En el evangelio de hoy tenemos el ejemplo de una alegoría. Una alegoría es una historia que la persona cuenta, pero cuando cuenta, no piensa en los elementos de la historia, sino en el asunto que debe ser esclarecido. Al leer una alegoría no es necesario mirar primero la historia como un todo, pues en una alegoría la historia no se construyó entorno a un punto central que después sirve como medio de comparación, sino que cada elemento tiene su función independiente a partir del sentido que recibe. Se trata de descubrir lo que cada elemento de las dos historias nos tiene que decir sobre el Reino como lo hace la explicación que Jesús dio de la parábola: campo, buena semilla, cizaña, siega y segadores.
Jesús explica la parábola de la cizaña y la buena semilla. La cizaña se quemará en el momento de la cosecha y los justos brillarán como el sol en el Reino del Padre. Podemos pensar en que unos son los buenos y otros los malos. Pero también podemos pensar que todos somos como un campo en el que hay cizaña y buena semilla, que con nuestro personal campo Dios tiene una paciencia casi infinita y que espera al momento de la cosecha para librarnos de la cizaña y dejar que aparezca sólo la buena cosecha de la fraternidad en el Reino.
En el campo existe todo mezclado: cizaña y trigo.
En el campo de mi vida ¿qué prevalece: el trigo o la cizaña?
¿Has intentado conversar con otras personas para descubrir el sentido de alguna parábola?
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
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