Dios nos ha dado inteligencia para prever las cosas, buscar resultados. Pero también nos ha invitado a confiar en él, a tenerlo presente cuando estamos programando nuestra vida, nuestra pastoral, a no pensar que serán nuestras fuerzas las que darán por sí solas buenos resultados. En el evangelio de hoy, Jesús nos lo recuerda con estas parábolas en las que vemos cómo, tanto las flores como los pájaros, reciben de Dios todo lo que necesitan. El reino de los cielos se construye en nuestro quehacer diario, cuando tenemos presente a Jesús en, cuando le ponemos en el centro, ya que él es, a través de nosotros, el constructor.
Y cuando nuestra preocupación se centra en preguntar a Jesús cómo debemos hacer las cosas, todo en nuestra vida cambia: nuestras actitudes, nuestra visión de la vida y sobre todo, la paz interior. Ten en cuenta a Jesús en tu vida diaria, en tus planificaciones, en tu apostolado, en tu familia, en todo, y verás que el reino de los cielos se manifestará maravillosamente en tu vida y en tu comunidad.
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