lunes, 9 de noviembre de 2015

NUESTRA VIDA, TEMPLO DE DIOS, NECESITA ORDEN Y LIMPIEZA

 

Evangelio según San Juan 2,13-22.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”.
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”.
Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”.
Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”. Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
 
 
COMENTARIO:
Es el único episodio ‘violento’ que se atribuye a Jesús en los Evangelios. El pasaje recoge su enfrentamiento con los mercaderes del Templo, en el que, látigo en mano, expulsa a los cambistas que lo habían convertido en una “cueva de ladrones”. Jesús amonesta vehementemente a los usureros por ejercer sus actividades fraudulentas en las inmediaciones del recinto sagrado del Templo de Jerusalén.
Nosotros somos Templos del Espíritu Santo. (1Cor 3,16). Cuando Jesús entra en nuestra vida, se convierte en nuestro Salvador, debemos derribar  lo que no está de acuerdo a la voluntad de Dios. El nos ayudará a sacar de nosotros la corrupción, los intereses de la avaricia, y todo lo defectuoso que en nosotros se halle.
Nuestra vida como templo de Dios, debe entrar en un período de orden y de limpieza, no solo espiritual, sino de comportamientos en nuestra manera de vivir. Porque lo que hacían estos mercaderes en el templo donde Jesús entró no eran actividades propias del Templo: había usura y animales para el sacrificio defectuosos.
“Destruyan este  templo y en tres días lo volveré a levantar”. Jesús habla de una manera velada, profética: Jesús habla de su cuerpo, habla de un futuro. Los judíos y los  mismos discípulos (v.22) entendieron que se refería al templo de Herodes.
Su Resurrección es la reconstrucción de su Cuerpo, el nuevo Templo, centro del culto, en Espíritu y Vida.
Buscamos vida y la Vida es el. Buscamos acogidas y El es el Templo. Buscamos satisfacciones y EL es la Felicidad.
 
 

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