martes, 13 de diciembre de 2011

NADIE PUEDE QUITAR LA ALEGRÍA A QUIEN HA ENCONTRADO A CRISTO






 Quien ha encontrado a Cristo en la propia vida, experimenta en el corazón una serenidad y una alegría que nadie y ninguna situación puede quitar. San Agustín lo había entendido muy bien, en su búsqueda de la verdad, de la paz, de la alegría, luego de haber buscado en vano en las múltiples cosas, concluye con la célebre expresión que el corazón del hombre está inquieto, no encuentra serenidad y paz hasta que no descansa en Dios (cfr Confesiones, I,1,1).

La verdadera alegría no es un simple estado de ánimo pasajero, ni algo que se alcanza con los propios esfuerzos, sino que es un don, nace del encuentro con la persona de Jesús, de hacerle espacio en nosotros, de acoger el Espíritu Santo que guía nuestra vida. Es una invitación que hace el apóstol Pablo: “Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser –espíritu, alma y cuerpo- hasta la Venida de Nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes 5,23).

En este tiempo de Adviento reforcemos la convicción de que el Señor ha venido en medio de nosotros y continuamente renueva su presencia de consolación, de amor y de alegría. Tengamos confianza en Él; come una vez más afirma San Agustín, a la luz de su experiencia: el Señor está más cercano a nosotros de cuanto nosotros lo estamos de nosotros mismos –“interior intimo meo et superior summo meo” (Confesiones, III,6,11).

Confiemos nuestro camino a la Virgen Inmaculada, cuyo espíritu exultó en Dios Salvador. Que sea Ella que guíe nuestros corazones en la alegre espera de la venida de Jesús, una espera rica de oración y de obras buenas.

Benedicto XVI 11-diciembre 2011
                                                                              _____

¡Ven Señor, no tardes!  Ven a nuestras vidas, familias, trabajos, amistades, a todos nuestros ambientes....¡a nuestro mundo que tanto te necesita!

No hay comentarios:

Publicar un comentario