María de la Paz en el Año Nuevo
SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
1 DE ENERO DE 2012
Se abre el pórtico de 2012 con la Solemnidad de Santa, María Madre de Dios. Y además celebramos la Jornada Mundial de la Paz. El mundo está muy necesitado de paz y de amor. Este año el Papa Benedicto ha dado contenido a la Jornada con el titulo de “Educar a los jóvenes en la justicia y la paz”. Y es una muy buena idea rezar por la paz en el primer día del año, bajo el patrocinio de Santa María y pensando en las nuevas generaciones.
A tus manos, Madre encomendamos este nuevo año, también nos encomendamos y consagramos a ti, con todo lo nuestro y con todos los nuestros. Nuestro Movimiento de Cursillos: nuestra Presidenta, Consiliario y todo el Secretariado Diocesano, la Escuela de Responsables, las Ultreyas y las Reuniones de Grupos. A todos los que lo conformamos. A todos los que tuvieron la dicha de vivir un Cursillo de Cristiandad y a todos los que lo vivirán.
Madre: Guía, consuela, enseña, protege... danos tus cuidados y tu protección maternal y llévanos de tus manos siempre a Jesús, tu Hijo y nuestro Hermano, Amigo y Señor.
Amén.
Santa María Madre de Dios. 1 de enero de 2012 |
♦ Nm 6, 22-27 Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré ♦ Sal 66 El Señor tenga piedad y nos bendiga ♦ Gál 4, 4-7 Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer ♦ Lc 2, 16-21 Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús
“Padre, proclamamos que la Virgen María es Madre de Dios y de la Iglesia”
Desearos a todos un FELIZ AÑO 2012 con la fórmula que, según la primera lectura de hoy del libro de los Números, Dios dejó a Moisés para bendecir al pueblo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti, y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”. Esta palabra “PAZ”, nos recuerda que este primer día del año fue declarado por el Papa Pablo VI“Jornada Mundial de la Paz”: a la vez que adoramos al recién nacido como Príncipe de la Paz, imploramos a Dios, por intercesión de la Reina de la Paz, el don supremo de la paz.
El tiempo de Navidad constituye una prolongada memoria de la maternidad de aquella“cuya virginidad intacta dio a este mundo al Salvador” (Misal Romano, liturgia de Navidad): En este día, primero del año civil, la atención se dirige a la solemnidad de la Maternidad de María, fijada -por el mismo Papa Pablo VI, 1969- para el día primero de Enero, según la antigua sugerencia de la Tradición Romana (Exhortación Apostólica “Marialis Cultus”). La fiesta de hoy tiene como finalidad primera “exaltar la singular dignidad que este misterio reporta a la Santa Madre de Jesús, por la cual merecimos al Autor de la vida”.
En la liturgia de este día percibimos también la preocupación por destacar la relación entre María y la Iglesia. “Padre, cuando proclamamos que la virgen María es Madre de Cristo y madre de la Iglesia” (oración después de la comunión). Esta maternidad de María alcanzó su cota más alta al pié de la Cruz y toma nueva forma en Pentecostés:“La virgen María continua desempeñando su función maternal desde el cielo” (LG 62). Y podemos repetirla el verso “Muestra que eres nuestra Madre”, con palabras de Lope de Vega: “Muéstrate Madre, que llegue por ti nuestra esperanza, a quien, por darnos vida, nació de tus entrañas”.
AVE MARÍA
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
BENDITA SEA TU PUREZA
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada, María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. ¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, Madre mía¡
ORACIÓN DE SAN BERNARDO
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.
BAJO TU AMPARO
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
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