Nadie ha dicho que la misión sea cosa fácil; toda tarea que implica hacer el bien está siempre amenazada por el influjo latente del pecado. A veces parece que la barca –la Iglesia- sucumbe bajo el efecto de las fuerzas contrarias; el miedo se explica así como una reacción natural ante lo inseguro y agitado de la tempestad, pero la convicción de que Jesús está “aquí” entre nosotros debe hacernos orar, cada uno como pueda; a veces apremia decir: “¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo!”
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
http://www.cursillosdecristiandad.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario