sábado, 7 de noviembre de 2015

NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO


Lucas (16,9-15):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.»
 
Reflexión
   Por si alguno pensaba que ayer el Señor pasaba un poco por encima con la relación con el dinero. Hoy nos dice: “No se puede servir a Dios y al Dinero”.
   Es, por lo tanto, una consecuencia del primer mandamiento de la ley de Dios. Ya hablamos hace unos días de los bienes.
   Hoy recalco esta idea: Para vivir el desprendimiento de las riquezas es conveniente considerar que las cosas que poseemos no son solamente nuestras, sino también, en cierto sentido, de los demás. Más que dueños somos administradores, llamados a hacer fructificar los bienes para que repercutan en beneficio del mayor número de personas.
   Es la solidaridad.  Siguiendo el ejemplo de Cristo, que siendo rico, por nosotros se hizo pobre a fin de enriquecernos con su pobreza (cf 2 Co 8,9).
   Que para nosotros amplia su significado laico y se trasforma en solidaridad cristiana: caridad.
   Aprendemos que el objeto de la caridad es Dios: “La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios” (Catecismo IC, 1822)
    Así entendemos que: “Ahora, solidaridad significa que uno se hace responsable de los otros, el sano del enfermo, el rico del pobre, los países del norte de los países del sur. Significa que se es consciente de la responsabilidad mutua y que somos conscientes de que recibimos en tanto que damos, y que siempre podemos dar sólo lo que nos ha sido dado y que por eso jamás nos pertenecemos solamente a nosotros”. (J. Ratzinger).
   Sigue el Catecismo diciendo que  la caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión.
   Como ansiamos una gota de esa “solidaridad”.
 

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