jueves, 5 de enero de 2012

SI SE MATA AL RUISEÑOR...





Lo dicen desde muchísimos ámbitos y por mi parte rubrico la afirmación: estamos inmersos en una cultura de muerte. Se mata y se enseña a matar físicamente.
Pero hay otras formas de matar que no son físicas precisamente, sino que aparecen, cuando se “mata el ruiseñor” (así se titulaba una película española). Cuando se mata la ilusión y se pierden los proyectos. Cuando no hay más que un presente descorazonador y un futuro rutinario sin mañana y sin creatividad. ¿No es esto lo que viven muchos parados, en una cultura del insolidario y muy neoliberal “sálvese” quien pueda? El paro masivo de los parados ¿no está matando la autoestima, las ilusiones y los proyectos de vida? ¿Si no se pone freno a esta situación, no se estará destruyendo la esperanza de futuro de las generaciones venideras? Desde ahí, nos hemos de preguntar si hay alguna alternativa a esta cultura de muerte.
Nosotros somos discípulos y seguidores de Jesús y apasionados por el Reino. Y lo primero que se nos ha dicho, al iniciar este seguimiento, es que tenemos que amarnos unos a otros, como Él nos amó. Que no podemos amar sólo de palabra, sino que tenemos que amarnos de verdad y de hecho, viviendo una cultura samaritana entre las personas y entre las instituciones. Que el amor no hace nunca daño al hermano. Que quien ama tiene que estar dispuesto a perdonar, sin llevar cuentas del mal, y a dar la vida, dando vida. Que uno tiene que hacer por los demás, lo que a él le gustaría que le hicieran. En una palabra: que amar es ser portador de vida. Es vivir, es dejar vivir y es ayudar a vivir, oponiéndose a cualquier cultura de muerte. De esta oposición, son testigos los mártires de todos los tiempos.

Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en España)

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