sábado, 5 de abril de 2014

DIVISIÓN D EOPINIONES QUE SUSCITA LA PERSONA DE JESÚS

En el evangelio de hoy aparece clara la división de opiniones que suscitaba la persona de Jesús. Hay gente sencilla que lo reconoce como profeta e incluso como mesías. Pero los sabios y conocedores de la Escritura son precisamente los que menos entienden y los más reacios a creer en Jesús. ¿Es que de Galilea puede venir el mesías? Vuelve de nuevo el tema del origen humano de Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos son los más beligerantes contra Cristo, hasta el punto de recriminar a los guardias del templo por no haberlo prendido. Como éstos demuestran su admiración por Jesús, los apostrofan: “¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos mal¬ditos”.

Pero hay un fariseo que pone la nota de moderación y sensatez. Es Nicodemo, que en otro tiempo se entrevistó con Jesús: ¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo? Pero también a él tratan los entendidos de hacerle callar: “¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas”.

Y es que sólo mediante la fe puede darse alcance al misterio de Cristo y comprender su personalidad y su men¬saje. El mayor pecado es, sin duda, cerrar la voluntad y el corazón a la verdad.

La intervención de Nicodemo en favor de Jesús es muy significativa. El, que en otra ocasión contactó con Jesús de noche y en secreto por miedo a sus colegas, los jefes religiosos, es ahora quien da la cara por él. Su miedo se ha cambiado en valentía, porque abrió su corazón a la verdad. Y su caso es un ejemplo para nosotros. Con frecuencia el miedo a confesar nuestra fe en Cristo, el miedo a significarnos, el miedo al ridículo, a perder nuestra reputa¬ción y seguridad, nos lleva a debilitar, si no a traicionar, nuestras con¬vicciones.

El miedo a comprometernos a seguir a Cristo incondicionalmente puede a veces con nosotros. Cuando confrontamos el evangelio con nuestros criterios personales y los que están en boga a nuestro alrededor, sen¬timos el vértigo del desánimo al ver que a cada paso que damos perde¬mos el compás. La palabra de Dios es fuego candente, y cedemos a la tentación de querer asirla con pinzas para no quemarnos. Como Jesús lo sabía, previno contra el miedo a sus apóstoles cuando los envió a anunciar el evangelio: ‘No tengáis miedo a los que matan el cuerpo... Si uno se pone de mi parte ante los hombres... Pero si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo” (Mt lO,28ss).

El testimonio valiente de la fe cristiana, el tomar partido por el evangelio, el dar la cara por Cristo y por los hermanos, especialmente por los más olvidados, es actitud necesaria y de perenne actualidad. Esta confesión es tarea de todos los días en los mil detalles de la existencia cotidiana en medio de un ambiente cada vez más difícil y descristianizado. Pero Dios ayuda con su fuerza.

Comentarios realizados por: José Antonio Marzoa Rodríguez (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
cursillosdecristiandad.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario