domingo, 10 de enero de 2016

MEDITACIONES P.CEFERINO SANTOS. BAUTISMO DEL SEÑOR (DOMINGO DESPÚES DE EPIFANÍA)


         EL DESEO DEL BAUTISMO

Jesús es el que bautiza en Espíritu Santo y fuego (Lc 3,16). Él ha bautizado en la Iglesia desde el día del primer Pentecostés hasta hoy a millones de hombres y de niños con el bautismo sacramental del agua y del Espíritu. Por Él hemos sido hecho salvos con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo (Tt 3,5). Desde nuestro bautismo sacramental, participamos de la Unción de Cristo y de la fuerza del Espíritu Santo, que reside en Él (Hch 10,38). En Jesús reside la plenitud del Espíritu de Dios: "Bajó el Espíritu Santo sobre Él... y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el Predilecto" (Lc 3,22). Y desde el bautismo sacramental, Cristo ha querido comunicarnos su Espíritu y su vida. Señor, te damos gracias por este don revitalizador y divinizante del bautismo.

Dios puso sobre Jesús su Espíritu (Is 42,1) para sacar a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas (Is 42,7).

Los que mueren sin la fe en Jesús y sin el bautismo sacramental estarían destinados a las mazmorras de tiniebla, si Dios no actuara misericordiosamente por otras vías de salvación. De hecho, también existe un bautismo de deseo. Hay millones de personas "de buena voluntad, que habrían deseado explícitamente el bautismo si hubiesen conocido su necesidad" (Cat.I.C. nº 1260), y así habrían entrado en el reino de la luz. ¿No podríamos nosotros formular explícitamente ese deseo de que reciban esos hombre el "baño de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo" (Tt 3,5) e irlos bautizando en el deseo a millones de musulmanes, de budistas, de hindúes y de confucianos y animistas, que no conocieron ni conocen a Jesús como el único Salvador de la humanidad? Probablemente, sí lo podemos hacer. (San Pablo reconocía que los primeros cristianos se hacían bautizar en lugar de los que ya habían muerto sin el bautismo (1Co 15,25). Así, podremos realizar un bautismo espiritual de deseo con innumerables hombres -vivos y fallecidos-, imitando a San Francisco Javier cuyo brazo se cansaba de tanto bautizar.

¡Gracias, Señor Jesús, por todos los millones de veces que bautizas con el bautismo de deseo a tantos que Te conocen en su última hora y los iluminas con tu revelación cuando ante Ti se presentan en la ignorancia de su salvación! Tú eres el Dios que nos salva, la luz que nos ilumina. Tú eres el que verdaderamente bautiza en Espíritu Santo y en fuego.

Pág. 17. El Pan de la Palabra, ciclo C.
P. Ceferino Santos

No hay comentarios:

Publicar un comentario