sábado, 21 de enero de 2012

SEMILLAS DE INCONFORMISMO



El género de vida de Jesús es, sociológicamente hablando, muy extraño; rompe con todos los convencionalismos sociales (aunque no fue el único caso en su tiempo). Llegado a la edad adulta, su opción fue inconfundiblemente por la “anormalidad”; es natural que entre sus parientes surja el desasosiego.
Jesús no optó por el matrimonio y la familia como hacía la mayoría, sino por la creación de otro tipo de “familia” en torno a él; sus seguidores y adeptos son su verdadera familia.
No se aseguró el sustento cotidiano en aquella difícil coyuntura económica. No se buscó un trabajo estable, ni permaneció en el taller familiar, sino que emprendió una vida itinerante y providencialista, en total despreocupación por la propiedad, y proclamando poéticamente lo envidiable de la paz y confianza en que parecen vivir las aves del cielo y los lirios del campo (Mt 6,26-29). 
En todas las épocas ha habido creyentes radicalmente consecuentes, coherentes, y por ello incomprendidos. El cristianismo lleva en su entraña semillas de inadaptación e inconformismo. Es cierto que hay que evitar todo literalismo fundamentalista, y que la “inculturación” de nuestra fe es un valor y un hecho obligado; pero un cristianismo que a nadie interpele o intranquilice debe hacer que los creyentes mismos nos cuestionemos la propia autenticidad, la fidelidad a Jesús.

Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)

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