viernes, 6 de julio de 2012

LA MISERICORDIA DE DIOS ES BÚSQUEDA DE LA PERSONA PARA REDIMIRLA Y PROMOCIONARLA



Evangelio según San Mateo 9, 9-13

  • La llamada de Mateo. No quiero fijarme en la respuesta del publicano sino en la actitud, la acogida de Jesús. 
¿Por qué tenía Jesús preferencia por los marginados de la salvación? No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios»: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Aquí tenemos la explicación de su conducta y todo el trasfondo de su misterio de encarnación, la razón de toda su vida y de su evangelio, la finalidad de su muerte y de su resurrección. Y con esta actitud provoca intencionadamente el escándalo de los puritanos.
Nadie tiene que escandalizarse. La misericordia de Dios no es complicidad o laxismo permisivo, sino búsqueda de la persona humana para redimirla y promocionarla. Mateo era un marginado de la salvación como lo son hoy tantos hombres y mujeres. Y Jesús le dice “Sígueme” sabiendo que contaba con todos los presupuestos en contra. Pero para Jesús la pureza religiosa no es la legal, sino la conversión al amor, a la piedad y a la misericordia. 
  • Cursillos de Cristiandad Movimiento de frontera. Con la excomunión encima de la mesa del Papa. Con qué dolor me lo contaba Mons. Hervas. Para evangelizar a los que en los márgenes de los caminos de la vida necesitan encontrar el corazón de misericordia de Dios y no la pureza religiosa legal. Este evangelio nos cuestiona nuestro método y nuestro actuar en la evangelización. ¿A quienes nos acercamos a decirles sígueme? Tendremos que arriesgar a causa del Evangelio aunque también hoy contemos con todos los presupuestos en contra.
Agradecemos tu cariño abrumador, Dios de misericordia, y te bendecimos por en la vocación de Mateo por Cristo diste pruebas de creer en el hombre, a pesar de todo. Nosotros encasillamos fácilmente a los demás, pero Tú siempre brindas la oportunidad de conversión. Tu Reino, Señor, pertenece a los pobres y a los pecadores. También a los pecadores públicos. Que nunca se lo arrebatemos ni nos hagamos propietarios de la puerta para impedirles la entrada. 

Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
http://www.cursillosdecristiandad.es/

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