y consagrar tu vida a Cristo y a su Iglesia, si has escuchado la llamada especial de Dios: «Recibirás ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna» (Mc 10, 30).

8. NO TEMAS LAS TORMENTAS PASAJERAS DEL VERANO
Jesús calma la tempestad: Muchas veces nos quejamos de las dificultades, que debemos superar para ser fermento en nuestros ambientes. Hoy, encontramos a nuestro alrededor: mucho desinterés, apatía, indiferencia, desencanto, desesperanza, etc. Y nos preguntamos: ¿Qué está ocurriendo en la familia cristiana, en la cultura actual, en la sociedad, en la religiosidad popular, en la parroquia, el MCC, etc.? Nos parece estar sufriendo una terrible tempestad. Los cursillistas nos sentimos, en muchas ocasiones, solos e indefensos ante el peligro. Al evaluar el curso y recordar que no hemos podido celebrar todos los Cursillos programados, por falta de participantes, podemos pensar: ¿No estaremos caminando en vano? (cf Gál 2,2). Algo parecido les ocurrió en el lago de Tiberiades a los Apóstoles. Subieron con Jesús a la barca y se levantó una terrible tempestad y temieron perecer. Jesús iba dormido: «Se acercaron y lo despertaron gritándole: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma» (Mt 8,25-26). No debemos, pues, temer las turbulencias del curso pasado, ni las que tengamos que sufrir en el verano, ni las que pueden amenazarnos en el futuro: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,21). Su obra llegará a buen término. Su palabra es la de «Dios Padre Todopoderoso». Profesa tu fe en Él y únete a la profesión de fe de nuestro Patrón, San Pablo: «Sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para velar por mi depósito hasta aquel día» (2Tm 1,12).

9. AVENTÚRATE A REMAR MAR ADENTRO
Jesús nos invita a “remar mar adentro”: Es posible que alguno de vosotros se embarque este verano. Adentrase en el mar es siempre una aventura arriesgada y difícil. Soltar las amarras que nos aseguran a la tierra firme y lanzarse mar adentro sin ninguna atadura, requiere un espíritu valiente y, a la vez, una gran dosis de confianza. Cuando contemples el mar recuerda que el trabajo aún por hacer en la Nueva Evangelización es inmenso, como inmenso es el mar que tienes ante tus ojos. La Iglesia, la pequeña barca de Pedro, sigue navegando por el mar tempestuoso del tercer milenio, para anunciar a todos los pueblos de la tierra el amor de Dios, nuestro Padre, manifestado por su Hijo Jesucristo, muerto y resucitado, en el Espíritu Santo. La Iglesia no se queda en la orilla del mundo, más o menos cómodamente, sino que, escuchando la invitación permanente de su Esposo y Señor: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca» (Lc 5,4). Todos los cristianos estamos llamados por el Papa Benedicto XVI a lanzarnos a la misión evangelizadora. Los Cursillistas tenemos, además, una encomienda especial de nuestro Obispo José Manuel. Contamos con la fuerza del Espíritu Santo que fue enviado el día de Pentecostés. Los cursillistas de este momento, tenemos que poner nuestras vidas y trabajos en las manos del Señor, con el mismo entusiasmo de los primeros cristianos y la misma confianza de San Pedro: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5). Así lo han hecho durante cincuenta años los cursillistas que nos han precedido. Dedica tiempo en los días del descanso veraniego a renovar tu vocación de hacer el «Primer Anuncio», de ir «mar adentro» con todo el Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Renueva tu vocación apostólica de acompañamiento y ayuda a los hermanos que, como tú, se han encontrado con Cristo y necesitan ser ayudados. No hay trabajo que se haga en el nombre de Jesús, por difícil y oscuro que parezca, que no sea la firme promesa de una pesca segura y abundante.

10. DEDICA TIEMPO A LEER UN LIBRO DE ESPIRITUALIDAD
La vocación que recibimos los cursillistas es una vocación de transmitir a otros lo que hemos visto y oído en el Cursillo, con el testimonio de la vida y «la enseñanza de lo fundamental cristiano». Esto supone tener experiencia personal de fe y una formación sólida. Jesús, antes de ascender al cielo desde un monte, dio a los suyos, con el poder divino que le pertenecía como Dios, la misión que había recibido del Padre: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20). Esta misión es, antes que nada, un don precioso que hemos de acoger y agradecer todos los días de nuestra vida. También, reclama de nosotros la responsabilidad de adquirir un conocimiento profundo, verdadero y completo de “todo lo que nos ha mandado el Señor” (cf Mt 28,20). Seguro que puedes sacar tiempo para leer algunos documentos que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a toda la Iglesia y nos ha invitado a meditar para que nos dispongamos ha celebrar el Año de la fe que comenzará el 11 de octubre del presente año: la Carta Apostólica “La Puerta de la Fe”; los Documentos del Concilio Vaticano II para celebrar los cincuenta años de su comienzo y el Catecismo de la Iglesia Católica para celebrar el 20 aniversario de su publicación. El tiempo de vacaciones nos permite leer y estudiar lo que durante el curso es imposible hacer. Echa estos libros en la maleta y tenlos al alcance de la mano como libros de lectura espiritual. Tu formación e ideal de cursillista se ampliará y consolidará.

CONCLUSIÓN

Entremos, pues, en el corazón del Maestro de nuestras vidas, nuestro Señor Jesucristo, y dejemos que la experiencia de un nuevo encuentro con Él, en la calma del verano, nos mantenga siempre fieles a la vocación misionera a la que hemos sido llamados en la Iglesia.
Que la celebración litúrgica de la Virgen del Carmen, el 16 de Julio, y de la Asunción de Nuestra Señora, el 15 de Agosto, afiance nuestra fe, consolide nuestra esperanza y nos colme de la caridad para que, después del descanso necesario, emprendamos el nuevo curso con las fuerzas renovadas y el firme propósito de vivir el «Año de la fe» y servir a la «Nueva Evangelización», con los medios y las gracias que Dios nos concede dentro del Movimiento del Cursillos de Cristiandad.
Que el Cristo de la Mirada siga cuidando nuestro Movimiento de Cursillos y atraiga a todos hacia sí, para que el mundo entero se salve por Él

¡FELICES VACACIONES!
Artículo del Consiliario de Cartagena, Miguel Ángel Gil 

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