miércoles, 30 de marzo de 2016

MEDITACIÓN P.CEFERINO SANTOS. MIÉRCOLES OCTAVA DE PASCUA



LA PRESENCIA DEL RESUCITADO

Cristo con su resurrección puede producir profundas transformaciones positivas en los creyentes. La presencia de Cristo resucitado causa modificaciones y efectos enriquecedores en nosotros.

1. Ante Cristo resucitado se dan aumentos de fe. Los dos de Emaús, cuando Jesús resucitado se les acerca, antes de reconocerlo, notan ya cómo les crece la fe. De "necios y torpes para creer lo que anunciaron los profetas" sobre Jesús (Lc 24,25), pasan a creyentes convencidos de lo que "se decía de él en toda la Escritura" (Lc 24,27).

2. Gracias a Cristo resucitado se producen en nosotros aumentos de esperanza. Frente a aquellos dos discípulos que decían: "Nosotros esperábamos que él fuera el futuro libertador de Israel" (Lc 24,21), pero ahora ya no esperamos, Cristo, que quiere regeneramos a una esperanza viva (1 P 1,3), va fomentando los motivos de esperanza en aquellos dos desalentados y en tantos otros que desconfían del poder de Dios.

3. El resucitado produce aumentos de amor en los que se acercan a él. Los dos discípulos de Emaús lo reconocen: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc 24,32). La presencia del Resucitado aviva el amor casi apagado en los discípulos, que se llenan de un gozo iluminado.

4. Ante el Resucitado se provocan aumentos de presencia de Cristo en las almas. Unas veces será su presencia mística a través de la palabra inspirada de las Escrituras. Otras veces, viviremos su presencia sacramental y eucarística: "A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron" (Lc 24,30-31) al partir el pan eucarístico, donde Cristo se esconde. A veces, notaremos la presencia comunitaria del Resucitado, pues "donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt, 18,20).


A Cristo resucitado le agrada trasmitir también los santos efectos de su resurrección a través de su comunidad de creyentes. Por medio de Pedro y de Juan llega la sanación al lisiado de nacimiento. "En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar" (Hch 3,6). Los efectos de gozo y de alabanza a Dios se añaden a la sanación. ¿Cómo podrían no darse ante las acciones poderosas del Resucitado en medio de su pueblo?

Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy”  Ciclo C


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