viernes, 23 de mayo de 2014

¡SOMOS AMIGOS DE DIOS!


Un mandato y una confidencia. De eso nos habla esta perícopa.
El mandato del amor: “que os améis unos a otros como yo os he amado”. O sea: hasta la muerte, que es la mejor manera de demostrar el amor a una persona amiga, y que es como Cristo ama. Y la confidencia: “Vosotros sois mis amigos”: porque no tengo secretos con vosotros “todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”, y porque yo os he elegido y al elegiros os demuestro lo mucho que os quiero.
La amistad de Jesús no es una amistad cualquiera. Nace del amor: nos ama y nos hace sus amigos; y lleva al amor: al amor de “comulgar” con el amigo su propia vida y al amor de dar la vida por él. ¿Qué diferencia hay entre el amor y la amistad?

El amor es la actitud del verdadero cristiano hacia todos. La amistad realiza el amor en un círculo restringido de personas, pero conmás intensidad. La amistad supone relaciones más íntimas y un con­tacto frecuente, que en el amor no es necesario: los amigos se encuentran en un lugar determinado, mientras que Dios está en todas partes.

Entonces, ¿se puede pasar del amor a la amistad con Dios, a un contacto más intenso y profundo con El? La amistad entre los hombres se refuerza cuando los ami­gos tienen e! mismo objetivo ycolaboran en la misma obra, La amistad con Dios se profundiza si se colabora en la obra divina, observando sus mandamientos, es decir, los principios mediante los que se realiza la creación y la renovación del universo. Además de intimidad y de colaboración, la amistad necesita comprensión recíproca. Toda persona tiene un secreto que reve­la a sus amigos, no a los extraños. La vida de Dios es un secreto inexcrutable, pero también Dios revela sus secretos a aquellos a los que quiere hacer partícipes de su vida. A menudo, la verdad de Dios se nos aparece a chispazos, con­fusamente, como reflejada en un espejo, pero un día saldrá todo a la luz.

Los místicos islámicos comparan el plan secreto de Dios con un gran tapiz del que ahora sólo vemos el revés, desgreñado por hilos confusos. Un día veremos el dibujo en toda su belleza de formas y colores.
¡Somos amigos de Dios! Bueno, Él lo quiere… ¿Lo somos?

Comentarios realizados por: José Antonio Marzoa Rodríguez (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España) cursillosdecristiandad.es

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