domingo, 8 de marzo de 2015

MEDITACIONES CUARESMALES P.CEFERINO SANTOS: DOMINGO 3º

EL CELO DE TU CASA ME DEVORA
 
temploTodo buen judío debía demostrar su amor por la Casa de Dios, el Templo de Jerusalén. Pero el primer gran Templo de Salomón fue destruido en castigo de los pecados del pueblo y de sus sacerdotes. El segundo Templo de Jerusalén también estaba llamado a desaparecer por los pecados del pueblo elegido, que mataba a los profetas. Cuando Jesús lo visita, quiere limpiarlo y hacerlo más digno del culto de Dios.
Cristo lo ve lleno de "vendedores de bueyes, ovejas y palomas y de cambistas sentados" (Jn 2,14), y los echa a todos del templo porque "el celo de la casa de Dios lo devora (Jn 2,17; Sl 69,10). No debe convertirse la casa de oración para Dios en un mercado de animales y monedas, que lo deja profanado (Jn 2,16).
El único Templo, perfectamente limpio, donde podemos adorar a la divinidad en espíritu y en verdad va a ser la Santa Humanidad de Jesús: "Destruir este Templo y en tres días lo levantaré" (Jn 2,19). Como el Templo de Jerusalén, también el Templo del cuerpo de Cristo va a ser demolido por el pecado y por la muerte; pero, en su gloriosa resurrección, será reedificado y durará para siempre. En Cristo resucitado podemos vivir el culto espiritual nuevo. "Llega la hora en que los que quieran dar culto agradable a Dios adorarán en espíritu y en verdad" (Jn 4,23). Lo más íntimo y profundo del hombre se convertirá en casa de adoración para el Señor.
Dios quiere hacer también de nosotros templos vivos suyos y morada del Espíritu. Antes tiene que purificarnos como al Templo de Jerusalén y ha de arrojar de nosotros las mercaderías y los ídolos (Ex 20,3-4). No tenemos que adorar ni servir a bienes materiales ni a criaturas, sino sólo a Dios (Ex 20,5). Además aprenderemos a respetar los templos ajenos de los hombres, dando honor en ellos a Dios, honrando al padre y a la madre (Ex 20,12), no destruyendo los templos vivos ("no matarás", Ex 20,13), ni arrebatando los bienes de los otros.
Todos juntos, como piedras vivas, estamos llamados a formar el nuevo Templo de Dios, donde Cristo será la piedra angular, el centro, el protagonista, el cimiento y el Sumo Sacerdote, la víctima inmolada y la vida, la sabiduría y la fuerza de Dios (1 Co 1,24). Dentro del nuevo templo cósmico junto al Padre, daremos culto al Señor Jesús, que predicamos como Crucificado (1 Co 1,23) para nuestra salvación, y ahora glorificado con la gloria de la divinidad y del Espíritu, que llena el Templo definitivo de Dios.
Señor Jesús: concédenos ser casa de Dios y templo de oración continuada. Danos celo ardiente por tu gloria para que colaboremos en la tierra al aumento del número de los templos vivos, donde se te dé culto en espíritu y en verdad. Amén.
"Amad la limpieza de mi casa y no profanéis mis templos vivos, donde habita mi gracia. Guardad mis palabras y mandatos, y mi Padre y Yo vendremos a hacer morada en vosotros. Rendidme vuestros espíritus y voluntades y os convertiré en instrumentos de mi gloria y en miembros vivos, celosos y eficaces en mi Iglesia".
 
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY CICLO B
Pág. 81 y 82 (Ceferino Santos S.J.)
 
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