Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,16-19:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
Comentario:
Jesús se queja de que su generación no se emociona con nada, ni con nadie. Ni con Juan el Bautista, con fama de austero, ni con Jesús, que para algunos era un borracho y un comilón. Jesús ha venido a emocionarnos, para que vivamos la vida con emoción. Porque sabe que una vida sin emoción no es vida y sabe que la fuente de la emoción es el amor. Lo que más emociona al hombre es el amor, el amar y ser amados. Por eso, Jesús viene a comunicarnos que nos ama hasta el extremo. Algo que nos recuerda en cada eucaristía al entregarnos su persona, su cuerpo y su sangre. Todo para que no seamos como algunos de su generación que no se emocionaban con nada ni con nadie. Si hay amor hay emoción.
Estamos a poco más de diez días de la Navidad. Es momento de preguntarnos cómo nos cogerá la celebración de la venida de Enmanuel. ¿Habrá cambiado algo con respecto a la de hace dos mil años? Jesús comparó como hemos visto aquella generación a unos niños caprichosos. Nada receptivos a nada ni a nadie; es como si vivieran solamente para sí mismos. Sólo los hijos de la sabiduría tienen el discernimiento interior para comprender que el que está sin el Evangelio, está también sin Dios, sin el Enmanuel; es un vivir de espaldas a la ternura y a la emoción.
Comentarios realizados por: Vicente Domínguez Rodríguez (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
www.cursillosdecristiandad.es
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