El descubridor del síndrome de Down: sin premio Nobel, pero camino de la beatificación
El médico e investigador francés Jérôme Lejeune, padre de la genética moderna vio como se le cerraron todas las puertas ya que fue claro en mostrar su postura contra el aborto cuando se iniciaban las campañas abortistas en Europa y Estados Unidos
Juan Francisco Jiménez Jacinto
“El crimen mayor está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar” (Ortega y Gasset)
Donde el aborto es legal, entre el 70% y el 90% de los fetos con Síndrome de Down son abortados. Es una discriminación, una eugenesia en cubierta que elimina a las personas que no se consideran “normales”. Esto sucede gracias al diagnóstico prenatal de malformaciones congénitas durante el embarazo, que puede determinar el estado del feto.
De esta forma se criban crosomopatías, pero lejos de ser medicina, es discriminación. Los síndrome de Down no tienen tratamiento ni antes ni después del parto, un diagnóstico temprano o tardío solamente sirve para someterlos al riesgo de ser abortados, lo cual sucede en un alto índice. La dosificación de la información es ética y humanitaria cuando va orientada al bien del paciente, la falta de prudencia y la precipitación al informar es negligencia si pone en riesgo la vida del paciente. No supone ningún beneficio para el portador de una cromosopatía que se le diagnostique antes de nacer.
Su descubridor, camino de los altares
El descubridor del síndrome de Down fue un duro opositor de que sus descubrimientos se utilizaran para prejuzgar la vida que estaba creciendo y eliminarla. Esa es una de las razones por las que se impulsó un proceso de beatificación que esta semana cerró en Notre Dame (Francia) la fase investigativa.
El médico e investigador francés Jérôme Lejeune, padre de la genética moderna y mundialmente es reconocido como descubridor del síndrome de Down. En 2004, Fiorenzo Angelini, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, solicitó el inicio del proceso, a diez años de la muerte del científico, que fue abierto en 2007. Años antes, en 1997, Juan Pablo II, en la Jornada Mundial de la Juventud de París, fue a rezar ante la tumba del que consideró su amigo y llegó a ser el primer presidente de la Academia Pontificia para la Vida.
“Hoy perdí mi premio nobel”
Lejeune soñaba con curar el síndrome de Down, para ello creó una fundación en Francia dedicada a la investigación y tratamiento no sólo de este mal, sino también de otros síndromes de enfermedades mentales genéticos. Este centro continúa hoy su trabajo y cuenta además con un comité que ayuda a diferentes grupos en todo el mundo, según informa Aciprensa.
En 1969, pese a que era muy considerado en todos los centros de investigación del mundo, se le cerraron repentinamente todas las puertas ya que fue claro en mostrar su postura contra el aborto en ese tiempo en que iniciaron las campañas abortistas en Europa y Estados Unidos.
En el libro Life is a Blessing: a biography of Jerome Lejeune (La vida es una bendición: una biografía de Jérôme Lejeune), su hija Clara cuenta que el rechazo a su postura contra el aborto fue a tal extremo que nadie se interesó cuando hizo su descubrimiento.
En 1971 realizó un discurso en el National Institute for Health y después de esto mandó un mensaje a su esposa en que dijo: "hoy perdí mi premio Nobel". El contenido del discurso fue meridianamente claro cuando se refirió al aborto diciendo: “Ustedes están transformando su instituto de salud en un instituto de muerte”.
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