Lo que Dios quiere de nosotros en la Cuaresma: convertíos y creed el Evangelio; convertíos a mí de todo corazón; misericordia, Señor, porque hemos pecado; dejaos reconciliar con Dios; Dios es compasivo y misericordioso...
Es preciso oír esta llamada al cambio, porque todos somos débiles y pecadores, y sin darnos cuenta vamos siendo vencidos por la dejadez y los criterios de este mundo, que no son precisamente los de Cristo.
La triple dirección de esta conversión que apunta el evangelio es como el resumen de la vida y la enseñanza de Cristo, y nos ayuda a reorientar nuestra vida.
- la apertura a los demás: con la obra clásica cuaresmal de la limosna, que es ante todo caridad, comprensión, amabilidad, perdón, aunque también limosna a los más necesitados de cerca o de lejos,
- la apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y familiar, participación más activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación,
- Y el ayuno, que es autocontrol: equilibrio en nuestra escala de valores -que acaso tengamos que reajustar-, renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los más necesitados.
Y todo esto, aunque no ha de hacerse "para ser vistos por los hombres", si tiene que notarse en nuestro vivir. Así seremos también "Testigos de Conversión".
Antiguamente se utilizaba la ceniza para blanquear la ropa... Que la ceniza de hoy nos ayude a blanquear nuestras vidas…
Comentarios realizados por: José Antonio Marzoa Rodríguez (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
cursillosdecristiandad.es
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