jueves, 19 de julio de 2012

EL VALOR SAGRADO DE LA AMISTAD



LA AMISTAD ES ALGO SAGRADO. 
DICE LA BIBLIA QUE QUIEN TIENE UN AMIGO VERDADERO TIENE UN TESORO.

Eclesiástico  6, 14-15:  "El amigo fiel es un apoyo seguro, quien lo encuentra, ha encontrado un tesoro.
El amigo fiel no tiene precio, su valor es incalculable".


LA AMISTAD Y LOS CURSILLOS DE CRISTIANDAD 
La amistad cristiana, aunque se fundamenta en la fe en Cristo, no prescinde de los motivos humanos en su nacimiento. Así podemos decir que intervienen en su origen lo providencial del encuentro, el modo de ser de las personas, la búsqueda y decisión de hacerse amigos, la alegría del encuentro, entre otros. Por eso se pasar de la camaradería, o de la simpatía social, o de la misericordia, o de la projimidad a la amistad. Pero lo radical de la amistad cristiana no son los elementos humanos que pueden intervenir sino la fe en Jesús, la vivencia de su vida, la presencia de la Trinidad Santa – padre, Hijo y Espíritu Santo- en cada persona y medio de ellos. Dice San Agustín: No hay amistad verdadera sino entre aquellos a quienes tú aglutinas entre sí por medio de la caridad derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Confesiones, IV, 4,7). Es la persona de Cristo la que une en la amistad. En todas las formas de amistad se da el mismo fenómeno: la amistad no es jamás algo logrado definitivamente, de una vez por todas. Ella, como toda las realidades humanas, corre el peligro de desvanecerse, incluso de desaparecer sino renace en cada encuentro. Cada encuentro de amigos debe ser la novedad simultánea de una plenitud no experimentada anteriormente y de un nuevo deseo de reencuentro para una mayor intercomunicación. Esto explica por qué cada encuentro de amigos debe caracterizarse por estas cualidades: permanente descubrimiento respetuoso y lleno de veneración de lo que el amigo es en sí mismo y de lo que quiere ser; entrega y ayuda para lo que sea; apertura de corazón; generoso desinterés; discernimiento de lo que para él es accidental, importante o esencial; intuición o inventiva de lo que a él le conviene; autenticidad, felicidad, pureza de intención, paciencia, lealtad, sencillez, igualdad y sinceridad. La corrupción de la amistad nace del poco respeto, de la soberbia, de la indiscreción, de la traición, del recelo continuo, de la inconstancia, de la cólera, o del mal hecho voluntariamente a quien ha sido amigo, del chisme, de la maledicencia… La amistad cristiana y la vivencia humana tienen una fuerte consecuencia: el Equipo o núcleo de cristianos se hace mejor fermento del Evangelio dentro del ambiente en el que vive, pues todos y cada uno crecen humana y cristianamente, entre los hombres del mundo. Si la amistad nos une a unos pocos, los valores cristianos nos abren a todos los demás. El Equipo es así íntimo y abierto, personal y eclesial, receptor y transmisor de vida cristiana (IFMCC, 488). La base de la Reunión de Equipo es la amistad humana y cristiana. La Reunión de Equipo es una ayuda para la perseverancia; no es simplemente un método, sino una realización tangible del dogma de la comunión de los Santos. Por eso toda la fuerza de la reunión debe ponerse, no en hacer cosas, por muy buenas y convenientes que sean, sino fortalecer todo aquello que acrecienta la amistad humana y cristiana de sus miembros. Y eso se logra viviendo cada miembro en actitud benevolente, benefactora y confidencial hacia todos los componentes del equipo. Dicho de otra manera: en la reunión cada uno se va a encontrar amistosamente con personas que además de estar unidad entre sí por lazos humanos, las une el estar enraizadas en Cristo; y en ese encuentro se acogen, como acogía Cristo a sus contemporáneos, no solo en su ser personal de su momento vital, sino también en sus aspiraciones, proyectos humanos y espirituales, inquietudes y necesidades, en sus éxitos y fracasos, en sus momentos de alegría y en sus horas de dolor, en sus vivencia religiosas íntimas y en las apostólicas. El Equipo de Cursillistas debe aprender a amarse entre sí, a amar a Dios: quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de Él este mandato: el que ama a Dios, ame también a su hermano (1Jn 4,20). De este modo, la Reunión de Equipo hace y cohesiona cada día más a sus componentes y puede hacer de ellos un núcleo de cristianos que son y quieren ser mejor fermento del Evangelio en su mundo. Lo eficaz no es la reunión, sino el equipo, las ansias de llevar el bautismo hasta las ultimas consecuencias, el afán de superación, la necesidad de compartir, la relación interpersonal que lleva a unirse con espíritu comunitario para alcanzar a toda la persona en toda sus dimensión humana y cristiana, consiguiendo que el equipo sea un signo de piedad, de caridad y de unidad. El proceso de la reunión ayuda a todos a ser mejores amigos, mejores cristianos, mejores padres, esposos trabajadores y ciudadanos. Equipos como el nuestro es lo que está ansiando encontrar el hombre contemporáneo, perdido en el triste anonimato de nuestra cultura. Debemos aceptar a todos nuestros hermanos no por lo que tiene, o sabe, o hace, sino sencillamente por lo que es. Así esta doble amistad humana y cristiana se convierte en fuerza Evangelizadora dentro de la Iglesia. Vivamos juntos en amistad el Evangelio para así poderlo comunicar vitalmente a los demás hombre


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