Nuestra lectura continua de fragmentos del evangelio según San Mateo se interrumpe hoy, día 24, por la celebración litúrgica de la fiesta del apóstol Bartolomé. Conforme a una tradición extendida desde hace más de mil años, la Iglesia identifica a Bartolomé -de quien no hay más referencias bíblicas que la aparición de su nombre en las listas de los apóstoles- con Natanael, uno de los discípulos que encontramos al comienzo y al final del Cuarto Evangelio.
Esta identificación explica que este hermoso texto esté hoy ante nosotros. Felipe ha quedado impactado por la llamada de Jesús y comparte su descubrimiento con Natanael. Este formula una rotunda objeción: ¿pero de Nazaret puede salir algo bueno?
Felipe reacciona rehuyendo la discusión teórica o incluso erudita. No merece la pena cuestionar si Nazaret es mediación aceptable o no de la salvación: “ven y compruébalo” (“ven y lo verás tú mismo”). Su invitación da paso a un bello diálogo entre Jesús y quien va a acabar reconociéndole como Hijo de Dios y Rey de Israel.
En las catequesis que dedicó en 2006 a cada uno de los apóstoles, Benedicto XVI comentó este texto evocando a Bartolomé y subrayó cómo una vez más el Señor se revela precisamente donde no lo esperamos. Nuestras conversaciones siguen llenas de alusiones que a veces rayan el desprecio e incluso la blasfemia: “con la vida que llevan aquellos…”; “…y estos qué se creen”, “habrase visto…”. Escuchemos al Jesús que siempre se ha adelantado a nosotros. Callemos un poco. Hablamos demasiado. Dejemos que sea Dios quien hable. Y que, como casi siempre, nos sorprenda y desinstale.
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
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