miércoles, 17 de septiembre de 2014

HIMNO AL AMOR SAN PABLO


XXIV Ordinario, Ciclo A, Año Par, Memoria: San Roberto Belarmino, Lit. de las Horas: Tomo IV, IV Semana del Salterio, Salmo 32
Primera Lectura

1 Corintios 12, 31-13, 13

Hermanos: Aspiren a los dones de Dios más excelentes. Voy a mostrarles el camino mejor de todos. Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos platillos que aturden. Aunque yo tuviera el don de profecía y penetrara todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor nada soy. Aunque yo repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que se goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.

El amor dura por siempre; en cambio el don de profecía se acabará; el don de lenguas desaparecerá, y el don de ciencia dejará de existir, porque nuestros dones de ciencia y de profecía son imperfectos. Pero cuando llegue la consumación, todo los imperfecto desaparecerá.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño, y pensaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo y oscuramente, pero después será cara a cara. Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré a Dios como él me conoce a mí. Ahora tenemos, estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres.


Meditatio
Cuando le preguntaron a Jesús que cuál era el mandamiento más importante, no sólo se limitó a decir que era el amor a Dios y al prójimo, sino que dijo: “En estos dos mandamientos se resume toda la Escritura”.

San Pablo, en este hermosísimo pasaje conocido como “el Himno al Amor”, nos presenta el amor cristiano como algo muy concreto: “es comprensivo, es servicial; no es envidioso, sabe compartir; no es presumido ni se envanece. No es grosero ni egoísta. No se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra con la injusticia, sino que se goza en la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites”.

Una vez me dijo mi director espiritual: “el día que puedas leer este himno poniendo tu nombre en lugar de la palabra 'el amor', ese día habrás llegado a la santidad”. Te invito a hacerlo tú también y a trabajar en las áreas en las que tu nombre todavía no puede substituirse por la palabra “amor”. Recuerda que la santidad es nuestra meta.


Oratio
Señor, enséñame a transmitir ese amor que menciona tu palabra, ese amor comprensivo, servicial, sin envidia, que no es presumido, ni egoísta. Quiero amar con el amor que no se deja llevar por la ira y que olvida lo malo; que no se alegra con la injusticia, sino que se goza en la verdad. Quiero transmitir el amor que disculpa sin límites, que confía sin límites, que espera sin límites y que soporta sin límites.

Operatio
Hoy me esforzaré porque el amor que les tengo a mis cercanos tenga al menos cinco características de las que se mencionan en este texto.

evangelizacionactiva.org

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