A muchos de nosotros, probablemente, nos hubiera incomodado hacer un papel como el de S. Matías… “no somos segundo plato de nadie”, diríamos muy orondos, y menos aún ocupar el puesto “gafado” del traidor…. Y ahí está la primera gran lección del Apóstol que hoy celebramos. Matías no sólo recibe el encargo que no le hace Cristo “en persona”, sino a través de la comunidad reunida que le designa; él además se hace responsable de la misión que se le encomienda… ¡hasta dar la vida! Él sí había sido un buen discípulo, una “buena oveja” del rebaño de Jesús, que llegado el momento, da un paso al frente… ¡y se pone a servir! Él sí que tomó la opción por Cristo con todas las consecuencias. Se siente llamado por el Señor que un día le había llamado a seguirle y ahora le llama a servirle en los hermanos.
Porque es Él quien llama, no nosotros los que elegimos… Seguramente en el momento de su designación recordó las palabras del evangelio de hoy. Y como permanecía en el amor de Jesús y “guardaba sus mandamientos”, siente la llamada del “Amigo”. Y como “amigo”, que no como siervo, se pone manos a la obra: dispuesto a dar a conocer lo que Jesús le había dado a conocer…
Es consciente de que es Jesús quien le ha elegido (no importa cómo o a través de quién o de qué manera) y se siente enviado…
También nosotros hemos de saber, en todo momento, ser, como Matías, “buenos discípulos”. Y así, llegado el momento, como sea y a través de quien sea, oiremos la llamada del Señor y estaremos dispuestos a seguirle… como “segundo plato” o como lo que sea, porque en la llamada que nos llega, sabremos escuchar la voz del Señor.
Porque “los amigos están para algo”, como solemos decir, y el Señor nos ha proclamado SUS AMIGOS.
¿Lo sientes así? ¿Lo vives así?
Que el bueno, humilde y, por ello grande, San Matías nos ayude a vivirlo y a ser generosos en la entrega.
cursillosdecristiandad.es
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