Hoy, cuando llega el 6 de enero, ya no me celebro
a mí mismo, sino que me uno en comunión de Iglesia a otros cristianos de
Oriente y de Occidente. Aun en medio de la distancia y de las diferentes
culturales, nos juntamos eclesialmente para celebrar la Epifanía de Jesús, que
es tanto como celebrar la revelación definitiva de Dios en Jesucristo para la
salvación del mundo entero. Algo muy distinto de lo que venía celebrando cuando
era niño.
Ahora el tema central de la celebración es la
luz. La Luz que es Jesús: esa Luz que brilla radiante en medio de la noche,
antes de que despunte la aurora. Esa Luz que ilumina la historia, haciéndola
cada vez más humana. Esa Luz que, como una estrella, en medio de la noche, nos
guía en nuestro caminar en el sentido correcto de la vida y en la dirección
justa, para hacer de esa vida una existencia significativa y feliz. Habrá
quienes, como Herodes vean en esta Luz un peligro enorme para ellos y sus
intereses. Pero habrá otros, como los Magos, que le buscarán con plena sinceridad
y a cero de intereses personales para darle lo mejor de sí mismos. Como dice el
evangelio: Jesús es bandera discutida.
Cualquier parecido, con lo que antaño celebraba y
lo que celebro hoy, es casual coincidencia. ¡No se dirá que no le he dado
trabajo al Espíritu Santo!
Comentarios realizados por: José Valiente
Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
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