Peregrinación a Ávila
El sábado día 4 de julio nos fuimos
de peregrinación a Ávila recorriendo las huellas de Santa Teresa en este año
teresiano del V centenario de su nacimiento.
Ahora que terminamos el curso y
empezamos el tiempo de vacaciones, es una oportunidad llenarnos del espíritu
teresiano para mantener en nosotros caldeado el fuego del Espíritu Santo.
Estando en Ávila te impresionan sus
murallas, que te trasladan a épocas pasadas, parece que el tiempo se detiene y
nos invita a hacer una parada en nuestra ajetreada vida para volcarnos en la
historia y en cómo sería la ciudad en tiempos de Santa Teresa.
Al visitar los lugares y conventos
en los que pasó parte de su vida y fundó, y escuchar su biografía y hechos que
le acontecieron (su celda, el locutorio, los pasillos del convento, el lugar de
la transverberación, …), empezamos a verla más cercana, más nuestra, todo ello
nos reafirma en la verdad que guiaba a Teresa y que no tiene por qué ser
visible a los ojos, pero sí a los ojos del alma.
Según nos explicaban acerca de
Teresa, descubrimos una mujer práctica, alegre (éste era un síntoma de su fe:
la alegría), decidida, y sobre todo enamorada profundamente de Cristo. La
oración era la base fundamental de su fe y su alimento.
Teresa leía mucho, pero sobre todo
se instruía de su unión con Dios.
Igual que la santa, nuestro
movimiento es práctico llevando el kerygma a pie de calle; como ella, los tres
pilares sobre los que fundamentamos nuestra vida cristiana son formación,
oración y acción; y si algo caracteriza a los cursillistas, igual que a Teresa,
es la alegría, porque como bien decía: “un cristiano triste es un triste
cristiano”
Teresa era mística, pero con los
pies en el suelo, no descuidaba y se preocupaba por lo que acontecía a su
alrededor en su tarea de fundar.
Podría encajar perfectamente en
nuestra época, no se le ponía nada por delante, porque sabía que con Dios todo
se puede.
Como ella decimos: “Con
Cristo, mayoría aplastante”.
Pedimos la intercesión de Santa
Teresa para que igual que ella pongamos en Dios toda nuestra confianza y que
nuestro deseo y alegría sea cumplir su voluntad. Dios, poco a poco, va trazando
en nosotros el camino de santidad.
Siempre ¡De Colores!
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