Después de que María es visitada por Dios, ella misma se dedica a visitar. La visita de Dios, que le trajo bendición, confianza y gérmenes de vida, es devuelta por María a Isabel, llevándole eso mismo que ella ha recibido. E Isabel lo nota. Porque lo que llevamos en el corazón, lo muestran el rostro y las palabras. “Tan pronto como tu saludo llegó a mis oídos, saltó de alegría la criatura en mi vientre”. Las cosas importantes se transmiten así: por contagio. Como la fe, la confianza, el amor, la esperanza… “Y ella quedó llena del Espíritu Santo”. En la visita a Isabel, María también recibe. Recibe la confirmación del camino que ha comenzado: “Dichosa tú que has creído…”. Y seguro que, tras un tiempo, volvió a Nazaret también llena de alegría. Las visitas de Dios son don y tarea. Desde la gratuidad, somos queridos y elegidos para una misión. Esa misión nos pone en camino hacia los demás. Y en ese camino, recibimos nuevos dones. Como María.
Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España) | |
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miércoles, 21 de diciembre de 2011
FELICIDADES, DICHOSO/A TÚ POR HABER CREÍDO.
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