05/03/2012 - Desarrollo y pobreza
La FAO constata que no hay un problema alimentario, lo que hay es despilfarro
“Se pierde o malgasta en todo el mundo una tercera parte de los alimentos producidos cada año”, afirma el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
ForumLibertas.com
El constante incremento de la población mundial y la situación de hambruna por la que atraviesan muchos países pueden hacer pensar que el mundo se enfrenta a un grave problema alimentario. De hecho, mil millones de personas no tienen actualmente cubiertas sus necesidades de alimentación y nutrición, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Sin embargo, es la propia FAO quien constata que, en realidad, no existe un problema alimentario sino una situación de absoluto despilfarro. “Se pierde o desperdicia en todo el mundo una tercera parte de los alimentos producidos cada año”, aseguraba recientemente José Graziano da Silva, director general de la FAO.
Estamos hablando de “aproximadamente 1.300 millones de toneladas anuales, según un estudio de la FAO y el Swedish Institute for Food and Biotechnology”, agregaba Da Silva el pasado 8 de febrero ante representantes de empresas privadas, gobiernos, científicos y organizaciones no gubernamentales, reunidos en Ginebra para debatir sobre si será posible alimentar la población del 2050, en un acto organizado por The Economist Conferences
Según publicaba cuatro días después el diario La Vanguardia, Da Silva informó de que en los países en vías de desarrollado el 40% de las pérdidas se inician tras la cosecha, en el procesado, el transporte y el almacenamiento, mientras que en los países industrializados el 40% se concentra en el comercio y en el entorno del consumidor.
Hay alimentos para “de aquí a cuatro décadas”
Tanto es así que la FAO ha revisado a la baja las necesidades de crecimiento de la producción agrícola. “Existen recursos para garantizar alimentos para toda la población, hoy y de aquí cuatro décadas”, detalló el director general de esta organización.
Por otra parte, el ministro de Nigeria aseguró en el mismo encuentro que “si reducimos las pérdidas en un 25%, tendremos alimentos adicionales para unos 500 millones de personas más al año sin tener que producir más”. Por un lado, resaltó el potencial ilimitado de la agricultura en África y, por otro, el desperdicio que se produce en el continente por la falta de infraestructuras de almacenamiento y transporte adecuadas, y por las dificultades de acceso a tecnología y financiación.
Graziano da Silva también consideró que “el 75% de la inseguridad alimentaria se da en poblaciones rurales, y los agricultores pobres generalmente tienen menores ratios de productividad. Debemos buscar aquí la respuesta a los problemas del hambre”.
Cálculos a la baja
“La FAO estimó el 2009 que para alimentar 9.100 millones de personas en 2050 era necesario incrementar la producción de alimentos un 70% en relación con el período 2005-2007”, recordó el director general de la FAO. Y sobre este cálculo han trabajado los diferentes estudios realizados para ver cómo se podía mejorar la productividad agrícola.
Por eso, la revisión a la baja de las necesidades de producción agrícola realizadas por el director general de la FAO en la reunión de Ginebra sorprendieron a muchos de los asistentes.
“A partir de datos actualizados, y aplicando el mismo sistema de cálculo anterior, la necesidad de incremento de la producción agrícola hasta el año 2050, para satisfacer tanto la demanda de alimentación como no-alimentación, se cifra en un 60%, que incluye un aumento moderado de las cosechas, tanto para alimentación de ganado como para biocombustibles”, afirmó Da Silva.
“Si adoptamos esta proyección como referencia a partir de ahora para medir las necesidades el 2050, el siguiente paso importante es estudiar cómo garantizar la seguridad alimentaria sin tener que incrementar la producción agrícola en un 60%, importante por el impacto que supondría para los recursos naturales”, advirtió.
Da Silva descartó la posibilidad de incrementar la producción agrícola con el mismo método de uso intensivo de fertilizantes y pesticidas de los últimos cincuenta años.
El verdadero debate se centra en cómo garantizar la seguridad alimentaria sin tener que incrementar la producción agrícola en un 60%, insistió.
La revisión a la baja, explicó, se ve influenciada por una ralentización del crecimiento de la población en algunas regiones. Otro factor es que gradualmente algunas sociedades alcanzarán niveles de consumo per cápita a partir de los cuales no habrá más recorrido para seguir aumentando, y por último, la constatación de que la demanda en algunas poblaciones de rápido crecimiento económico y de población afrontan largos periodos antes no consigan niveles de ingresos per cápita elevados y generalizados.
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