Las Bienaventuranzas son la síntesis del mensaje de Jesús y el itinerario que la Iglesia debe recorrer para no perder de vista la meta definitiva, la felicidad eterna. Por eso Jesús llama “dichoso” aun al que sufre, al que llora, a los que tienen hambre. Son otras categorías las que el Evangelio usa de referencia, las que son su corazón. Las Bienaventuranzas son como la radiografía del corazón mismo de Jesús. Todo lo que dice está ahí dentro y responde a ello de manera real y perfecta. Para empezar una ruta de santidad, las bienaventuranzas son lo primero.
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
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