martes, 24 de enero de 2012

EL VÍNCULO MÁS FUERTE EN MI VIDA ES...



La familia de Jesús. Los parientes llegan a la casa donde se encuentra Jesús. Su madre estaba con él. No entran, pero envían un recado: ¡Tu madre, tus hermanos y tus hermanas, están afuera y preguntan por ti! La reacción de Jesús es firme: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y él mismo responde apuntando hacia la multitud que estaba alrededor: ¡Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre! Para entender bien el significado de esta respuesta conviene mirar la situación de la familia en el tiempo de Jesús.
En el antiguo Israel, el clan, es decir la gran familia (la comunidad) era la base de la convivencia social. Era la protección de las familias y de las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la tradición, la defensa de la identidad. Era la manera concreta que la gente de la época tenía de encarnar el amor de Dios en el amor al prójimo. Defender el clan era lo mismo que defender la Alianza.
Y así, la preocupación por los problemas de la propia familia impedía que las personas se unieran en comunidad. Ahora, para que el Reino de Dios pudiera manifestarse en la convivencia comunitaria de la gente, las personas tenían que superar los límites estrechos de la pequeña familia y abrirse, nuevamente, para la gran familia, para la Comunidad. Jesús nos da el ejemplo. Cuando su familia trató de apoderarse de él, reacción y alargó la familia: “¿Quién es mi made, quiénes son mis hermanos?” Y el mismo da respuesta apuntando hacia la multitud alrededor: ¡Aquí están mi madre y mis hermanos! ¡Porque todo el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre! Creó comunidad.
Jesús pide lo mismo a todos los que quieran seguirlo. Las familias no podían encerrarse en sí mismas. Los excluidos y los marginados debían ser acogidos dentro de la convivencia y, así, sentirse acogidos por Dios. Este era el camino para alcanzar el objetivo de la Ley que decía: “No debe de haber pobres en medio de ti” (Dt 15,4). Como los grandes profetas del pasado, Jesús procura reforzar la vida comunitaria en las aldeas de Galilea. El retoma el sentido profundo del clan, de la familia, de la comunidad, como expresión de la encarnación del amor de Dios en el amor hacia el prójimo.
Así el cristianismo ha venido a poner unos vínculos más fuertes que los de la carne y la sangre: los vínculos de la fe. Pero no son sencillos de vivir. A la hora de la verdad nos pueden mas los vínculos de la carne y la sangre. Mira tu vida y lo verás.
Vivir la fe en comunidad. ¿Cuál es el lugar y la influencia de la comunidad en mi manera de vivir la fe? ¿Qué vinculo es más fuerte en mi vida, el de la carne y sangre o el de la fe? ¿Cómo lo dicen mis actitudes o comportamiento en las diversas circunstancias que la vida me ofrece?

Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)
 

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