Los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades deben prepararse para el Año de la Fe
Ese desafío decisivo
Al anunciar el Año de la Fe Benedicto XVI nos exhorta a repensar y, sobre todo, para volver a vivir nuestra fe de un modo nuevo, sin dar nada por sentado. Hoy la fe debe ser concebida como un reto, como algo que debe despertarnos de nuestra indolencia y reavivar nuestra atención y estado de alerta.Una necesidad urgente se hace sentir a redescubrir la fe como el "tesoro escondido, que" perla preciosa "( cf . Mt 13:44-46), por lo que vale la pena dar todo. El redescubrimiento de la fe debe ser un objetivo para todos nosotros los creyentes. Los cristianos estamos llamados a redescubrir cada día la importancia del don de la fe y de su belleza.Muchos de los bautizados, en efecto, la afirmación de que la fe es una carga pesada que se interponga en el camino de disfrutar de la vida, o creen que la observancia de los mandamientos no permite que uno sea totalmente libre y feliz. La fe no es ni un obstáculo ni una carga, sino que es un don precioso que se despliega horizontes nuevos y fascinantes de nuestra vida. Debemos redescubrir la fe como un encuentro verdadero y profundo con Dios. Frente a este desafío exigente, la Iglesia mira con gran esperanza a los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades. Estos grupos ofrecen itinerarios específicos de la fe que generan sus respectivos carismas con el único propósito de vivir la fe de una manera nueva, en los nuevos contextos sociales y culturales del mundo que nos rodea. Son itinerarios de fe, que permiten descubrir día tras día la belleza de la fe, que nos permite redescubrir el "gusto por Dios".
Stanisław Ryłko
19 de septiembre 2012
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