LA SONRISA DE LOS SANTOS REFLEJA EL AMOR DE DIOS
Estas sonrisas no son fruto de algo pasajero. Estos rostros alegres que han cambiado al mundo son fruto de horas de rodillas, de silencios buscados y deseados para hablar con Dios de los hombres, para después hablar a los hombres de Dios.
Sonríe en Dios, busca la verdadera alegría que trae la paz que nada ni nadie te puede quitar.
La alegría, signo del cristiano
La vida cristiana y la alegría son dos realidades íntimamente unidas. La alegría cristiana nace de la opción fundamental por el Señor Jesús, es fruto de una experiencia de fe en Él y de comunión con Aquel que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6), que me muestra cuál es el sentido de mi vida en el mundo, la grandeza de mi destino.
El Evangelio es un mensaje de alegría, pues se trata de una Buena Noticia: estamos invitados a vivir el amor y es posible vivirlo aquí y ahora, porque el Señor Jesús nos amó primero. El Hijo de Santa María nos muestra el verdadero significado y el alcance del amor y nos invita a vivirlo. La auténtica alegría es un primer efecto del amor. Y este amor, el mismo amor de Cristo, ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Rom 5,5). Por eso afirma San Pablo que «el fruto del Espíritu... es alegría»(Gál 5,22).
La alegría es un signo presente en la existencia cristiana. Nuestra alegría testimonia la profundidad de nuestro compromiso con el Plan divino. Quien vive su fe con tristeza y abatimiento, no ha comprendido bien el núcleo del mensaje del Señor Jesús.
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