miércoles, 8 de febrero de 2012

TENER VALORES Y VIDA INTERIOR, COMPROMETERSE PARA MEJORAR EL MUNDO... PARECE SER SOLO PARA "GENTE ALTERNATIVA"



Jesús sigue intentando explicar su modo de comprender las relaciones con Dios. A la gente le cuesta comprenderlo, como también a los discípulos. Están muy acostumbrados a ese modo digamos «infantil» de medir sus relaciones con Dios a través de lo «externo»: alimentos, personas, animales, ritos, leyes que dejan claro lo que es «puro» (conforme a la voluntad de Dios tal como los «especialistas» lo interpretan) y me permite estar en «orden» con Dios. Llevan siglos de historia recibiendo esa «formación» que hace de esos expertos personas imprescindibles, mediadores necesarios para «ayudarles» a saber lo que está bien y lo que está mal. Son mínimos que hay que cumplir «externamente». Pero puede ocurrir, y ocurre, que estén cumpliendo todas esas normas, orientaciones y criterios (que por otra parte eran ajenos a la Ley de Moisés) y estar a miles kilómetros de Dios... ¡sin enterarse!
Aprendemos a hacer «examen de conciencia» pasando revista a la lista de los mandamientos, para sacar la conclusión de que «no hago nada malo: no robo, no mato...». Como si el mensaje de Jesús se pudiera resumir en «no hacer cosas malas».
Y no pocas veces nos pasa como a aquellos judíos: que nos sentimos mejores que los demás (a los que juzgamos y condenamos, claro está), que no «cumplen»
En todos estos casos, no es que esté mal «hacer» todas esas cosas. A Jesús lo que le preocupa es que todas ellas están muy centradas en el «yo», en la propia perfección (muy cómoda, por otra parte), pero las relaciones con los demás se quedan «fuera». Yo puedo haber «oído misa» sin haber «comulgado» para nada con los hermanos y con las actitudes de entrega de Jesús, sin haberme sentido implicado en la construcción de la fraternidad que Jesús nos pedía («sed uno»). Puedo haberme «confesado» sin que haya auténtica conversión, cambio de valores, un proyecto de vida nuevo... Puedo haber ayunado y practicado la abstinencia... sin que la solidaridad con los hambrientos se haya visto afectada para nada, o seguir teniendo un estilo de vida consumista y derrochador el resto del año. Puedo estar «casado por la Iglesia» y vivir el matrimonio totalmente al margen de Dios...
Les costaba a aquellas gentes comprender que los «tiros» iban por otro sitio. Les costaba a los discípulos. Y nos cuesta a nosotros. Lo de fuera sigue siendo lo importante: incluso en el plano social: es importante tener un cuerpo estupendo y hacer deporte, y dieta y llevar ropa guapa, y usar aparatos de última generación, y... pero tener valores y vida interior, formarse como persona, escuchar y reflexionar, revisar nuestra coherencia personal, ser críticos, comprometerse para mejorar el mundo... Eso parece ser solo para «gente alternativa».
Pero ser alternativos es lo que pretendió Jesús que fuéramos: en la vivencia de las relaciones con Dios, en nuestro modo de estar en el mundo, en el modo de tomar decisiones, de buscar la voluntad de Dios.... Pero... NO ENTENDEMOS semejantes «acertijos» o «parábolas» como los llaman los discípulos. Nos son acertijos. Son la exigencia y la responsabilidad mayor sobre nosotros mismos ante Dios y ante los demás.

Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
http://www.cursillosdecristiandad.es/

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