Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.
Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»
Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»
Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»
Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»
Reflexión:
Para los que tienen el Espíritu, para los que viven en el Espíritu, la Ley no es la ley que esclaviza de la que nos habla san Pablo, sino que es la ley de la libertad. La ley es para el Hombre y no el hombre para la ley. Jesús aquí nos advierte de que no podemos convertir la ley en la única norma de vida olvidando los demás valores, y mucho menos olvidándonos de al servicio de quien está la ley. Cuando cumplimos la ley sólo porque está mandado, convertimos algo que se nos ha dado para nuestra libertad en una cadena que no nos deja vivir.
Desde luego son muchísimas las obligaciones diarias que tenemos, y nosotros somos los que elegimos vivirlas bajo la ley o bajo el Espíritu: Yo me puedo levantar cada mañana temprano para ir al trabajo, y puedo darle sentido, haciéndolo por amor y con gusto, sobre todo pensando en mi familia, en el servicio que puedo ofrecer a la sociedad, en la cantidad de oportunidades que me brinda…. o lo puedo convertir en una verdadera carga insoportable, como una losa que me aplasta y no me deja respirar.
También las normas religiosas, incluso las más sagradas para nosotros, como el ir a participar de la Eucaristía, las podemos vivir como una obligación que me esclaviza, que me quita mi tiempo, porque la vivo de una forma rutinaria y solo por cumplir la ley, porque es los que está mandado, o puedo hacerlo por amor y con gusto, ¡Anda que no cambia la cosa!
La oración diaria hará que nosotros podamos hacer de la ley una experiencia de amor. Jesús, quiere que cumplamos la ley, pero sin olvidar nunca que por encima de la ley, estará siempre el amor, la verdadera caridad, estará siempre la persona.
Aquí hay uno que es más grande que la ley nos dice Jesús, no olvidemos nunca que en el corazón de la ley está el amor a Dios y el amor al hombre, y que el verdadero núcleo es el amor al hombre donde se manifiesta nuestro amor a Dios.
cursillosdecristiandad.es
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