Papa Francisco: sin la oración cada día no podemos luchar contra el mal
Hoy en el rezo del Ángelus: los cristianos son “atletas del espíritu”
La necesidad de rezar continuamente, “con insistencia”; la Jornada misionera mundial y el recuerdo de la misionera laica italiana, Afra Martinelli, asesinada hace unos días en Nigeria; la solidaridad con las poblaciones filipinas afectadas el pasado martes por un fuerte terremoto. Son algunos de los temas afrontados hoy en el Ángelus en la plaza de San Pedro.
Dios lo sabe todo sobre nosotros pero nos invita a que le recemos “con insistencia”. Lo recordó el papa Francisco en el Ángelus, refiriéndose a la parábola del Evangelio de hoy, en el que Jesús habla de la “necesidad de rezar siempre, sin cansarse”, como la viuda que, a fuerza de suplicar a un juez injusto, obtiene justicia.
“En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; luchamos con Él al lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su ayuda”.
La lucha contra el mal, explicó el Pontífice, sin embargo es “dura y larga, requiere paciencia y resistencia”. En esta lucha, “que hay que llevar adelante cada día”, añadió, “Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de la fe”, porque “si se apaga la fe, se apaga la oración, y caminamos en las tinieblas, nos perdemos en el camino de la vida”. La oración perseverante es por tanto “expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, cada momento, para vencer el mal con el bien”. En esta lucha, el Santo Padre quiso mencionar a “tantas mujeres que luchan por su familia, que rezan, que no se cansan nunca”.
“Un recuerdo hoy, todos nosotros, a estas mujeres que con su actitud nos dan un verdadero testimonio de fe, de valentía, un modelo de oración. ¡Un recuerdo a ellas!”.
Después de la oración mariana, el Papa Francisco quiso recordar la Jornada Misionera mundial, reflexionando sobre la misión propia de la Iglesia.
“Difundir en el mundo la llama de la fe, que Jesús encendió en el mundo: la fe en Dios que es Padre, Amor, Misericordia. El método de la misión cristiana no es el proselitismo, sino el de la llama compartida, que inflama el alma”.
Quiso dar gracias a todos aquellos que “con la oración y la ayuda concreta sostienen la obra misionera, en particular la solicitud del obispo de Roma por la difusión del Evangelio”, y recordó a quienes proclaman “en primera línea” a Cristo hasta los confines de la Tierra.
“En esta Jornada seamos cercanos a todos los misioneros y misioneras que trabajan tanto sin hacer ruido, y que dan la vida, Como la italiana Afra Martinelli, que trabajó durante tantos años en Nigeria: hace unos días fue asesinada para robarle; todos la han llorado, cristianos y musulmanes. ¡La querían!”
Afra Martinelli – prosiguió el Papa, pidiendo un aplauso en su memoria - “anunció el Evangelio con la vida, con la obra que llevó a cabo en un centro de instrucción”, y así difundió “la llama de la fe, combatió la buena batalla”. Como también Stefano Sándor, el salesiano laico proclamado Beato ayer en Budapest, Hungría. “Cuando el régimen comunista cerró todas las obras católicas – recordó el Santo Padre – afrontó las persecuciones con valor, y fue asesinado a los 39 años”.
Después, el pensamiento del Papa volvió a la actualidad, al terremoto del pasado martes en las Filipinas: “Deseo expresar mi cercanía a las poblaciones de Filipinas afectadas por un fuerte terremoto, y os invito a rezar por esa querida nación, que reciente ha sufrido varias calamidades”.
Entre los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, el Papa saludó a los jóvenes que han participado en la manifestación “100 metros de carrera por la fe”, promovida por el Consejo Pontificio de la Cultura: “recordad – dijo – que el creyente es un atleta del espíritu”. Y concluyó con un pensamiento especial: “hoy en Argentina se celebra la ‘Fiesta de la madre: dirijo un afectuoso saludo a las mamás de mi tierra”.
Dios lo sabe todo sobre nosotros pero nos invita a que le recemos “con insistencia”. Lo recordó el papa Francisco en el Ángelus, refiriéndose a la parábola del Evangelio de hoy, en el que Jesús habla de la “necesidad de rezar siempre, sin cansarse”, como la viuda que, a fuerza de suplicar a un juez injusto, obtiene justicia.
“En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; luchamos con Él al lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su ayuda”.
La lucha contra el mal, explicó el Pontífice, sin embargo es “dura y larga, requiere paciencia y resistencia”. En esta lucha, “que hay que llevar adelante cada día”, añadió, “Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de la fe”, porque “si se apaga la fe, se apaga la oración, y caminamos en las tinieblas, nos perdemos en el camino de la vida”. La oración perseverante es por tanto “expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, cada momento, para vencer el mal con el bien”. En esta lucha, el Santo Padre quiso mencionar a “tantas mujeres que luchan por su familia, que rezan, que no se cansan nunca”.
“Un recuerdo hoy, todos nosotros, a estas mujeres que con su actitud nos dan un verdadero testimonio de fe, de valentía, un modelo de oración. ¡Un recuerdo a ellas!”.
Después de la oración mariana, el Papa Francisco quiso recordar la Jornada Misionera mundial, reflexionando sobre la misión propia de la Iglesia.
“Difundir en el mundo la llama de la fe, que Jesús encendió en el mundo: la fe en Dios que es Padre, Amor, Misericordia. El método de la misión cristiana no es el proselitismo, sino el de la llama compartida, que inflama el alma”.
Quiso dar gracias a todos aquellos que “con la oración y la ayuda concreta sostienen la obra misionera, en particular la solicitud del obispo de Roma por la difusión del Evangelio”, y recordó a quienes proclaman “en primera línea” a Cristo hasta los confines de la Tierra.
“En esta Jornada seamos cercanos a todos los misioneros y misioneras que trabajan tanto sin hacer ruido, y que dan la vida, Como la italiana Afra Martinelli, que trabajó durante tantos años en Nigeria: hace unos días fue asesinada para robarle; todos la han llorado, cristianos y musulmanes. ¡La querían!”
Afra Martinelli – prosiguió el Papa, pidiendo un aplauso en su memoria - “anunció el Evangelio con la vida, con la obra que llevó a cabo en un centro de instrucción”, y así difundió “la llama de la fe, combatió la buena batalla”. Como también Stefano Sándor, el salesiano laico proclamado Beato ayer en Budapest, Hungría. “Cuando el régimen comunista cerró todas las obras católicas – recordó el Santo Padre – afrontó las persecuciones con valor, y fue asesinado a los 39 años”.
Después, el pensamiento del Papa volvió a la actualidad, al terremoto del pasado martes en las Filipinas: “Deseo expresar mi cercanía a las poblaciones de Filipinas afectadas por un fuerte terremoto, y os invito a rezar por esa querida nación, que reciente ha sufrido varias calamidades”.
Entre los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, el Papa saludó a los jóvenes que han participado en la manifestación “100 metros de carrera por la fe”, promovida por el Consejo Pontificio de la Cultura: “recordad – dijo – que el creyente es un atleta del espíritu”. Y concluyó con un pensamiento especial: “hoy en Argentina se celebra la ‘Fiesta de la madre: dirijo un afectuoso saludo a las mamás de mi tierra”.
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