Señor, cuántas veces me busco excusas para no mortificarme, o no obedecer a mi madre la iglesia. A veces, por el deporte o por el estudio soy capaz de esforzarme y sufrir, y sin embargo cuando lo tengo que hacer por Tí me echo para atrás. Si te amase más, sería más generoso y fuerte.
Te amo, Señor, pero quiero amarte más. La próxima vez que ante una mortificación me venga a la cabeza una excusa, la rechazaré "porque te quiero". Y, en concreto, será en la abstinencia de comer carne porque te quiero.
Y quiero hacer algún sacrificio también por nuestro Cursillo 53.
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