En el evangelio de hoy Jesús se hace una pregunta que sigue siendo hoy vigente ¿a quién comparare esta generación?
La imagen de los niños que muestran su descontento “tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis” no compartimos las actitudes la vida de los demás, no estamos en sintonía con nuestros semejantes.
Jesús se muestra muy cercano a las personas. Los que criticaban al Bautista ahora le critican a Él, a Juan por ser austero y solitario, a Él por estar al lado de la gente y compartir sus vidas.
Jesús no se desentiende de nadie, se mostro cercano a los pecadores, y lo hacía no juzgando a los hombres, según la antigua ley, sino con la ley nueva del amor que Dios nos tiene. Precisamente vino a esto, a mostrarnos el amor que Dios nos tiene y que nosotros no podíamos vislumbrar, nos lo mostró haciéndose hombre como nosotros, menos en el pecado. Su encarnación nos habla del amor con que nos ama a cada uno.
El que ama de verdad desea compartirlo todo con el amado, por eso se hace hombre, y al compartir nuestra condición humana, revela la dignidad de cada persona. Y quiere cambiar nuestro corazón para compartir con nosotros su condición divina, su gloria.
Gracias Jesús por elevarnos a lo que no podemos vislumbrar.
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