Ayer Jesús reprendía y reprochaba con lenguaje severo la dureza de corazón y la falta de obras, hoy su tono cambia, se vuelve oración confiada y tierna al Padre, se vuelve plegaria amorosa de adoración, de bendición y alabanza. Te doy gracias, Padre. Es que de su vida intima en el Padre brotaba su oración constante e ininterrumpida, por eso su oración es corta pero intensa y nos enseña a orar con el corazón de la “gente sencilla”. Bella jaculatoria para ser repetida a cada momento: Te doy gracias, Padre.
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
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Mi primer papà es Jehovà Dios, còmo no darle Gracias, si es el que siempre està allì
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