Las preguntas capciosas, las intrigas y las trampas no eran ajenas al tipo de “embate” que recibía Jesús constantemente de los adversarios, sean saduceos, fariseos o cabecillas del Templo. Daba igual. Todos le tenían como enemigo común; diferentes entre ellos, opuestos ideológicamente, pero muy simétricos en el momento de alienarse contra Jesús. Lo mejor es la ecuación que Jesús les enseña sobre el amor a Dios y al prójimo. También estos se quedarían callados y superados por la doctrina del Maestro.
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
http://www.cursillosdecristiandad.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario